Tres Placeres

58 6 0
                                    

Siempre me gustó verte sonreír. Es innegable. Casi tanto cómo disfrute cada uno de los momentos que la vida me regaló contigo. Sabes de sobra que te quise como a nadie. No te equivoques, te sigo queriendo. Pero las personas cambian, los sentimientos cambian. Sin embargo, lo más importante es ser sincero y no herir a nadie. Me sentiría terrible conmigo mismo si derramaras una sola lágrima por mi culpa, y si por alguna razón lo hubieras hecho, desearía enmendar mi error. No pienses que es fácil dejar atrás a alguien cómo tú: alguien que me rescató con sus consejos. Una mujer hermosa, inteligente, divertida... Posees todas las cualidades para tener a tu lado a cualquier hombre que desees. Eres admirable, te quiero. Sé que un par de veces he actuado de manera muy infantil, ignorándote cuando no lo merecías, haciendo que te sientas mal contigo misma. Pero ¿Sabes? Para mí, siempre llegaste a rozar la perfección. Tanto así que nunca me atreví a tocarte, pues te veía lejos de mí. Un día, perdí el miedo y rocé tus mejillas. A día de hoy, no quisiera más que volver a sentir la nostálgica sensación de tu rostro lleno de cariño, puesto que no mentía cuando dije que eras uno de mis pocos motivos para levantarme por las mañanas, y sé que sin tí, mi vida se reducirá a la mitad. Supongo que todos necesitamos alguna vez un cómplice: alguien que nos enseñe y ayude a usar el corazón. Eso fuiste tu para mí. Eso y más. Más que un cómplice: un apoyo, un lugar de dónde sostenerme, y tal vez una de las amistades más hermosas e inolvidables que seguramente jamás tendré. Desgraciadamente -y aunque cause dolor aceptarlo- tenías razón: No debí aferrarme. Lo único que puedo hacer ahora es darte las gracias. Gracias por tus consejos, por tus palabras y por hacerme sentir bien todo este tiempo. Fuiste lo más cerca que estuve de llegar a rozar el cielo, de ser alguien mejor, de quererme a mi mismo. Gracias. Gracias por tu voz -aunque suerte extraño- porque aprendí mucho de ella, de sus sabias palabras, que cortaban la mía cada vez que te escuchaba hablar. Siendo sincero, quiero que pase de nuevo. Voy a extrañarte, tal vez más de lo que debería y menos de lo que quisiera. Siempre fuiste buena conmigo y no estoy seguro de haberte correspondido de la mejor manera. También extrañare tu compañía, las veces que pasamos tiempo juntos, tus mensajes en aquellos días en los que necesitabas ayuda... No te equivoques, aún puedes pedírmela. Mi intención nunca fue hacer que perdieras toda la confianza que pusiste en mí. Lo confieso: contigo también lo tuve todo. Supiste retratarme de la manera más acertada posible. El placer ha sido todo mío. Tu sonrisa. Tus mejillas. Tu voz. Mis tres placeres. El llanto ahogado que muere por salir ahora mismo -ay, si pudieras verme- y la sonrisa que se forma al pensar que quizás serás un poco más feliz sin mí. Sin todos mis decesos, que te provocaban ganas de pegarme en la cabeza cada vez que alguno de ellos me invadía. El placer ha sido mío. Porque te quiero. Porque sé que fuiste sincera al decir que te agradó conocerme. Porque tal vez algún día se junten nuestros caminos, y porque siempre estaré aquí. Sabes dónde hallarme. Te quiero mucho. Gracias por salvarme la vida.

Escritos Para No DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora