El artista terminó su teatro de marionetas. Recibía varios aplausos mientras se inclinaba como señal de agradecimiento. Sabía que los nobles presentes habían disfrutado el pequeño espectáculo. Pero la única respuesta que le importaba provenía de la reina.
-Es usted muy talentoso, no me arrepiento haber solicitado su presencia -dijo la reina.
El muchacho se alegró. Agradeció las palabras de la reina. Se inclinó nuevamente en señal de respeto hacia su majestad.
-Sin embargo -exclamó la reina-, he de preguntarle la razón que tuvo para contar aquella triste historia.
El artista se quedó inmóvil ante las palabras de la reina. Él había presentado esa historia a varios espectadores y ninguno de ellos dijo que fuera triste. Ella, la reina, logró entender el verdadero significado de esa pequeña obra teatral a base de marionetas.
La reina esperaba la respuesta del titiritero. No se sentía molesta, todo lo contrario, alguien había expuesto ante ella una verdadera historia dramática y triste, disfrazada de ternura.
-Es parte de mi historia majestad, y me siento honrado de decírselo -respondió el artista soltando una melancólica sonrisa- no por el hecho de ser la reina, sino porque usted descubrió el verdadero mensaje. Me gano la vida mostrando las penas y los sueños rotos de muchos hombres, a través de mis marionetas, la única diferencia es que ellas no muestran melancolía real. Mis marionetas muestran las penas humanas de una manera sutil, animada, tierna y sobre todo con un final feliz.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
