Miradas que retornan y miradas vacías

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El silencio lo inundaba todo a su alrededor. El sol comenzaba a caer, señalando la llegada del atardecer. Se podía escuchar con total claridad el sonido de los pájaros aleteando hacia sus nidos, el aire meciendo las copas de los árboles de un lado al otros y la respiración de ambos jóvenes un frente al otro. Valentina miró fijamente al chico, que la mantenía aún sujeta. No decía ni una sola palabra, simplemente lo miraba, penetrando su mente para conseguir lo que quería.
- Necesito ir- dijo suplicante Valentina- Lo necesito- Soltó un suspiro, y ya por fin apartó la mirada, nada parecía suficiente para convencerlo.
El joven la soltó y se agachó, buscando de nuevo la mirada cabizbaja de Valentina. Mirándola fijamente no sabía descubrir que era lo que pensaba. Para él, ahora parecía una completa desconocida. Ciertamente, ella ya no era la Valentina que él había conocido, amado, besado, y nunca más lo sería.
-No lo entiendes, necesito ver a mi hermana, Leila tiene que saber que si soy Valentina, que ha recuperado a su hermana- su voz sonaba ansiosa, las palabras salían una tras otra de su boca sin saber muy bien lo que decía, no podía expresar lo que su corazón le mandaba- También necesito hablar con mi madre, se que podré convencerla de que verdaderamente soy yo, que nunca perdió a su hija. He de conseguir llegar al castillo y...
-Vale- interrumpió el joven- Iremos, pero juntos.
Chris sabía que era una locura entrar en el castillo sin que los capturaran , y teniendo en cuenta quien era Valentina, sabía que en el momento en el que se pusiera a gritar como una loca que ella era la hija heredera del rey, la condenarían nuevamente a morir. Pero era incapaz de decirle que no, y pasar tiempo junto a ella era un delicioso deseo echo realidad, sólo tenia que evitar que acabarán en los calabozos.
La cara de Valentina lo decís todo, su mirada brillaba y la sonrisa le llegaba de oreja a oreja. El viento mecía su melena suavemente, poco a poco la sonrisa de Valentina fue desapareciendo. Inclinó levemente su cabeza hacia un lado, y con sus labios semiabiertos, formado una pequeña O, miró a Chris. Tenía un extraño sentimiento en su interior, algo que la lanzaba a sus brazos, algo que le decía que aquel joven era importante para ella, y que lo echaba de menos. Pero no. Aquellos sentimientos comenzaron a cambiar, dejando pasó a otros más oscuros. Rencor y odio. Valentina apartó la mirada, no quería seguir sintiendo aquello. Había sido realmente extraño, todo había empezado siendo muy placentero, pero no entendía la razón ni el por qué sentía como si algo dentro de ella se hubiese nublado.
Comenzó a caminar, dejando a Chris atrás.
Lo había vuelto a hacer- pensó Chris- lo había mirado como si lo reconociera, pero igual que había llegado, se había ido.
Corrió para alcanzar a Valentina, quien no frenaba el paso. No podía dejarla caminar a sus anchas por aquel peligroso bosque. Ella podía pensar que lo conocía a la perfección, pero realmente todo había cambiado demasiado en su ausencia.
Estaban llegando al límite del bosque, Chris se sentía afortunado, no había sucedido nada durante su precipitada excursión por el bosque. Desde allí ya se podía ver Etisse. Las luces de la ciudad iluminaban a la perfección su grandeza.
Era todo tan bello- pensó Valentina- tal como lo recordaba.
Dio un paso para acercarse más a su amada ciudad, y entonces Chris la agarró de la cintura. Se encontraba demasiado cerca de ella, resultaba incómodo. Trató de apartarse de él, pero la agarró con más fuerza y le tapó la boca con la mano.
- Shh- fue lo único que Chris dijo ante aquella falta de caballerosidad.
Valentina no lograba entender que era lo que sucedía, pero entonces todo el bosque quedó iluminado por una gran ráfaga de luz blanca que los golpeó directamente. Instintivamente Valentina miró a Chris. La cara de este no era muy reconfortante, sus ojos observaban todo a su alrededor sin pararse más de dos segundos en un lugar. Finalmente Chris reaccionó, agarró la mano de Valentina con fuerza y tiró de ella. Comenzaron a correr por el borde del bosque, refugiado entre los frondosos árboles.
La luz no paraba de iluminarlo todo. Valentina intento ver de dónde provenía, pero al echar un vistazo a aquella brillante luz blanca, lo que vio fue otra cosa. Envuelto en aquella luz había un joven. A Valentina le resultaba familiar, era alto, bastante atractivo, y con unos ojos...
Chris tiró de Valentina para evitar que siguiera mirando hacia la luz. Siguieron corriendo, sin saber exactamente hacia donde. Repentinamente su carrera se vio frenada por un gigantesco acantilado. Chris se reprendió a si mismo por haber sido tan estúpido, llevaba rato escuchando el sonido del agua de la cascada caer, pero no había sido capaz de reaccionar a aquello. Ahora estaban atrapados. Una caída desde aquella altura sería mortal, y no tenía muy claro que Valentina fuera capaz de poder usar sus poderes para evitar morir. Puso los ojos en Valentina, cada vistazo que echaba le recordaba el amor que sentía por ella. En un instante la luz se apagó por completo.
-!!Salta¡¡- gritó Chris, corriendo directo hacia el acantilado- ¡¡Salta ahora!!
Valentina se resistía a tirarse hacia una muerte segura, pero entonces la luz volvió a aparecer con más fuerza aún, absorbiéndolo todo a su paso. Valentina saltó sin pensarlo agarrando a Chris con todas sus fuerzas, pero entonces la luz tiró de ella. Estaba suspendida en el vacío. La luz trataba de sacarla de aquel precipicio, mientras que Chris tiraba de ella hacia abajo. Si seguía sujetando de él ambos morirían espachurrados contra el suelo. La elección era fácil, quería vivir. Hizo un amago de soltar al joven, entonces este la miró fijamente. La mente de Valentina comenzó a trabajar desenfrenada, un montón de imágenes fueron a su cabeza, todas de aquellos ojos, con aquella cara, con él, Chris.
- ¡¡Chris!!- gritó Valentina con todas sus fuerzas. Las lágrimas de felicidad salían desbordantes de sus ojos.
Pese al ruido del agua cayendo, Chris la escuchó, parecía mentira, pero lo había reconocido. Dio un tirón de Valentina y por fin consiguió sacarla de haz de luz que la atrapaba. La rodeó con sus brazos y juntos cayeron al vacío.

-¡¡Despierta!!- gritaba una voz desesperada- por lo que más quieras, despierta.
Era imposible hacerlo despertar. Parecía muerto, pero Penélope sabía perfectamente que no lo estaba, o al menos no quería creerlo.
Menos mal que decidí seguirlo- pensó Penélope al verlo en el estado en el que se encontraba.
Aquella bruja lo estaba torturando de las maneras más inhumanas que podían existir, pero ciertamente ella ya no era humana.
-¡¡ Abre los ojos!!- gritaba lloriqueando Penélope- no puedes quedarte aquí, hay que irse.
Yuri comenzó a removerse un poco, pero sus heridas no se lo permitían. Trató de levantarse, pero el dolor apreciable en su mueca de dolor, se lo hacía imposible. Abrió los ojos y clavó la vista en Penélope. Esos ojos que en otras ocasiones habían estado llenos de vida, y le habían parecido realmente bellos, ahora estaban vacíos e inyectados en sangre.
- Ma...Ma-ta...me- consiguió pronunciar Yuri.
Entonces volvió a cerrar los ojos, quedando inconsciente de nuevo. Penélope no sabía que hacer, no podía dejarlo así, tenía que salvarlo, pero, ¿como?.

La casa de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora