FRANK IERO
El odio destroza todo resto de humanidad que hay dentro de nosotros. Odiar, hace que todo lo bueno de tu vida se pierda y aparezca la naturaleza caótica del hombre. Es por eso que he decidido quedarme callado, y no pensar en el dolor que me provocan los golpes que me dan.
-Estas bien, ¿Frank?- Gerard me preguntaba con insistencia pero yo no quería oír su voz, ni la de él ni la de ninguna otra persona. Las cosas eran delicadas, tal vez aquel policía me identificaría después y me prohibiría ir a trabajar al Canadá otra vez. Y parecía que Gerard no lo entendía.
-No.- Me miró serio al escuchar mi tono de voz y luego bajó la cabeza.
-Vamos a la Koia, por favor, perdóname.
No te disculpes.
Me llevó como pudo hasta la Barraca y me dejó sentado en el suelo. Había unos cuantos compañeros esperando que las horas, días y años de calvario terminaran.
-¿Qué puedo hacer por ti? Me siento tan culpable.
-Bueno... no puedes hacer nada, fue mi culpa debí traerte hasta aquí antes de darte la comida.
-Algún día te devolveré todo lo que has hecho por mí.
Le sonreí con dificultad y me miró de una forma extraña, luego enfocó sus ojos opacos en mis labios y me asusté. Se quedó pendido de ellos unos segundos y luego me atacó. Tomó mis mejillas y acercó su boca a la mía. Como pude giré el rostro a la derecha para evitar que nuestros labios se tocaran y me dejó un beso reseco en la mejilla, muy cerca de los labios. Se separó de mi asustado y negué con la cabeza. Se sentó a una distancia considerable de mí y se quedó pensativo mirando a los demás.
-Yo...- hablé lento.- no Gerard.- Y seguro que él tampoco, sólo estaba confundido por la falta de amor.
Soy Frank Iero, aspirante a Medico, tengo 24 años y soy de Estados Unidos de América. Viajé a Escocia con mi prometida, mis dos hermanos gemelos de 20, sin importarnos que Europa estuviera hirviendo en una guerra sin sentido. Por lo que al llegar ahí, nos hospedamos en un Hotel y tres días después el vecino del cuarto de alado descubrió que veníamos de América y tan pronto como pudo nos reportó con las autoridades. Ellos inventaron que éramos espías ¡Espías americanos en Escocia! ¿Eso de qué le serviría a Estados Unidos?
Ahora, sabrán un poco sobre mi llegada al campo de concentración Birkenau. Mi familia y yo pasamos dos semanas enteras en aquel tren de ganado. La situación rebasaba todo lo atroz que pude imaginar que existía en la tierra, al punto de sobrevivir sólo 29 de las 100 personas que éramos al principio. Entre esas 71 personas fallecidas estaba mi Katie, quien era enfermera y que nunca dudó en dar todo por sus pacientes. Ella murió atendiendo a los enfermos, contagiada por sus enfermedades. Recuerdo que cuando no pude despertarla, lloré de alivio porque sabía que ya no sufriría, ni vería en qué se ha convertido el mundo.
Mis dos hermanos: Abel y Adrien, habían pasado la primera "selección a la muerte" junto conmigo y estuvimos juntos todo el tiempo aunque nos tocara en diferentes barracas. Todos los días los buscaba con temor a que ya no aparecieran, cuando los encontraba corría a sus brazos y me recibían con lágrimas. Yo les decía que odiaba verlos así, que debían ser fuertes a enfrentar las situaciones que se les presentaban. Pero ellos sabían al igual que yo, que la idea de ser fuertes era solo una fantasía.
Un día simplemente no aparecieron. Se los había llevado el Director de la S.S, el Doctor Mengele para hacer experimentos con ellos ya que tenía una fascinación por los gemelos, los estudiaba y torturaba para saber las reacciones de ambos y comprobar la existencia del "lazo invisible" que los mantiene unidos".
Los había perdido 3 días antes de que Gerard entrara asustado a la barraca, lo vi recostarse a mi lado después de que las mentes más prudentes los acomodaran. Lo vi temblando y su desesperación traspasaba su piel, fue la primera noche en 3 días que pude sentirme vivo de nuevo, cuidar que él no tocara el suelo, me dio fuerzas para seguir.
Al siguiente día, lo había perdido de vista. Minutos después apareció frente a mí y me habló. Me mantuve a su lado porque necesitaba hacer que alguien sonriera y tuviera esperanza. Necesitaba demostrar frente a alguien que era valiente.
..
Había pasado una hora y los restos de ese intento de beso estaban olvidados. Me senté a su lado afuera de la Koia junto a los demás presos. No había risas, anécdotas o mitos divertidos. Sólo podíamos platicar de los que ya no estaban ahí, de los que ahora volaban en el aire hechos cenizas, libres.
El toque de queda sonó y los S.S comenzaron a gritar que debíamos entras a las koias a dormir. A lo largo de la interminable noche no pude conciliar el sueño, me atacaban los recuerdos de mis hermanos, el hecho de que Gerard intentara darme un beso y el llanto de un chico que hervía en temperatura. Todo se mezcló y llegó un momento donde tapé mis oídos con desesperación, me daba mucha pena escucharlo llorar tan desoladamente y quería tener el poder de curarlo. La mano de Gerard tocó mi hombro, giré la cabeza para verlo y encontré su rostro angustiado. Sollozamos al mismo tiempo. Quise dejar de llorar, que el chico dejara de agonizar y que el sol por fin apareciera.
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**Josef Mengele - Médico y oficial de la S.S en el campo de concentración de Auschwitz. Personaje que seguirá apareciendo a lo largo del fic.
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A la sombra del crematorio - Frerard
Fanfiction"Algún día después de la guerra, si es que después de la guerra hay algún día, te tomaré entre mis brazos, si es que aún tengo brazos y haremos el amor, si es que después de la guerra existe el amor." - John Lennon Autora: aangie_Ez (killjoy reveng...