Capítulo 3

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A la hora del almuerzo del día siguiente, Daniel se levantó de su asiento al momento que sonó la campana. Generalmente se tomaba su tiempo para organizar sus cosas y luego salir con calma, pero en ese momento tenía una enorme necesidad de terminar el día lo más rápido posible, así que organizó todo cinco minutos antes de que la clase acabara y salió antes que cualquier otro de sus compañeros.

Una vez abandonó el pabellón de clases, se dirigió a paso ligero hacia la cafetería. Los demás estudiantes apenas estaban abandonando los salones, por lo que la fila para elegir los alimentos en el mostrador de la cafetería no era tan larga. Al momento de llegar, Daniel tomó su charola y corrió hacia su lugar en la fila, solo seis estudiantes estaban delante suyo.

Tres estudiantes avanzaron, pero antes de que Daniel pudiera avanzar, fue halado de la fila por una mano. Daniel fue arrastrado todo el camino fuera de la cafetería hasta el pasillo que llevaba a las escaleras de emergencia, que, a su vez, conducían hacia el jardín trasero.

Una vez se detuvieron, Daniel dio dos pasos hacia atrás ante la vista de su compañero de clases, Aiden Roden.

—¿Qué crees que haces? ¡Necesito comprar mi almuerzo! — Daniel reprochó de inmediato, ya que para este momento la fila del mostrado debía ser al menos el triple que antes—

Aiden agitó sus manos, deteniendo el paso de Daniel de regreso hacia las escaleras.

—Hoy no es necesario, créeme—

Aiden le pidió a Daniel que tomara asiento, como siempre hacia. Daniel se encontraba bastante reacio a escucharlo y trató de escaparse varias veces, antes de finalmente darse por vencido con un sonoro chasquido de su lengua.

Aiden apoyó su mochila en el suelo y se sentó a su lado, poco después, sacó de la mochila dos recipientes de color azul; le pasó uno a Daniel y él se encargó de abrir el segundo. Los dos recipientes contenían un menú de tres porciones, una porción de arroz con vegetales, una porción de puré de papás y la tercera, un jugoso bistec de color dorado que humeaba deliciosamente.

Era un menú bastante simple, pero la boca de Daniel se hizo agua al segundo, aun incapaz de creer que este tipo de comida estaba siendo mostrada ante sus ojos.

—Sé que estabas muy molesto, ya que por mi culpa nos echaron de la biblioteca ayer. Por eso traje esto como una disculpa, por favor acéptalo—

Ante los ojos suplicantes de Aiden y el irresistible olor de la comida, a Daniel no le tomó demasiado tiempo titubear y abrió su propio recipiente, encontrando el mismo contenido que el de Aiden tenía. Aún con dudas, Daniel esperó hasta que su compañero diera la primera mordida, y luego, con absoluta parsimonia, comenzó a devorar el contenido en su recipiente.

A la mitad de la comida, Aiden pareció recordar algo y volvió las manos a su mochila, sacando de ella un termo de aluminio, el cual tenía como tapa dos pequeños vasos plásticos, sobre los cuales él vertió el contenido del termo; una bebida de color rojizo.

—Es jugo fresco de arándanos, mi abuela los cultiva— emocionado, Aiden colocó el pequeño vaso de plástico en la mano de su compañero—

Daniel aceptó la bebida y probó un sorbo; aunque tenía buen sabor, era mucho más dulce de lo que el acostumbraba a beber, así que lo bebió de forma lenta y simultáneamente con su comida para pasar el sabor.

Aiden por supuesto comía a un ritmo más rápido, por lo que tuvo algo de tiempo para reposar antes de que Daniel finalmente terminara su comida; con gusto observó que su compañero no había dejado nada dentro del recipiente y bebió del jugo por completo.

Quizás mañana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora