LayHan- Problemático ¿Amor?

Atando cabos

—Mr. Yixing.— Saludó un de los hombres al posarse frente a mi, no vacilaron en sentarse, sin apartar la mirada, expectantes a mis palabras, las cuales simplemente no llegaron. Estaba helado, sin saber qué decir.

—Todo parece indicar que el plan marcha a la perfección. ¿No ha recordado nada aún, cierto?— Sus palabras me llenaban de confusión, ¿plan? ¿Qué se supone que debería recordar? ¿Hablaban del chico... O de mi? Mi cabeza estaba a punto de estallar y al parecer mis expresiones transmitían bien mi estado catatónico.

—Joven Zhang, ¿se encuentra usted bien?. — Cuestionó el otro sujeto, mostrando algo de descontento.

—Yo. . . uhm. . . no sé. . . yo. . . —Balbuceé nervioso incapaz de controlar mis ideas. —Yo no tengo idea de lo que están hablando.— Dije por fin, mirándoles desconcertados. Para mi sorpresa rieron.

—Oh, por supuesto que no. Aún no debe haber pasado el efecto. Pero ya recordarás, es cuestión de horas más.

—Pero, ¿qué se supone que debo recordar?.— Cuestioné obligándome a mi mismo a recordar todo lo que había pasado la noche anterior, había fragmentos rotos en mi memoria que no parecían tener secuencia alguna.

—Trabajas para nosotros. . . más bien, con nosotros. ¿Eso te ayuda en algo?.— musitó uno de los hombres haciéndome salir de mis pensamientos, sus palabras resonaron en mi cabeza, y como por arte de magia todo comenzó a tomar forma dentro de mi cabeza. Entonces recordé. Todo había comenzado un par de días atrás. . .

Desde que conozco a Marcus había sido dueño del bar, él me abrió las puertas cuando apenas comenzaba con mi sueño de cantar para el público. Juntos vimos crecer el lugar, llenarse de gente poco a poco, cobrar vida. Yo solía tocar  toda la semana, pero eso no era suficiente para pagar las cuentas luego de la muerte de mi madre, me había quedado solo y lleno de deudas. Me vi obligado a trabajar en una agencia, mis conocimientos en música me permitieron ser ayudante de producción, sin embargo nunca tuve la oportunidad de mostrar mi música. Algunos fines de semana continuaba tocando en el bar, era mi pasión, mi escape de la realidad, lo que me hacía feliz.

Los dos sujetos se habían estado apareciendo desde hace meses por el lugar, lo cual no era algo de extrañarse, dos simples clientes más. Hace un par de semanas uno de ellos se acercó a mi, haciendo comentarios sobre lo agradable de mi música, hasta que terminamos tomando un trago y envueltos en una plática sobre mí y mi vida, nada interesante a decir verdad. Luego de eso desapareció. Hasta esa noche.

—Recuerdo todo. . . —Respondí mirándole fijamente mientras por instinto me enderezaba en mi asiento. Ambos sonrieron ante mis palabras. He cumplido con mi parte, ¿qué procede con el chico?

—En realidad, queremos cambiar un poco los planes.

—¿Cambio de planes?.— Lo que me faltaba, pero bien decía yo, "no hagas trato con esa gente", pero oh dios, bendito dinero que siempre cae tan bien.