POV Louis

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2011

Todo es un maldito drama en esta casa. Cada vez tengo más ganas de irme a Los Ángeles con Nate, en cuanto encontremos un apartamento que nos guste nos iremos, no soporto más este lugar.

Papá y Courtney se van a divorciar. Ya lo suponíamos, teniendo en cuenta los gritos, y de hecho cuando nos lo han comunicado, como si nos tuviera que suponer un trauma o algo, me ha dado completamente igual. He aguantado a Courtney y Janelle tres años, y de hecho me alivia que se vayan, pero como escuche un solo grito más voy a golpear a alguien, probablemente a mi padre.

—¡Tenías que joderlo todo e ir por ahí follándote a cualquier guarra más joven que yo! —grita Courtney, y cierro los ojos—. ¡Lo dejé todo por ti y ahora me haces esto!

—Vámonos de aquí —sugiere Nate, y asiento con la cabeza.

Nos levantamos del sofá y vamos en dirección a la puerta, encontrándonos a Alice y Deena, su mejor amiga, haciendo lo mismo que nosotros.

—Hora de escapar —dice Alice con una sonrisa amarga.

—Eso parece —contesto, mirando a Deena de reojo y viendo cómo se sonroja.

Se me escapa una pequeña sonrisa al ver sus mejillas sonrojadas, y la tensión que siento disminuye un poco.

Salimos del infierno en el que se ha convertido nuestra casa y Nate cierra la puerta con fuerza, para que se enteren de que nos hemos ido, a ver si reaccionan y ven que están haciendo el gilipollas.

—¿Y ahora qué? —pregunto.

—Ahora a cenar, que tengo hambre —contesta Alice como si fuera lo más obvio del mundo, y empieza a caminar hacia algún lugar que ella sabrá.

—Suena convincente. —Nate se encoge de hombros y empieza a caminar detrás de ella.

Yo les sigo, suponiendo que Alice sabe a dónde va, y a mi lado camina una enmudecida Deena. La miro con curiosidad. Deena tiene esta cualidad de tranquilizarme aún sin hacerlo expresamente, es como si su presencia me produjera una gran sensación de calma, y no sé por qué. Parece que a ella le pasa todo lo contrario, la pongo nerviosa y eso me parece tierno.

Hace muchos años que conozco a Deena y para mí siempre había sido como una hermana más. Se pasa el día en nuestra casa y siempre va con Alice, Nate le tiene mucho cariño y yo también, pero últimamente ella ha crecido mucho y no puedo evitar verla de otra manera.

Deena ya no es una niña, tiene casi dieciséis años y soy incapaz de verla como antes. Sus pechos han crecido mucho, joder si me he fijado, y ella ya no habla como una niña. Hace unos días la escuché hablar con Alice sobre un chico con el que se había acostado, y fue como una bofetada de realidad. Deena ya tiene vida sexual —y Alice seguramente también, pero en eso sí que no quiero pensar—, ya ha estado con chicos y tiene experiencia. Eso me pone y me molesta a la vez, y me quiero golpear a mí mismo por pensar así. Estoy enloqueciendo.

Mi vida amorosa está bastante muerta ahora mismo, estuve medio saliendo con una chica hace unos meses, lo que se tradujo en mucho sexo, pero al final no funcionó. Así que ahora estoy aquí, deseando en silencio a la mejor amiga de mi hermana pequeña, como un idiota salido.

Llegamos a un establecimiento de una conocida cadena de comida rápida y Alice se mete dentro, a lo que los demás la seguimos. Pedimos hamburguesas y bebidas y nos sentamos los cuatro en una mesa al lado del enorme ventanal.

—Entonces, ¿cuando os mudáis a Los Ángeles? —nos pregunta Alice mientras Deena mira algo en su móvil.

—En cuanto encontremos un apartamento —contesto.

—Papá también está pensando en mudarse a Los Ángeles —comenta Nate antes de dar otro mordisco a la enorme hamburguesa que se ha pedido.

—Así me gusta, cuanto más lejos, mejor —murmura Alice.

—¿Seguro que no quieres venir con nosotros? No quiero que estés sola en Londres —le digo, insistiendo en algo que le hemos propuesto varias veces.

—No, y ahora que sé que Ian también va a mudarse allí aún tengo más motivos para quedarme. Además, no estaré sola, tengo a esta perra —Señala a Deena, quien sonríe— y a Frank, y viviré con el abuelo. Ya lo he hablado con él, y dice que no le irá mal un poco de ayuda.

—Bueno, está bien —dice Nate.

Deena y Alice empiezan a hablar entre ellas de una fiesta a la que quieren ir y yo no puedo evitar quedarme mirando a Deena. Sus gestos, su sonrisa, su forma de reír cuando Alice le dice que tienen que intentar que Frank no termine vomitando en la fiesta, todo me hace sentir más atracción. E inevitablemente mis ojos bajan hasta enfocarse en su escote, y se me empieza a poner dura.

Joder, tengo que aprender a controlarme.


2016

No he aprendido una mierda. Soy un jodido animal que no sabe ser racional cuando es necesario, y lo he podido ver en la cara de Deena esta mañana. He visto el arrepentimiento en sus ojos cuando me he despertado y ella estaba allí, después de que nos acostáramos. Mi animal interno salió justo cuando ella estaba ebria y no fue una buena combinación, no debería haber ocurrido.

Pero entonces vienen a mi cabeza las no muchas cosas que recuerdo de anoche, su cara al llegar al orgasmo, sus paredes apretándose a mi alrededor, y se me vuelve a poner dura.

Joder, soy un gilipollas.

—Vaya, parece que alguien necesita echar un polvo —comenta Nate, sentándose en el sillón que hay delante del sofá en el que yo estoy sentado, en nuestro apartamento.

No, "alguien" no necesita echar un polvo, "alguien" necesita aprender a controlarse.

—Cállate —le pido, molesto.

—Oh, ¿el pequeño Lou está enfadado? —se burla Nate.

—Deja de llamarme pequeño, gilipollas, que nacimos con solo media hora de diferencia.

—Pues sí que estás enfadado. ¿Qué ha pasado?

—No me ha pasado nada, solo me he levantado de mal humor —miento.

—Hablando de levantarse, ¿dónde has dormido? Porque aquí no —dice, achinando los ojos.

Mierda, acaba de pillarme.

—Eres un cotilla. —Ruedo los ojos— Estaba con una chica, en su casa.

—Oh, así que era eso —dice, y me abraza, dándome palmaditas en la espalda—. Felicidades, Louis, llevabas mucho sin follar, ¿se te ha puesto dura al recordar lo de anoche?

—Deja de preguntar, guarro. —Lo aparto de mí, y él se ríe.

—Y yo que pensaba que por fin te habrías lanzado con Deena, en realidad estoy decepcionado —comenta, y le miro levantando una ceja.

Finge no entender nada, Louis, finge, pienso para mí mismo. No quiero decirle a Nate que me he follädo a la mejor amiga de nuestra hermana estando ambos ebrios, va a golpearme.

—¿Con Deena?

—Sí, Deena, esa a la que no paras de mirar cuando está con nosotros —me recuerda—. Se te nota desde China que estás colado por ella. Ah, claro, entonces te folläste a la otra para descargar tu frustración con Deena. ¿O te folläste a Deena?

—Deja de montarte telenovelas mentales, pesado. —Ruedo los ojos, fingiendo que está loco, y me levanto del sofá para irme a mi habitación.

—¡Sea lo que sea lo descubriré, y lo sabes! —grita mientras subo por las escaleras del dúplex.

Eso último me da un poco de miedo porque Nate me conoce mejor que nadie y es buenísimo descubriendo cosas, así que es probable que antes de una semana ya me haya llevado una paliza suya por haber tenido sexo con Deena.

Extras - Saga SmeedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora