Fue tal el alboroto, que Elias llego rápidamente para saber que pasaba, y Mauro su hijo mayor, apareció ahí también.
—¿Que sucede aquí!?— pregunta Elias, mientras se acercaba donde estaba Narda.
—¡Que esta negra es una salvaje, una vulgar!—le respondió Rosa gritándole a Elias.
—Me pego, Me pego—Le dijo Lila a Elias sollozando.
Con extrema dulzura, Elias tomo a la niña y preguntó
—¿Qué pasó?—dijo—¡Me dijo negra fea, y me pego!— explico Narda a Elias
De un manotazo aparto a su hija.
—Desde hoy tienes otra hermana ¿entendiste?—le grita Elias a Lila mientras la sujeta de los antebrazos apretándola con mucha fuerza.
—FUCH—Reprocho Lila, poniendo cara de asco.
Sin mas, se quito el grueso cinturón, y Lila retrocedió pálida y asustada.
—¡No papácito, me portare bien!— Le decía Lila a su padre con el rostro pálido, asustada llevándose las manos a la boca.
—Así me gusta. ¿tu tienes algo que decir?— Le dijo Elias amenazante a Mauro.
—¿Yo?— preguntó Mauro asustado al ver el cinturón de su padre en las manos.
Impaciente espero la respuesta.
—Es muy bonita, me gusta.— contesto Mauro tartamudeando.
—¡El colmo!—Exclamo Rosa enfadada.
A pesar de sus trece años Mauro era de carácter dulce.
—¿Le enseño la casa?— Pregunto Mauro a Elias un poco dudoso por su propuesta.
—Anda pues, y cuidala.— Le advirtió Elias.
Luego Elias miro con reproche a su mujer, que bajo la mirada avergonzada.
—¿Que harías si Lila se quedara huérfana?— Le dijo.
*****************************************************************
Al correr los días, aparentemente había logrado que la aceptaran como de la familia, y Lila se cuidaba bien de hacerla sufrir.
—No la soporto—se decía Lila a si misma escondida tras un árbol, observando como Elias jugaba con Narda en el patio.
—La quiere mas a ella que a mi, pero he de hacer que se ¡largue!—Pensaba mientras salia de su escondite para adentrarse en su casa.
*********************************
Pocos meses bastaron para que odiara a la "carbonera" como la llamaba Lila, pues el cariño de su hermano también se lo había robado.
—Algún día me las pagara muy caro.—pensaba viendo como Mauro jugaba con Narda en el patio.
