Capítulo XV

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Rubén:

Otro día en el que parece que nada va a mejorar, pareciera que todo y a la vez nada está en mi contra.

Es tan triste saber que mientras los días transcurren más a mi madre le importo menos.

Y aunque pareciera un drama... Una tontería... Algo cliché... Algo sin sentido...

No sé... Me duele.

Es una cuchilla. Que se clava aún más profundo de lo que estaba antes, convirtiéndose en una herida llena de sangre, dolor y ardor...

Hace un buen tiempo que no hablo con ella... Quizá ya hasta me olvidó.

Me habría encantado preguntarle qué se siente morir lenta y dolorosamente.

Preguntarle ¿qué es lo que hay después de la muerte?

Confesarle tantas dudas que tengo y he llegado a tener, aquellas que sólo descubriré al morir.

¿Qué pasa con las "almas perdidas"?

Ella era una de estas almas perdidas ¿no?

Yo si.

No lo sé, sin querer... Sin darme cuenta comencé a apretar la mano de Mangel... Con fuerza.

Tanta que parecía que en algún momento se quebraría.

-Auch... Rubiuh.-

Escuché un quejido de su parte, parecía que en verdad dolía muchísimo...

La solté de repente.

-Lo siento....-

Bajé la mirada.

Sentí su fría mano. Recorriendo mis mejillas hasta llegar a mi cuello comenzando a apretarlo suavemente... Aunque al final éstas apretaron cada vez más fuerte.

Haciendo que se dificultara mi respiración.

-M-Mangel... Suelta.-

Comencé a luchar por mi vida. Sin sentido, tan monótona... No valía la pena.

Sin saber como sentí a alguien jalandome por el gorro verde de mi sudadera.

-Hey. ¿Qué crees que haces fracasado?.-

Escuche una voz... Tan familiar como la de ese estúpido niño mimado.

Y vaya que era ese idiota.

-Pero... Vengan a mirar a este marica. Pobre desgraciado.-

Me empujó tan fuerte que podía tirarme... Era algo obvio, ya que dentro de él cabían al menos tres yo.

A mitad de la calle. Tirado.

Mi mochila estaba totalmente vacía y mis libros... Por algún lado de aquel gran campo que se encontraba a un lado de mi instituto.

Me levanté, intentando no derramar lágrimas de desesperación e impotencia.

Con raspones y rasguños al rededor de mi cara y mis piernas...

Y en lo único que podía pensar era en el regaño que mi madre me gritaría al llegar a casa.

Quería huír. Aunque después de tantas veces repetir lo mismo... Sabía que esto no terminaría aún.

-Ojalá te pudras en el infierno.-

Escuché de su sucia boca...

Me levanté. Sintiendo un último puñetazo en la cara.

Y después... Todo se volvió oscuridad...

...

Siempre Tuyo [Rubelangel] Temp. 2 Un Sentimiento Un Poco Violento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora