Capítulo 2

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Me adapté rápidamente al ambiente en lo que pisé el bar. Definitivamente, el contraste entre el aire fresco nocturno y el aire viciado del local, era demasiado.

Caminé cerca del área de fumadores y contuve la respiración. Me digné a tener la mirada al frente mientras pasaba por el lado de un par de parejas insinuando más que bailar la canción de fondo; algunos toqueteos por aquí otros por allá. Los prototipos de parejas de parejas desenfrenadas sin pudor que se presentaban por aquí.

-¡Pensé que no llegarías nunca!-. Gritó Chris en lo que me vio acercándome a él y me abrazaba. -Esta noche no sería buena si no tuviese a mi amuleto de la suerte conmigo, pequeña.- dramatizó y yo reí por su ocurrencia.

Chris y yo solíamos bromear con ese tipo de cosas. Al fin y al cabo, éramos amigos.

-Lo sé, lo sé.- Me encogí de hombros mientras me ataba el delantal y reía.- ¿Listo para la locura, chico ardiente?-. Pregunté dándole un codazo en son de broma.

-Claire, cariño. Yo nací listo.- aseguró.- La pregunta aquí es... ¿podrás resistirte a tanto encanto mientras trabajas con este barman ardiente a tu lado?-. Preguntó con sonrisa y mirada coqueta.

Estallamos a carcajadas y comenzamos nuestro trabajo.

Ser barwoman, por muy simple que pareciese, era agotador. Servir tragos lo más rápido posible, mezclar las bebidas correctas, asegurarse de que estuviesen suficientemente frías, entregarlas a los clientes correctos, confirmar su pago a Mary, la cajera. Pedidos tras pedidos, mezclando cantidades de alcohol correctos, tener que soportar miradas insinuantes de algunos clientes. Así pasamos todo nuestro turno Chris y yo, moviéndonos de un lado a otro.

Cuándo fueron cerca de la 1:30 de la mañana, ya no quedaba casi gente. Lo habitual de un día de semana. Chris y yo apilábamos los vasos de vidrio que habíamos lavado, y cuándo me giré hacia la barra para quitarme mi delantal, me detuve en seco.

Ojos oscuros y penetrantes, parecían observar hasta el más mínimo detalle de mi interior. Su rostro inexpresivo, cabello perfectamente peinado, mandíbula definida. Él estaba sentado a unas mesas más allá de mí, casi en la esquina. Era curiosa la manera en la que contrastaba con el ambiente. El entorno cargado de embriaguez, música bailable, luces de colores, algunas personas extremamente contentas haciendo movimientos ridículos tratando de seguir el ritmo de la canción. Y Él.

Un chico universitario, sentado escasamente en una silla que parecía muy pequeña para él, frío, calculador.

Me observaba desde lejos. Determinado a no apartar su mirada. Pero lo hizo. Giró la cabeza a un lado, llevándose la mirada lejos de mí, masajeó su nuca y se levantó sin mirarme para caminar hacia la salida.

-¡Claire! aterriza, cariño.- gritó Chris a mi lado, cuando supo que le había escuchado, dijo: -Vamos, te llevaré- a lo que asentí, terminé con el delantal y recogí mi bolso.

Le agradecí a mi amigo y le di un beso en la mejilla cuando me dejó en la puerta del departamento.

Siempre se tomaba la molestia de subir conmigo aunque yo le insistiera que se quedara en su auto.

Suspiré para darme cuenta lo agotada que estaba.

Me encontré con Lana dormida en su habitación y su tarea en la mesa de la cocina, la revisé.

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