El ser amigos.

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El ser amigos.

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Al sonar las campanadas de la medianoche comenzaron a escucharse los fuegos artificiales provenientes de diferentes puntos de la ciudad. El cielo oscuro brillaba reluciente presumiendo cientos de colores estrepitándose entre sí. La cena en casa de los Haruno se había visto interrumpida por aquel espectáculo y la familia se hallaba congregada en la puerta para poder apreciarlo embelesados . Sakura se aferraba fuertemente a la fría mano que sostenía la suya con fuerza, temiendo que aquel momento se esfumara al despertar del mágico sueño en el que creía encontrarse. De pronto su mirada se cruzó con unos ojos oscuros, que al igual que el cielo se iluminaba de a ratos reflejando cientos de colores, y una calidez que nunca antes había visto en ellos se apoderó de su cuerpo.

-Te quiero, Sakura.

Yo pensé... en verdad creí que las cosas se habían solucionado.

Jamás olvidaré esa navidad, Sasuke-kun...

Lo que yo hacía por ti no era suficiente...

Lo siento...

...

Tan pronto y sin darse cuenta se encontraba perdiendo las últimas horas de aquel por demás complicado año. El segundero de la sala de estar torturaba sus tímpanos, el silencio era casi sepulcral. Unos cuantos metros más allá, tendido en una gruesa manta de lana con una taza de café humeante a un lado se encontraba Itachi, su hermano mayor, leyendo un libro con suma concentración, frunciendo ligeramente el ceño y gruñendo cada tanto. Estúpido y aburrido hermano mayor. Se había rendido de ver cualquier cosa en la televisión cerca del medio día puesto que la mayoría de los canales se encontraban transmitiendo absurdos especiales interminables de fin de año, y eso lo fastidiaba sobre manera.

-Saldré. -anunció al rededor de las seis de la tarde, cubierto hasta las orejas debido al grotesco frío que de pronto se había desatado.

-¿Y me dirás a dónde o me dejarás preocuparme por ti durante toda la noche como hiciste en Navidad? -inquirió Itachi sin tomarse la molestia de mirarlo.

-No tardaré.

-Eso no es un lugar, Sasuke. -insistió el mayor de los Uchihas mientras alargaba una mano hasta su taza de café distraídamente, quemándose el pulgar por accidente. -¡Ah! ¡Maldición!

-Iré a casa de Naruto, no tardaré. -bufó Sasuke llegando a la puerta, ignorando los pequeños alaridos de Itachi.

-¿Ya pensaste en lo que te dije el otro día?

Sasuke se detuvo en seco con la mano sobre el pomo de la puerta, mirando sin mirar un punto fijo inexistente en la nada. Sí, había pensado sobre todo lo que su hermano le hubo dicho apenas llegó, aceptó sus múltiples disculpas, perdonó su ausencia e hizo las pases consigo mismo respecto a cómo se sentía, o al menos eso creía, porque una última duda acechaba todo lo anteriormente ya establecido, y lo hacía retroceder mil pasos.

-Todavía no tengo una respuesta. -y salió a la calle topándose con un helado viento inclemente.

No le tomó mucho tiempo cruzar las escasas cinco calles que lo separaban de su estúpido mejor amigo, quizás porque había pasado todo el camino sumido en sus propios pensamientos, o tal vez porque el frío lo hubo obligado a acelerar el paso inconscientemente, aun así ni siquiera se había molestado en detenerse a tocar la puerta, giró el pomo y ésta estaba abierta como de costumbre. Dentro, un deforme bulto anaranjado con el cabello rubio completamente desordenado lo miró moviéndose un poco sobre el sillón. 

Así fue como nos enamoramos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora