Capítulo 2

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Los días transcurrieron sin mayor apuro, y al mismo ritmo, una nueva semana de clases comenzó en Landcourt. Aiden Roden se hizo camino a su pabellón, arrastrando los pies con desgano, luego de haber cortado sus horas de sueño a la mitad por culpa de la lluvia; Siempre que había lluvia había relámpagos y truenos, y donde sea que hubiera ruidos fuertes viniendo del cielo, Aiden no lograba conciliar el sueño.

Como era de esperarse, era el primer alumno en llegar al salón de clases, y aún quedaban unos buenos 15 minutos antes de que cualquier otra persona apareciera.

Con más desgano que antes, Aiden tiró su mochila sobre el pupitre y se sentó ruidosamente, aplastando su cara contra la mochila. Suspiró una, dos y tres veces, antes de decidirse a sacar uno de sus libros de texto y leer un poco para matar el tiempo.

Inmediatamente abrió su mochila, lo primero que vio fue su cuaderno de ciencias modernas y las hojas rasgadas que sobresalían de este; esas hojas, eran los borradores del proyecto en el que estuvo trabajando toda la semana anterior junto a su compañero Daniel Calo.

Aiden sacó el cuaderno y hojeó sus notas, dejando salir una pequeña sonrisa ante el contenido.

Aunque con un crudo comienzo, sus reuniones con Daniel fluyeron positivamente luego de su primer encuentro, y el trabajo estaba en marcha y por buen camino. Si bien cambiaron el lugar de reuniones después de la escuela y cortaron su jornada el día viernes a pedido de Daniel, todo lo demás estaba resultando bastante bien.

Muchos de sus amigos aseguraron que sería imposible para Aiden el llevarse bien con Daniel Calo, ya que tenía fama de no permitir que nadie trabajara a su lado, y aun si era forzado a trabajar en grupo por los profesores, solía quedarse con todo el trabajo para el solo. Todos tomaban esto como la forma en que Daniel mostraba que creía ser mejor que los demás por ser un estudiante de honor y por eso nadie intentaba intervenir u ofrecer su ayuda.

Pero Aiden no era el tipo de persona que se dejara arrastrar por los rumores, y desde el principio le dejó claro a Daniel que no se colgaría de su trabajo solo porque sí, y aunque a regañadientes, Daniel había aceptado sus condiciones y ambos estaban trabajando juntos; incluso podían tener una conversación de cuando en cuando, aunque el tema era en su mayoría algo relacionado al proyecto.

Era la primera vez que Aiden conocía a un chico de su edad ser tan extremadamente reservado como Daniel; aunque Aiden le preguntó sobre su número telefónico o mail para comunicarse, él dijo que no era necesario y que se apegarían a reunirse durante el almuerzo y después de clases.

Incluso aunque era probable que no se mantuvieran en contacto luego de que el proyecto terminara, Aiden estaba contento de haber logrado algo que sus demás compañeros creían imposible, y esperaba al menos poder saludar a Daniel en la mañana y recibir una respuesta de ahora en adelante, ya que era el único chico con el que no se había comunicado en la clase, aunque habían sido compañeros por tanto tiempo.

Quizás porque había sido criado por sus abuelos desde pequeño, Aiden sabía la importancia de tener personas cerca y tratar de llevarse bien con tantas como fuera posible; eso era lo que su abuela siempre le decía y ella siempre se aseguraba de que, en cada reunión familiar o salida, Aiden saludara e interactuara con todos los adultos y chicos de su edad por igual; por eso, para los demás era fácil abordarlo y entablar una amistad, él siempre estaba abierto a conocer nuevas personas.

—¿Qué haces aquí solo, sonriéndole a tu cuaderno? —En ese momento, su compañera de clases Lanay Greenville ingresaba al salón. Inmediatamente, Lanay tomó asiento en el pupitre frente a Aiden, arrojando sus cosas al pupitre del mismo modo que Aiden hizo antes y virando su cuerpo para hablarle frente a frente a su compañero— tan temprano como siempre... puedes decir que tu puntualidad es uno de tus pocos puntos fuertes—

Quizás mañana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora