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Lorena se levantó con una sonrisa practicada.

Estaba esperando aquello...

—Mis felicitaciones a nuestra nueva jefa. Sé que ella nos dará una nueva era de riquezas y será una líder digna de admirar, como ya es —Levantó la copa de vino Château que antes sostuvo impaciente—. ¡Por Scarlett!

Todos la imitaron haciendo sonar las copas y levantándose para felicitar a Scarlett.

Lorena palpó por última vez el bulto y desapareció entre la multitud, más allá de las sombras.

Quiero...

—Yo también quiero salir, Gabriel... —Dijo Alicia.

—Iba a decir que quería un carrito de colección de esos tan bonitos que salen en los anuncios de televisión —Se encogió de hombros—. Una vez me regalaron uno. Fue un chico que iba cogido de la mano de su madre y llevaba un carrito en la mano libre; era de color negro con unas pequeñas pegatinas de llamas rojas. Me miró. Yo estaba sentado, arrimado a la pared de una pequeña panadería, y de repente él se acercó y me lo regaló. Su madre hizo una sonrisa tierna.
El niño me dijo dos palabras antes de irse...

—¿Cuáles? —Preguntó Haziel por primera vez. No había hablado desde que llegó.

—¿Por qué? Al principio no entendí que me quiso decir, pero le di vueltas a la misma pregunta toda la semana, y... Encontré mi respuesta: ¿Por qué vives aquí, mientras yo vivo en un hogar cálido? ¿Por qué no tienes juguetes? ... Existen tantas opciones. A mí nadie me enseñó a madurar, lo hice por mi cuenta. Nadie es feliz, ni inocente cuando se vive en la Selva de Asfalto.

Es verdad —Afirmó Haziel—. Una vez tuve que robar el bolso de una señora, pero... —Meneó la cabeza— Alidia me dijo que estaba mal y no lo volví a hacer.

—¿Quién es Alidia? —Preguntó Alicia.

—Oh, ella es...

Y no pudo terminar su frase porque alguien entró por la doble  puerta de acero reforzado.

Una joven de melena rubia, que aún llevaba su vestido rojo chillón.

Lorena.

—Estoy aquí para salvaros. Odio a Scarlett, y sé que vosotros también. Así que no os queda más que colaborar conmigo.

Todos los niños se amontonaron contra la pared con Gabriel al frente.

—¿Cómo podemos confiar en ti? —Preguntó este.

—Porque no hay nadie más en quien confiar... —Se encogió de hombros—No podéis desperdiciar la oportunidad. Mirad, no sé cómo convenceros, y no os echo la culpa por no querer confiar en mí. Os comprendo, pero no hay nada más. Podéis salir antes de que miren las cámaras. Nadie vigila esta puerta personalmente. Confiad en mi. 

Había un tono suplicante en aquellas palabras. 

—Lo haremos —Habló Gabriel, provocando en sus amigos niños un murmullo— ¿Cómo? Nadie nos puede ver salir.

—Tengo un dispositivo aquí —Se palpó el bolsillo y al fin sacó el artefacto desconocido—. Apagará las luces por quince minutos y nada más. Eso es lo que tenéis para escapar... Yo os guiaré, pero he de advertiros que a donde salís es un bosque. Es de noche, y parecerá tenebroso, pero corred... Corred lo más rápido que podáis. Tengo que advertiros algo... —Una sonrisa apareció fugaz— Yo no pertenezco a esta red de Trata. Soy su prima y ella me arrastró involuntariamente hasta aquí. ¡Me dijo que se ganaba millones! pero no tenemos tiempo ahora para explicar nada... ¿Venís?

—¿Qué opináis? —Aventuró Gabriel.

Hubo un murmullo y luego una respuesta a coro, con mucho entusiasmo:

¡SÍ!   

La esperanza es algo que nunca debe perderse. Algo que requiere coraje y valor mantenerla, como una llama en contra de un viento glacial. Antes de gritar, mi Haziel me miró. Esa mirada tan conocida por mí: ¿Sí o no? Y entonces...

Asentí.


 

Tú y Yo (Eternamente Juntos) #PHAS2016 #WattQualityWhere stories live. Discover now