VI

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El calor es lo primero que me despierta.

Tanto en mi rostro como mi espalda, pero son diferentes soles.

Hay aves cantando de fondo. Los árboles moviéndose al ritmo del aire, los brazos de Dante aún al rededor de mi cuerpo, con una mano reposando en mi hinchado estómago, y yo sólo sonrío por lo feliz que estoy. Ya no tuve más pesadillas con él junto a mí.

No sé si es su gran tamaño, duplicando el mío, pero me hace sentir segura, totalmente a salvo de todo. No es una burbuja de felicidad.

Es un escudo tan fuerte que jamás quiero salir de él. Nunca.

Siento mi vejiga ser aplastada por el bebé y trato de librarme con cuidado de Dante, cosa que le hace gruñir y sostenerme aún más.

"Mía" gruñe.

Me ruborizo. Es la primera vez que le escucho decir eso con las defensas bajas. Sin nadie más a nuestro alrededor, y hace mariposas volar en mi interior, haciéndome recordar nuestro pasado.

Recuerdo que lo conocí cuando tenía diecinueve, en la vieja tienda de mi padre. Era de noche, de madrugada en el servicio de venticuatro horas.

Unos moteros, al rededor de seis, se estacionaron en frente a la tienda, y mi padre fefunfuñando, claramente preocupado por que nos asaltasen.

Yo también lo estaba, pero sabía dónde estaba el arma por si la necesitábamos. En mi cabeza ideé varios planes de emergencia si fueran necesarios, pero cuando ví a un hombre atravesar la puerta con otros dos detrás de él, me quedé petrificada.

Recuerdo lo alto que me pareció, fácilmente siendo treinta centímetros más grande que yo, con su cuerpo siendo el doble de grande que el mío. Curiosamente no me asusté, mucho menos cuando ví sus ojos, su rostro...

Ojos suaves, serios pero bondadosos. Era obviamente peligroso a la vista, con tatuajes y chalecos de un club de motocicletas, pero cuando sus ojos claros me miraron, sentí un escalofrío, del buen tipo, deslizarse por mi espalda. Me quedé queita, igual que él.

"Lo que sea que quieran, tómenlo y lárgense de aquí antes de que colmen mi paciencia. No queiro problemas con los rusos, ellos pensarán que hago tratos con los Sons".

"No exageres viejo, sólo venimos por unas cervezas y nos iremos" dice un hombre alto de ojos verdes, con expresión un poco loca.

"Tranquilo Tex, no planees es torturarlo a él, a nuestro VP no me agradaría" dice el otro tipo, de espaldas a todos.

"No eres divertido, Vosz, dicen que solías serlo en la marina".

El hombre, tan grande que me da miedo sólo mirarlo, no expresa nada.

Aún estoy petrificada en el suelo, con el trapeador en mano, y observo como el hombre que me mira, el Vicepresidente, se acerca a mí, como acechando mi cuerpo.

Tengo que levantar la cabeza para mirarlo, y él tiene que bajar la mirada hacia mí. Me hace sentir pequeña, y curiosamente me agrada.

Saca un pedazo de papel doblado por la mitad y lo introduce en el bolsillo delantero de mi mandil, rozando a propósito mi pecho. Me ruborizo, pero me gusta la sensación.

"Hay una pequeña reunión del club mañana en la noche. Te esperaré".

Sus voz es profunda, masculina. Me hace temblar un poco antes de verlo darse la vuelta y salir por la tienda, como si el mundo fuera poca cosa para él.

Chasquea los dedos y los dos hombres dejan de atormentar a mi padre para salir detrás de él. Mi padre estuvo tan distraído con ellos que ignoró por completo a el hombre que acaba de tocarme el pecho.

"Malditos moteros" dice, fefunfuñando.

Es curioso lo mucho que puede cambiar tu mundo en cuestión de nueve meses.

Terminé llendo a la fiesta, coqueteando con Dante y besándolo.

Desapareció unas semanas, manejando cosas del club, pero en su tiempo pensé que sólo había jugado conmigo. Así fue como conocí a su hermano, Kyle. Aprovechó la oportunidad y me mostró su lado dulce y normal, haciendo que lo amase en menos de un mes.

Me mudé a su casa cuando mi padre me hecho de casa al saber que estaba metiéndome en el club. Se molestó tanto que me tiró a la calle y me gritó nunca volver.

Lloré con mis dos pequeñas maletas. Estaba caminando cuando Kyle me encontró en una lavandería y se ofreció a recibirme. Le agradecí, y las cosas fueron buenas.

Hasta que llegó Dante. Él y Kyle se pelearon hasta que Kyle estaba lleno de sangre y hecho polvo en la tierra, fuera de El Purgatorio hasta que interferí y ordené que le dejara intacto. Kyle me había hecho pensar que Dante sólo quería una estúpida virgen a quién usar y después irse.

Me hizo creerlo, así que lo elegí a él cuando Dante exigió una respuesta. Ví cómo lo destruyó por dentro, como se fue desecho totalmente de ahí, viéndome ayudar a su hermano, cuidándole, besando a Kyle en vez de a él.

De ahí empezó el infierno. Empezó a maltratarme y golpearme en la cama, diciendo que sería sólo un juego, pero lo odié. Lo hice por él, pensé que se recuperaría de las heridas más rápido. Después los golpes fueron incrementando. Dejó de tocarme más que para golpearme. Pero bastó para embarazarme y dejarme atrapada con él.

Pensé en decirle a Dante, pero siempre estaba fuera con Cross, haciendo trabajo del club.

No tenía a nadie en el mundo.

Excepto a la esposa de Cross, Liliann.

Sospechaba que ella sabía acerca de Kyle, siempre quedándose en casa conmigo hasta que él se durmiese, llevándome a comer y a varias ecografías, llevándome de compras a por ropa maternal, productos de bebé y demás. Lo asumía como ayuda na más, hasta que veía las miradas de odio que disparaba a Kyle.

No podía hacer nada, por supuesto, si yo no decía nada, aunque fuera la encargada del club mientras Cross y Dante estuvieran fuera, pero tenía miedo.

De acabar en la calle, de que mataran a Kyle. De que mi bebé naciera en un mundo asqueroso. Estaba perdida, y aún más arrepentida de no haber hecho nada mientras Liliann vivía. Porque cuando murió todo se volvió peor.

Sólo recordarlo me hace querer llorar.

No sé que hubiese pasado si Dante no me hubiera rescatado de Kyle anoche.

No quiero ni pensarlo.

El universo no estuvo a mi favor, pero tengo la esperanza de que las cosas mejorarán de ahora en adelante.

Una patada en mi estómago me hace salir de mis pensamientos y me hace recordar mi necesidad del baño.

Hago una mueca.

"¿Dante?" trato de despertarlo.

Reacciona al instante y me escanea antes de responder.

"¿Pasa algo, pequeña?".

"Yo, uhm, necesito usar el baño" digo avergonzada "No podía liberarme de tus brazos" admito.

Él sonríe de lado antes de levantarse y tomarme en brazos, caminado al cuarto de baño.

"Puedo caminar" le recuerdo.

"No quiero a mi mujer caminando en el suelo frío".

Mi corazón se aprieta con el gesto de cariño que hace Dante.

Llegamos al baño y antes de dejarme en el suelo, mueve un tapete felpudo con el pie cerca del inodoro y me deposita con cuidado.

"Te daré privacidad, tengo unas llamadas que hacer".

"Okay" digo sonriendo.

Sale del baño y me deja sola a hacer mis asuntos, aunque no puedo evitar escuchar algo de su conversación.

"Lo haremos hoy, Tex. Manda a Marie con Vosz en media hora a mi casa. Junta a todo el club en la mesa, hay que buscarlo, es hombre muerto".

¿Te Montas? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora