Capítulo 5

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Respirando pausadamente, Daniel pudo sentir su cuerpo presionado contra una superficie firme pero cálida. Parpadeó, obligando sus cansados ojos a abrirse y pudo notar rápidamente que estaba en movimiento. Sus palmas estaban sudorosas, y una respiración jadeante, que no era la suya, acompañaba el ritmo oscilante de su propio pecho.

Sus ojos se enfocaron en sus propios brazos, cruzados sobre un par de hombros anchos; entonces, pudo ver mechones de cabello negro y ondulado en su periferia, meciéndose cuando una suave ventisca pasó a través de los calados del pasillo por el que cruzaban. Sus rodillas atrapadas en el agarre del dueño de aquellos rizos negros, sus pies balanceándose a cada costado de las caderas de este último; muertos, inmóviles.

<< ¿Aiden?>>

Aiden se encontraba empapado en sudor, Daniel podía sentir la humedad del sudor en la espalda de Aiden penetrar contra su uniforme.

A pesar de ser un miembro regular del equipo de atletismo, el marco de Aiden era delgado, incluso más que el propio Daniel, por lo que parecía tener problemas balanceando el peso extra en su espalda.

Daniel no podía creerlo, no recordaba nada o que había pasado ¿se desmayó? Todo parecía confuso, borroso y doloroso... muy doloroso.

Despertando del todo, Daniel parpadeó dos veces más antes de asimilar verdaderamente la situación en la que se encontraba; lo que lo llevó a moverse bruscamente, deteniendo el paso de Aiden, quien apretó el agarre en sus rodillas para no dejarlo caer.

—¿Daniel? ¿Estas despierto? — cerciorándose de que Daniel había recuperado el conocimiento, Aiden llamó el nombre de su compañero, encontrándose con un corto silencio, seguido de un leve jadeo.

—¿A dónde me llevas? — Daniel preguntó.

—A la enfermería. Perdiste el conocimiento por unos momentos— A-Además te ves muy pálido, es mejor si un adulto te revisa—.

Aquella corta vacilación, esa pequeña duda, provocó que Daniel se sacudiera violentamente. Las débiles rodillas de su compañero cedieron, y pronto ambos se encontraban en el piso.

—¡No! —Daniel gritó, forzando su cuerpo a soltarse del agarre de Aiden— No iré a ningún lado—.

—¡Espera...! ¡estás herido! ¡no puedes...! — Aiden continuó insistiendo, sujetando las piernas de Daniel con todas sus fuerzas.

Cuando Aiden giró su cuerpo para sujetarlo mejor, Daniel pudo notar el sudor corriendo por la frente de Aiden; su corto flequillo completamente empapado, su voz cruda y entrecortada por el pesado ritmo de su respiración.

Daniel cayó en cuenta en ese momento y automáticamente tiró de las mangas de su uniforme, cubriendo las marcas en sus muñecas; pero ya era muy tarde, era obvio que Aiden las había visto, era inútil tratar de negarlo ahora.

—T-Tuve un accidente en la ducha en la mañana, fue algo leve, estoy bien...—

Daniel inmediatamente esquivo la mirada de Aiden, llevando sus brazos a su pecho en un último e inútil intento por cubrir sus heridas, pero Aiden apretó sus labios y el agarre en las piernas de Daniel se hizo más fuerte.

—¡No me trates como a un idiota! se perfectamente la diferencia entre un golpe accidental y uno a propósito. Ninguna herida de ese tamaño puede ser accidental... no puede—

La conversación murió repentinamente tras aquella declaración, y en el calmado pasillo solo podía escucharse el sonido del viento golpeando suavemente contra las ramas de los árboles circundantes. Daniel continuaba con la cabeza gacha, sus manos apretadas fuertemente, sus movimientos seguían impedidos por las manos de Aiden que se cerraban en sus tobillos, y su mirada, insistente, queriendo respuestas.

Quizás mañana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora