¿Me has echado de menos?

358 30 13
                                    

Se encontraban sumidos en una profunda oscuridad, apenas se podía ver lo que había a unos centímetros de distancia. Chris agarró con fuerza la mano de Valentina mientras trataba de encontrar algo que le indicara donde se encontraban. Finalmente dio con una de las paredes de esa tenebrosa habitación. Con la mano apoyada en la fría piedra comenzó a caminar, siguiendo la pared, debía encontrar la puerta de salida tarde o temprano, pero no fue así.

Estaban dando vueltas y vueltas recorriendo aquellas paredes, que parecían tenerlos encerrados. Aquel lugar no tenía salida aparentemente.

- Debe ser un conjuro- murmuró Chris para sí mismo.Tras tanto tiempo junto con Sail, Odonai y todos los demás en el castillo, sabía reconocer perfectamente un hechizo, aunque él no supiera como conjurarlo.

- Yo podría intentar deshacerlo- contestó tímidamente Valentina.

Parecía una buena idea, pese a que Chris temía por lo que Valentina pudiera hacer. Ella nunca llegó a controlar sus poderes con precisión, y estos podrían liberarse de la misma manera que hace 16 años. Pero realmente no tenían otra opción, debían confiar que esto no sucediera.

Valentina juntó las palmas de sus manos con sumo cuidado, lentamente cerró los ojos y una tenue luz comenzó a iluminarlo todo. Una suave luz parecía brotar de cada uno de los poros de la piel de Valentina. Comenzó a condensarse en sus manos, volviéndose cada vez más nítida. El fino cabello de Valentina flotaba grácilmente a su alrededor dándole un aspecto angelical. Chris no podía apartar los ojos de aquella majestuosa escena que estaba presenciando, todo en ella era tan mágico y puro.

Realmente Valentina no sabía lo que estaba haciendo, sus instintos la guiaban como si de una marioneta se tratara. Sentía el poder creciendo en sus manos. No sabía con exactitud cómo había llegado ahí, ni cómo iba a utilizarlo, pero sentía algo dentro de ella iba formándose y floreciendo. Cuando todo su poder se concentró en sus manos, las abrió y liberó una pequeña esfera de luz, que quedó levitando frente a ella.

Valentina intentó tocarla con sumo cuidado, pero apartó su mano al instante. Parecía tan delicada, tan frágil, que temía que si la rozaba con su mano esta desapareciera. La esfera comenzó a titilar y a moverse por la habitación sin ningún patrón concreto. Parecía buscar una salida, que no existía. Un instante después la brillante luz comenzó a desvanecerse y finalmente se apagó.

- ¡No! - musitó Valentina sintiendo como el alma se le caía a los pies. Tanto esfuerzo y esperanza para nada.

Por un momento había llegado a pensar que estaba controlando sus poderes. Sabía que dentro de ella tenía mucho poder, pero este solo brotaba al exterior en momentos críticos, cuando sus sentimientos la obligaban. Pero sin ningún estímulo su poder era prácticamente nulo. Ver como esa pequeña luz se apagaba le había hecho darse cuenta.

- No te preocupes, nos las arreglaremos para salir de aquí- dijo Chris colocándole una mano en el hombro. Él siempre tenía un sexto sentido para captar los estados de ánimo de los demás, y se había dado perfectamente cuenta de la desilusión de Valentina.

Resultaba una tarea sin sentido seguir buscando una salida. Aquellas paredes no tenían ni un solo recoveco, botón o palanca que accionar para abrir una puerta, pero pese a ello, seguían intentándolo. Finalmente se dieron por vencidos y se sentaron en el frío suelo uno junto a otro.

A Valentina no le gustaba estar en aquella inmensa oscuridad. Le aterraba pensar que aquellas monstruosas criaturas que los habían llevado hasta allí pudieran estar observándolos desde alguna esquina de la inmensa habitación, esperando el mejor momento para acercarse. Agitó la cabeza tratando de quitarse aquel pensamiento de la cabeza. Entonces Chris la abrazó, sentir su contacto le hacía sentir más segura. Apoyó la cabeza en su pecho y sintió como si pudiera pasarse la vida entera en aquella posición tan reconfortante.

- Te he echado de menos- Susurró Chris.

Valentina no podía ver con claridad a Chris pese a estar a apenas unos centímetros de distancia, pero sabía que la estaba mirando. La estaba mirando como siempre lo hacía, con intensidad y con todo su amor puesto en la mirada.

- Siento haberte olvidado- Contestó Valentina con una sonrisa en los labios.

- En 16 años ningún día podía dejar de pensar en ti. No sabía que pensar. Quería creer que tu alma seguía con vida en algún lugar. Pero después de tanto tiempo...- Soltó un fuerte suspiro cargado de dolor y angustia- Creo que después de tanto tiempo, ni yo mismo me creía mis mentiras. Deseaba tener esperanza, pero la esperanza resultaba más dolorosa que la realidad. Pero cuando ya pensaba que había perdido completamente la fe en que volvieras, de repente volviste.

- Justo en el momento indicado- rio Valentina.

- ¡Exacto! No podría comparar la felicidad de ese momento con nada en el mundo.

Chris cogió aire para continuar hablando, pero su mirada se fue directa hacia abajo. Sin previo aviso el suelo comenzó a brillar, era un brillo tenue, pero se veía a simple vista. La habitación empezaba a iluminarse, era gigantesca y estaba completamente vacía. Un estruendo los sacó de su ensimismamiento. Las rocas del suelo se caían. Primero una a una con lentitud, después grandes grupos de ellas de golpe formando una gran polvareda.

Valentina y Chris estaban atrapados, pegándose cada vez más al muro de sus espaldas. Pero el avance no paraba.

- ¡Chris! - balbuceó nerviosa mientras agarraba con cada vez más fuerza su mano.

- No te preocupes- contestó sin mucha convicción Chris.

El agujero se iba extendiéndose cada vez más rápido, hasta que llegó a sus pies. Chris cogió en brazos a Valentina, él pararía la caída que hubiera. Pero cuando por fin las rocas bajo sus pies se precipitaron al vacío no cayeron. Bajo sus pies había una especie de cristal sosteniéndolo. Se podía ver perfectamente el abismo al que podrían haberse precipitado. Valentina se agachó para observarlo con más detenimiento cuando una intensa luz inundó desde el suelo todo por completo.

Cuando sus ojos se acostumbraron a aquel brillo los abrió. Lo que antes era un oscuro abismo ahora era una pequeña sala con una mesa en el centro. Valentina no acertaba a ver lo que estaba en aquella mesa, por mucho que lo intentara su vista no era tan buena. Chris se agachó a su lado, y al contemplar aquella escena él sí pudo ver de quien se trataba. Al percatarse su respiración se paró por un segundo.

- ¿Quién es? - preguntó ansiosa Valentina.

El rostro de Chris no mostraba expresión alguna y se estaba volviendo blanco por segundos.

Alguien entró en la habitación, su pelo era del color del atardecer, sus ojos verdes como la hierba y mostraba una gigantesca sonrisa.

- Hola mi amor, ¿me habías echado de menos?

Posó una mano en el pecho de la persona de la mesa, se escuchó un sonido, como una especie de chasquido y después un desgarrador grito que inundó toda la sala.


La casa de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora