Luces fuera.

Capítulo 4.

Sophie había nacido en una familia bastante conflictiva, su padre sufría de ataques de ansiedad y constantemente se desquitaba golpeando a su mujer.

Y sí, los rumores de los pequeños niños en la primaria eran ciertos. El día anterior al allanamiento de la humilde casa de Sophie por parte de la policía una joven mujer escuchó los llantos desesperados de un bebé, y logró ingresar por una de las ventanas de aquella vivienda. La mujer pudo identificar que aquél llanto provenía del sótano y se llevó una escalofriante sorpresa al encontrar dos cuerpos completamente ensangrentados y putrefactos tirados en una de las esquinas del pequeño sótano.
Logró identificar el cuerpo de lo que era una mujer, aunque le fue difícil ya que sobre él se encontraba cualquier cantidad de insectos, larvas, cucarachas, ácaros e incluso decenas de arañas que salian por las cuencas putrefactas dónde alguna vez se encontraron unos ojos. A tan sólo unos metros del cuerpo de la mujer se encontraba el cuerpo de un hombre no mayor de 40 años, tirado contra una ventana con el cráneo perforado, el arma se encontraba a un lado de su descompuesta mano, y a su alrededor se podían distinguir un par de dientes, por lo que la mujer pudo identificar que el arma había sido disparada desde su boca.

La mujer estuvo un par de minutos observando tan asquerosa escena y al salir de su shock reaccionó rápidamente; contuvo la respiración ya que se encontraba al borde del vómito por tan hediondo olor, tomó a la pequeña niña en brazos y salió corriendo lo más rápido posible de aquél lugar, no quería terminar incriminada en aquél magnicidio.
En el camino encontró una pequeña caja de cartón y compró una diminuta cobija; allí introdujo a la niña y caminó lo más lejos que pudo llegar de esa vivienda, corrió hasta que sus pies no le dieron más de tantas ampollas que en él se habían formado, y cuando creyó estar a una distancia prudente, dejó a la niña en la puerta de una casa y golpeó en ella para luego salir huyendo.

Sophie fue recogida de aquella puerta por una anciana de unos 68 años, que hasta el día de hoy la ha acogido y criado cómo la hija que nunca pudo tener, aunque no podrá seguirlo haciendo por mucho tiempo más.

Capítulo dedicado a PaulaYepesAcosta, gracias por ser una fiel lectora, por tus votos y tus comentarios, lo aprecio un montón♥.