Alberto no había podido resistirse a la cara de pena de Iñigo y ahora estaba desnudo en la cama pegado al cuerpo del mayor para hacer frente al frio parisino que se colaba por la ventana.
- Que sepas que sigo enfadado.
- Pues antes no lo parecía -respondió Errejón mientras le abrazaba más fuerte.
- No es justo...
- Lo que no es justo es que te enfades sin razón.
- ¿Sin razón? Me mentiste...
- Tenía miedo de decirte la verdad y que pensaras que Antoine es más que un amigo al que tenía que ayudar.
- Claro... es mucho mejor mentir.
- Alberto -le cogió la cara para que lo mirase- Ya te he dicho que lo siento, no estés más así va, que hoy es tu cumpleaños.
El malagueño cambió el gesto de enfado por el de pena, ni su hermano ni sus amigos le habían felicitado y era casi hora de comer, solo había recibido una parrafada de su padre que le había hecho llorar nada más levantarse. Iñigo lo notó.
- Hey, ¿qué pasa? No me pongas esa cara de pena...
- No es nada...
- Ya claro... Va, anda, desembucha.
- Solo me ha felicitado mi padre... Mis amigos y mi hermano se han olvidado de mi.
- ¿Cómo se van a haber olvidado de ti, bobo? Te felicitarán más tarde, ya lo verás, lo que pasa es que eres un impaciente.
Alberto viendo que se iba a poner a llorar y no quería que Iñigo lo viera, se puso de medio lado en la cama pero los sollozos avisaron al mayor que en seguida se preocupó.
- Hey, no llores... Se supone que es un día alegre pequeñin -le abrazó por detrás- ¿Quieres dejar de comerte la cabeza y disfrutar un poco del día? Confía en mi y ya verás como recibes todas las felicitaciones que estás esperando, ¿vale?
El moreno se dio la vuelta aún con los ojos vidriosos y le dio un suave beso al otro en los labios.
- No sé que haría sin ti hoy... Bueno hoy y siempre pero... ya me entiendes.
- Ay que tonto eres... Va, vamos a hacer algo de comer, ¿no? Yo tengo mucha hambre.
- Cocina tú anda, que a mi no me apetece... Además, es mi cumple y me tienes que mirar -y le guiñó un ojo.
- Qué morro tienes Albertito...
----------------------------------------------------------------------
- ¿De verdad tenemos que salir a cenar por ahí? Con lo calentito y lo a gusto que se está en casa...
- Estás más quejica de lo normal hoy eh... Te he dicho que ya está reservado de hace días y que además me apetece.
- Vaaale... Pero volemos pronto a casa.
- Ya veremos.
En realidad Iñigo sabía que no iban a volver a casa pronto, si todo salía bien la fiesta iba a prolongarse bastante y Alberto, además, no se quejaría por ello.
Ya estaban cerca de Notre Dame, cuando vio el malagueño vio que había recibido una foto de su hermano y cuando la abrió creía que le faltaba el aire.
- No... no... Iñigo -y le extendió el móvil para que lo viera.
- Vaya -dijo él poniendo su mejor cara de asombro y conteniendo la risa al ver la cara de su novio- Mira, de hecho ya lo veo desde aquí -dijo señalándolo a lo lejos.