"Amiga"

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Existen días en que uno necesita decir lo que siente, tal como lo siente. Este es uno de ellos, y con justa razón, pues estoy harto. Harto de tus mentiras, harto de ser uno del montón y de sentir que solo me miras cuando estoy mal. Cuando estoy bien, no soy más que otro triste cero a la izquierda. Me cansé de no saber cómo es todo realmente, y de la falsa confianza que decías tenerme. Pero ante todo, me cansé de mi poca capacidad para darme cuenta de las cosas que ocurren a mi alrededor, y de que nada es como decías que era. No eres más que otra cómo ellos: fingiendo sentir algo semejante a lo que sentía yo por tí, sin darte cuenta que mi alma ama a su manera, y su escala es inalcanzable. Te pedí que me alejaras, pero no pensé que fueras tan cobarde como para romperme el corazón antes de hacerlo. Porque, efectivamente, me has roto el corazón. Por tercera vez. Pero mi corazón no tiene garantía: quien lo rompe, lo paga. Abrí mi puerta una segunda vez por tí, porque te quería. ¿Por qué pensé que esta vez seria diferente? Y es qué si supieras cómo me siento, no actuarias de la forma en qué lo haces. Pero claro que no lo sabes, pues nunca te has molestado en preguntarme. ¿Sabes? En verdad pensé que eras diferente, que podrías dejar huella en mi vida. Pensé que te importaba... Soy un idiota, claro que no te importo. Después de todo, prefieres llamar "amigo" a aquella persona  con tan poca hombría, que se dedica a escupir cual saliva los secretos que le cuentas, o a aquella que te expone delante de los demás, incluso a quien aprovecha nuestras lejanías para trepar por tu piel. Siempre consideré que esas personas eran la peor basura del mundo, y me di cuenta que tú también lo eres, y mereces ser tratada cómo tal. Yo era capaz de dejar el mundo por tí. Contigo fui tan amable y detallista cómo no lo fui con nadie. Y tú, en cambio, no dabas más que falsas miradas lastimeras que se convertían en burlas y palabras envenenadas cuando me dabas la espalda. Debí hacerte caso y pensar en mí, por peligroso que sea en esta era. Pues bien, "amiga", tus palabras están muertas, y tus recuerdos, podridos. Tranquila, yo sé olvidar: aprendí de la mejor. Olvidar no es simplemente dejar de pensar en tí: es madurar y entender que así será mejor. Es no sentir remordimiento al pulsar el botón para borrar tus mensajes. Es mandarte al infierno con tu amistad de plástico. Es no estar seguro de como pasó esto,  pero no darle la importancia que creí tener para tí. Es tragarme mis ganas de amanecerte cada día con uno de esos abrazos de los que tú me volviste mendigo. Tenía tanto por decirte... Pero ahora sólo te diré una cosa: te odio. Corre, que para eso eres buena. Corre a la protección que te aparenta brindar algún aparecido que usas sólo para olvidarte de otro. Pobre alma inocente. Y tú, pobre desgraciada. Esto es mucho más que los celos de un alma rencorosa lastimada. Es mucho más que rabia, es una decepción. Es un " vete a la mierda", es mi furia y mi nostalgia. Mis pesadillas, mi locura, mi sangre y mi recurrencia. Mi problema y mi única salida. Producto de mi mente astuta, inspirada en algo que ni siquiera lo merece. Te odio. Nunca pensé en decirlo, pero me obligaste, "amiga". Mi tren es de esos que pasa una sola vez en la vida, y no se detendrá por quien esta ocupado  mirándose a sí mismo.

Escritos Para No DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora