Destinos enredados.

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Destinos enredados.

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27

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-¡Hey! ¡Ohayo, Hinata! -saludó un castaño con una inmensa sonrisa al ver llegar a su nueva compañera temprano aquella mañana. 

-Oh-ohayo, Kiba-kun. -respondió la ojiperla ligeramente sorprendida. Llevaba el cabello recogido en una coleta alta con su habitual flequillo decorando su pálido rostro en el que se apreciaba un ligero sonrojo. En sus manos sostenía una pequeña bolsa de papel marrón con algo escrito en ella y que Kiba no alcanzaba a leer. -Disculpa, vi a... 

-¿Qué traes ahí, eh? -cuestionó el chico con curiosidad, ignorando la casi inaudible voz de Hinata. -¿Es para alguien?

-Oh, ésto, si... Es el desayuno de papá, lo olvidó en el auto y pensé en llevárselo a su oficina. 

-Ah, así que esa es la comida del director. -bromeó Kiba con un pequeño guiño, llegando hasta ella y asomándose por la puerta hacia el pasillo a sus espaldas. -¿Y a quién estabas mirando entonces? -inquirió enarcando una ceja. 

De pronto el sonrojo en el rostro de Hinata se había expandido hasta las puntas de sus orejas. Parecía estar muy avergonzada. ¿Quizás nerviosa? En las últimas dos semanas había resultado ser una persona agradable y dulce, aunque un poco tímida, y rápidamente Kiba Inuzuka se había vuelto su amigo, pese a sus opuestas personalidades, ya que él, a su vez, era intrépido, relajado y divertido. Las charlas eran entretenidas y poco a poco Kiba iba familiarizandose con las expresiones de la Hyuga, sacando ventaja de ellas. 

-N-no, a... nadie. -balbuceó Hinata negando con la cabeza y caminando velozmente a su asiento. 

Kiba rió. 

-¿Así que era Naruto de nuevo? 

-¿Qué? ¡No! 

-Puedo saber cuando mientes Hinata -volvió a reír el castaño acercándose a ella y señalándola acusadoramente con el dedo índice. -Pareces un tomate cuando estás nerviosa. 

-Kiba. -interrumpió otro chico entrando al  salón, con un abundante cabello erizado y una enorme bufanda enrollada en el cuello que cubría gran parte de su rostro. -Deja de molestar a la hija del director. 

-Pero no estoy haciendo nada. -se excusó el aludido levantando las manos y haciendo un puchero. -Además, sólo le preguntaba a Hinata quién la había puesto nerviosa tan temprano en la mañana. 

-¿Así que ya llegó Naruto? 

-¡Shino! -exclamó Hinata aun más avergonzada mirando con incredulidad a sus dos compañeros. Shino Aburame se sentaba justo detrás de ella durante clases, era bastante serio y callado, y de alguna extraña forma, por muy difícil que fuese creerlo, era el mejor amigo de Kiba desde la infancia. Ambos eran sujetos increíbles. -¡Ah! ¿Podríamos olvidar ésto, por favor? -suplicó la ojiperla cubriendo su rostro con ambas manos. 

-¿Kiba? -tentó Shino. 

-Bien, ya. -se resignó el castaño regresando a su asiento para dejarse caer sin cuidado. -No entiendo porqué no sólo le hablas y acabas con el suspenso. 

...

Aún recuerdo lo duros que  fueron esos días de escuela... 

Ahora me doy cuenta de que fui yo la que provocó todo aquello...

Mi miedo, mi inseguridad... tu dolor... sólo empeoré las cosas.

Qué tonta.

-¿Cómo te va? -cuestionó Naruto llegando hasta su asiento para dejar su mochila en él. Miraba con atención a su mejor amigo, quién se hallaba contemplando el cielo a través de la ventana. Se recargó en el escritorio frente a él y se cruzó de brazos esperando una respuesta. Era muy temprano, la escuela se hallaba casi desierta y en los pasillos corría el olor a café recién preparado que se colaba desde la sala de maestros. Esperó, pero no recibió respuesta alguna. -¿Ahora no me hablas? 

Así fue como nos enamoramos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora