Capítulo #66:

190 6 0
                                    

-¿Qué? ¿A ti no te parece tentadora? – me preguntó sin apartar su mirada.

-¿Sólo tentadora? - pregunté en una carcajada. Ella me silenció para luego besarme.

-Ángela Torres, Franco Masini, guardar vuestro aprecio para más tarde.

La voz de Ben nos desconcertó. Rápidamente Ángela se levantó de mi regazo y caminó hasta su asiento. Yo me mordí el labio inferior para no soltar una gran carcajada. Ben elevó una ceja observándome y yo me disculpé con la mirada.

-La señorita Bett no vendrá ya que le ha surgido una urgencia. Ya podéis iros.

Y desapareció por la puerta. Todos recogieron sus cosas y se marcharon de la clase. Ángela estaba guardando sus libros cuando Mercedes se colocó delante de ella. Las observé desde mi asiento. Esto iba a ser divertido.

-Qué linda te ves hoy Mercedes, ¿Qué te has hecho? – preguntó Ángela con sarcasmo.

-Mejor que no te acerques a mí desgraciada, o te prometo que llamaré a mi padre y te meterás en un buen lío.

Ángela se llevó la mano a la boca y simuló un rostro asombrado.

-¿En serio? ¿Tu papi me podría meter en un buen lío?

-No sabes en qué lío te podría meter Torres.

-Oh. Bueno, entonces ándate tú con cuidado ¿sí? A sí ninguna tendremos problemas. – sonrió irónica y se levantó de su mesa. - No hablo en broma Villegas, mantente lejos de mí. – Mercedes apretó la mandíbula.

Se acercó a mí con un paso ligero y salimos de la clase. Nos acercamos a nuestras taquillas y dejamos nuestras cosas dentro para luego bajar al campus. Eran las doce y media y yo ya tenía un hambre increíble.

|| Narrador ||

Estuvieron alrededor de una hora y media en el campus. Habían ido a las canchas mientras los chicos se divertían con el skate. Ángela y las chicas estaban sentadas en el suelo bajo la sombra conversando, riendo y mirándolos de vez en cuando. Ori, Juli y Lali fueron a por algo para tomar mientras que Maria y Euge continuaban con su conversación.

-A veces Julian me pone demasiado nerviosa. – dijo Ori observándolos. Ángela rodó la mirada para clavarla en él que reía con Franco.

-¿Por qué?

-No lo sé. Tiene muchas amigas y eso me hace sentirme en alarma cada vez que le veo con alguna. Quizás sólo están conversando, no lo sé, pero yo me siento muy nerviosa.

-Esos son celos amiga. – Ángela rió débilmente observando a Ori. Ésta arrugó la nariz y Ángela volvió la mirada hasta Julian.

-¿Franco también habla con chicas? – preguntó Ori enarcando una ceja.

Ángela pensó unos segundos. Luego hizo una mueca y se encogió de hombros.

-No mucho, Franco es raro. Es...completamente bipolar. – rió un segundo para mirar a Ori.

-Un poco sí. Como tú. – Ángela la miró y elevó una ceja divertida. Ori carcajeó.

-No...- dejó deslizar de su boca. Oriana la miró con interrogante mientras Ángela miraba a Franco que ahora lanzaba su blusa sobre un muro. – Yo soy tal cual me ves. A mí me conoces. En cambio...a Franco crees conocerle. Pero cada día vas descubriendo más cosas sobre él.

Un pequeño suspiro se deslizó sobre sus labios sin poder evitar que una pequeña sonrisa se colora en su rostro. Unos pocos metros más lejos, los chicos reían mientras Franco hacía piruetas con el skate, cayéndose a cada tanto. Tropezaba y se volvía a subir, caía de nuevo y se levantaba. Testarudo y perseverante como solo él sabía ser, hasta conseguir lo que quería. De la misma forma que la había conseguido a ella.

Eugenia, Julieta y Lali volvieron con unas bebidas refrescantes, los chicos se acercaron y se sentaron en el suelo justo al lado de ellas, descansando durante un largo rato.
Se acercaba la hora del almuerzo. Todos fueron a cambiarse. Habían quedado para ir al comedor juntos.

|| Narra Franco ||

Abro el grifo de la ducha y me meto debajo del chorro. Agua fría. Apoyo el brazo contra la pared y empujo hasta intentar inútilmente echarla abajo. El agua rebota ahora más templada. Deposito un poco de champú sobre mi cabeza y luego recorro mi cuerpo acompañándome un ligero gel que se ha comprado Stef. Inclino la cabeza hacia atrás, tengo la boca medio abierta y el agua cambia repentinamente de recorrido. Un pequeño río se desborda por mis ojos, mi nariz, mi boca, mis dientes y mi lengua. La escupo fuera, respirando. Salgo de la ducha. Me pongo un albornoz y me seco el pelo con la toalla azul que me han dejado sobre el lavamanos. 

|| Narrador ||

Ángela se acababa de duchar y estaba terminando de prepararse para bajar a comer con las chicas cuando Franco golpeó la puerta y entró dentro de la habitación encontrándose a Eugenia envuelta en una toalla rosada.

-¡Franco! – gritó ésta.

-Lo siento, lo siento. – se disculpó el rubio volteándose rápidamente.

-¡Siempre haces lo mismo! – se quejó Euge en un tono alto. Ángela bajó las escaleras y miró a Franco que miraba hacia la puerta carcajeando.

-¿Qué pasa? – preguntó ella riendo.

-Tu novio, que no sabe el significado de llamar a la puerta antes de entrar.

-Lo siento Euge, no te enfades. – dijo Franco caminando hasta Euge para darle un beso en la mejilla. Esta le empujó mientras él carcajeaba y Ángela los observaba con una sonrisa traviesa en los labios.

Euge corrió escaleras arriba, para continuar preparándose.

|| Narra Franco ||

-Ange. – susurré.

-¿Qué? – rió extrañada. Casi nunca la llamo por su apodo. Me hizo gracia su expresión. Me acerqué lo suficiente como para agarrarla de la cintura y acércame a su oído.

-¿Qué tal si nos escapamos? – susurré. Ella estuvo unos segundos en silencio.

-Per...

-Anda gatita, vamos. – curvé mis labios dejando salir una sonrisa. Con su mirada clavada en mí, comenzó a sonreír lentamente.

-Está bien. – susurró esta vez ella. – Vamos. – tiró de mi mano con rudeza.

|| Narrador ||

No tan solo se estaban arriesgando con los exámenes si no que también corrían peligro de que les vieran salir de la universidad.

-Oye...- le dijo ella mientras trataban de escaparse. - ¿Dónde estabas anoche?

-Haciendo una cosa. – dijo él un tanto serio. Ella frunció el ceño y él tiro de su mano haciendo que los pensamientos de Ángela se marcharan volando.
Salieron corriendo por los arboles que cubrían todo los alrededores de la universidad y llegaron a un punto...que conocían bastante bien.

-¿En moto? – preguntó ella haciendo una mueca. Él la miró y curvó sus labios. – Vale, vale, está bien. – carcajeó Ángela.

Franco se sube en la moto e introduce la llave para acelerar dos veces, luego ella se apoya en su hombro y logra montarse. Acelera rápido, para luego desaparecer de los alrededores. Como diría Mario Casas en estas circunstancias: a 200 kilómetros por hora, a toda hostia. Extrañaban esa sensación. La última vez que montaron en ella, se odiaban incontrolablemente. O eso pensaban ellos.

-¡Extiende tus manos, siente el aire! – grita Franco con la mirada clavada en la carretera.

-¿¿Estás loco?? – gritó esta vez ella.

-¡Hazme caso, te va a gustar!

Desafió al Corazón [FRANGELA]Where stories live. Discover now