Capítulo 10

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El Astrónomo no abandonaba su infructuosa tarea de encontrar al habitante del asteroide B 612, que él mismo había descubierto. A eso se había comprometido con aquella fantástica rosa que le había hablado. Estaba en medio del desierto aprovechando que allí el cielo nocturno se ve con más claridad que en cualquier otra parte. Buscaba incansablemente por los distintos planetas y asteroides, que ahora podía ver mucho mejor, pero no hallaba nada con su ojo pegado al telescopio.
Mientras buscaba a ese príncipe que la rosa le había descrito pensaba qué ropa luciría cuando presentara nuevamente este importantísimo hallazgo para la astronomía y la ciencia en general. Se entusiasmaba más y más, imaginando el momento en que fuera reconocido por todos los científicos como el más brillante astrónomo de su tiempo, por haber descubierto no solo un asteroide, sino que en ese asteroide había vida y una rosa que podía hablar. Su fama llegaría a ser mundial.
Entretenido como estaba en sus fantasías, despegó un momento su ojo del telescopio y se sobresaltó al encontrar que, a su lado, estaba parado el Principito.
¡Qué susto me has dado! ¿Siempre asustas así a las personas?-
No. No fue mi intención asustarte, sólo que no quería interrumpirte. ¿Acaso buscas algo o simplemente miras las estrellas?-
Miro las estrellas porque a eso me dedico, pero además estoy buscando a alguien. -
¿Te dedicas a mirar las estrellas?-preguntó el Principito entusiasmado.
Sí, a eso me dedico, soy Astrónomo. -
¿Y te parecen hermosas?-
Amo las estrellas, las observo desde que era un niño. -
El Principito pensó que aquel adulto podría ser su amigo.
Yo también las amo, pero ¿a quién buscas además de mirar las estrellas?-
Busco al habitante de un pequeño asteroide, el asteroide B 612, que descubrí hace tiempo. Lo que no había descubierto por usar un telescopio menos potente que este, es que además, en ese asteroide vive una rosa, hay tres volcanes y las raíces de los baobabs amenazan con destruirlo. -
¡Ese es mi planeta! ¡De ahí provengo yo!-exclamó el Principito emocionado.
¡Entonces eres tú al que estoy buscando! Observando tu planeta con mi nuevo telescopio más potente he hablado con la rosa que hay allí y me ha dicho que las raíces de baobabs han crecido mucho, ella ha enfermado varias veces y como nadie le da agua ha aprendido a sobrevivir bebiendo el agua de sus lágrimas.
El Principito se sintió preocupado.
¡Debo volver cuanto antes! Ella es mi responsabilidad ¡Debo volver a mi planeta! ¡Tengo que encontrar a la Serpiente cuanto antes para que me devuelva a mi planeta!-
¿Una serpiente te devolverá a tu planeta?-
Sí, ella me dijo que me devolvería al lugar de donde provengo. -
No debes confiar en las serpientes, son muy peligrosas...-
Esta hablaba con sinceridad, aunque hablaba en enigmas, pero he creído en ella. Lo que no entiendo es por qué no me ha devuelto aún a mi planeta la vez que prometió hacerlo. -
Por esa razón te digo que las serpientes no son de confianza. -
Debe haber una buena razón para que no lo haya hecho. -
No sé cómo aconsejarte para que no creas lo que te ha dicho. -
No hace falta que lo hagas, creo en ella de todas formas. -
Ten mucho cuidado. -dijo el Astrónomo con preocupación.
Lo tendré. Podrás observarme cuando llegue a mi planeta. Debo irme. Adiós. -
Adiós, le diré a tu rosa que ya vas en camino. -
El Astrónomo volvió a pegar su ojo en el telescopio y el Principito se alejó caminando por el desierto.


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