Capítulo 6.

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Victoria estuvo cerca de 14 horas inconsciente, y cuándo despertó no recordaba nada de lo ocurrido el día anterior, por lo que la policía no tuvo más alternativa que creer la versión de Sophie y dar por terminado el caso. Sin embargo, se acercaron a la casa de Sophie y le dejaron un par de recomendaciones a su madre adoptiva, quién dijo que a su avanzada edad no podía seguir cuidando de una niña tan conflictiva cómo lo era Sophie, y que luego de 8 años de mantenerle, ya no contaba con los recursos para seguirlo haciendo; por lo cuál preguntó si había alguna probabilidad de llevarle al orfanato del pueblo.

Los policías expresaron su preocupación por la avanzada edad de la mujer y la atroz enfermedad que consumía lentamente su cuerpo, puesto que sin saber de medicina, no le daban más de 6 meses de vida a la anciana. Optaron por aceptar su petición y llevar a Sophie al pequeño orfanato del pueblo.

Sophie salió del hospital alegre y radiante, como si su amiga no se encontrase postrada en una cama con los huesos rotos, y su familia no acabara de amenazarle; caminó rumbo a su casa y al llegar la policía estaba esperándole con sus escasas pertenencías empacadas en pequeñas maletas. Sorprendentemente la niña no opuso resistencia, tomó sus maletas y se despidió de su madrastra con un ligero movimiento de manos.

Los guardias la condujeron a la que sería su nueva habitación en el orfanato. Acomodó sus cosas y escondió bajo el colchón la mochila que contenía las fotografías de su familia, no quería que nadie descubriera esas imágenes, esta vez no permitiría que la tratasen de loca cómo lo hacían los niños de su anterior escuela.

Sophie duró dos semanas en el orfanato, hasta que el terrible incidente ocurrió. No podía dormir en las noches, no encontraba manera alguna de escapar de aquél lugar e ir a buscar a Victoria, no permitiría que le arrebataran tan fácilmente a su única amiga. Los demás niños del orfanato no se acercaban a ella, permanecía la mayor parte del tiempo aislada; hasta aquella tarde de Junio. Sophie lo predijo, nadie quiso creerle, pero tampoco hizo nada por evitar lo que ocurriría. Sabía que si todos los niños y los ayudantes del orfanato murieran ya no habría quién se burlase de ella, los habitantes del pueblo le tendrían respeto de ahora en adelante, y nadie se atrevería a mencionar su nombre en forma despreciable.

Perdería su vida, pero encontraría la forma de regresar y atormentar a quiénes  lastimaron su existencia.

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