Manos

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A la mañana siguiente, Julia tenía que ir a la ciudad para la clase de educación física, lo que se había convertido en un problema de logística. Los martes y viernes tendría que quedarse en la ciudad desde educación física hasta la hora de entrar a clases, lo que incluía una comida y un cambio de uniforme.

Julia miró a su alrededor dentro del salón de basket, había dos grupos diferentes en esa clase, uno para mujeres y otro para hombres. Vio a los chicos salir con una pelota de fútbol mientras las chicas se quedaban dentro, algunas estirando y otras sentadas charlando.

— ¿Qué nosotras no jugamos? —preguntó confundida.

— ¿Fútbol? No, hacemos vóley —respondió Alicia, que estaba tratando de recoger el último mechón de cabello en una colita, aunque no era lo suficientemente largo.

— Alicia empezó a pelear y a hablar porque no nos hacían hacer nada —Erica era una de las que seguía estirando— Supongo que la dire la quiere.

— Me quiere... matar. Vóley es lo mejor que pude conseguir —se encogió de hombros.

Adela miró hacia los lados mientras se rodeaba el cuerpo con los brazos. Hacía mucho tiempo que no hacía ejercicio, realmente mucho tiempo, desde el hospital. No podría correr una vuelta, se iba a desmayar, ¿verdad? El resto de las chicas ya se había organizado en parejas, a pedido de profesor, y empezaron temblarle las manos.

— ¿Querés hacer conmigo? —la voz de Julia la interrumpió y ella asintió.

— Dale —pensaba que se había quedado sola después de ver a Erica emparejarse con Alicia, pero tenía sentido, eran amigas de la infancia.

El profesor se acercó a ellas después de dar la orden para calentar, trotando alrededor de la cancha, y las saludó.

— ¿Saben jugar al vóley?

Julia negó con la cabeza y Adela la imitó.

— Las chicas llevan practicando desde el año pasado, pero no hay problema en preparar algo más tranqui para ustedes. Cualquier cosa me avisan, ¿sí?

— Genial, muchas gracias —Julia respondió por ella y Adela asintió, uniéndose a la respuesta.

— ¿Todo bien? —preguntó Erica, luego de alcanzarlas en su segunda vuelta.

Adela asintió y le dedicó una sonrisa pero igualmente estaba casi al final del grupo. Julia le seguía el paso y no se despegaba de ella, aunque sabía que sólo la estaba esperando.

Al terminar con las vueltas, comenzaron con una serie de pases sobre la red y varios movimientos técnicos. Alicia y Erica se mantuvieron cerca, pero trabajando cosas distintas.

— Erica y yo vamos a ir un poco más rápido. —dijo Alicia estirando los brazos— Pero pueden preguntar lo que necesiten.

— ¿O sea que venimos a entrenar? Bah.

— Siempre. La práctica hace al maestro.

— Pero yo no quiero ser maestra... —dijo siguiéndola de mala gana.

Alicia y Erica jugaban vóley solas, eran parte del equipo permanente de la escuela, y se notaba no sólo en su habilidad, sino en cómo parecían conocerse. Sabían la potencia y capacidad de la otra para jugar, a la vez que todas sus fallas. Pero eso les jugaba en contra todas las clases, cuando no sabían si el profesor las pondría juntas o en contra para el partido de cada clase.

Solían hacer de esta la última actividad de las clases, a la que podía sumarse quien quisiera, y era un partido relativamente corto que a veces se alargaba por fuera del horario. Era una manera de poner en práctica la teoría y la mecánica practicada durante las clases.

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