Capitulo 11

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—Con que se casaran cuando vuelva Luis..— meditaba muy silenciosamente Lila mientras observaba como Luis se perdía entre la oscuridad de aquella noche.

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           Años después....

Un acontecimiento inesperado sucedió, Elias se sentía enfermo.

—Dice el doctor que solo es cansancio— intentaba Narda de dar ánimos a su viejo y agotado padre, pero fue en vano Elias sabía que la edad lo estaba matando.

—Son los años hija, los años... —Hablaba casi sin fuerzas.

Pero aquella enfermedad lo retuvo mas tiempo en la cama, y Mauro empezó a tomar riendas en el negocio de la finca.

Mauro llegaba hasta la noche, cansado y desesperado. Le hacía falta gente que le ayudara.

—Es pesado solo para ti hijo.— hablaba Elias a Mauro que acababa de llegar...

—Saldré pronto adelante papá, no te preocupes— intento consolar Mauro a su padre, aunque sabía que tenía razón.

—Es cuestión de acostumbrarse.—dijo Mauro

—No lo creas, llevo años haciéndolo y se que te Agotarás.— comento Elias.

Le expuso un plan que casi lo convenció.

—Un administrador bajo tu cuidado sería ventajoso, y así no perderías tu carrera.— expuso Elias su idea.

Mauro solo observaba a Elias intentando analizar la idea de su padre, Elias prosiguió.

—Y de él aprenderás mejor el manejo de todo.— terminó de explicar.

—Tienes razón, se hará como dices.—aseguro Mauro a su Padre.

Una semana mas tarde llegó a la finca Ramón Castillo, era un hombre de cuarenta años, era alto, con un bigote gigantesco, vestido con unos jeans vaqueros, su enorme abrigo, con su sombrero vaquero al igual que sus botas.

—Vengo a ponerme a sus ordenes, señor Olea.—hizo una pequeña reverencia ante Elias como si fuese que esta viendo a un rey.

—Sus referencias son magníficas. Espero esté a gusto— dijo cortes Elias—Es con mi hijo con quien se entenderá—informo Elias.

—Encantado, quisiera empezar hoy mismo.—respondió Román, mientras se quitaba su sombrero.


Aquel hombre se instalaba en una casa muy pequeña, apartada de la finca.

—Elias es un viejo acabado, el hijo a lo mejor un idiota, es mi oportunidad de hacer una fortuna! nadie me lo impedirá.— Susurraba Ramón mientras terminaba de fumar si cigarrillo, sus ojos fríos como de víbora, recorrieron la extensión de la propiedad.

—Tienen demasiado.— observaba toda la propiedad mientras encendía otro cigarrillo.

Pensó en conocer primero en movimiento de la finca.

—Detalle por detalle... hasta saber que terreno piso, pero estoy seguro que sera fácil.—












La hija del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora