ADEMMI

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—He llegado a conocer el punto más fuerte de mi infelicidad. ¡Ayúdame ADEMMI! —gritó la doncella— ¡Ayúdame...ayúdame! ¡Te lo suplico! Permite que deje de respirar —rogaba la doncella de rodillas mientras lloraba desconsoladamente.

—No...puedo. ¿Cómo puedes pedirme la muerte? —dijo Ademmi.

Ademmi se inclinó para quedar frente a la doncella; sus rostros estaban a pocos centímetros.

—Tu eres la razón por la que sigo aquí...reconoce que gracias a ti puedo vivir. Vivo a través de ti —susurró Ademmi.

La doncella quedo atrapada nuevamente en aquellos ojos negros; eran tan exquisitos como el pecado, el placer de la tentación.
Ademmi levanto su mano con un movimiento delicado y poso sus finos dedos en los cabellos de la doncella para acariciarlos dulcemente.

—Hablamos con el alma. Amor mío, estoy destinada a compartir tus penas, y viviré feliz por ello. Solo quédate en este mundo un tiempo más —Ademmi tomó el rostro de la doncella con ambas manos y acaricio su mejilla derecha con ternura— yo estaré en tu mundo interno por siempre.

La doncella miró por enésima vez aquella sonrisa de que reflejaba esperanza, pero era una esperanza oscura —Confiesa...por favor confiesa, decidme... ¿Quién eres? ¿De dónde provienes?— dijo la damisela.

—Yo siempre estuve contigo —respondió Ademmi mientras dirigía su mano hacia el pecho de la doncella, deteniéndose en su corazón. —Nací de aquellos gritos silenciosos que suplicaban paz y amor —colocó la mano en sus ojos— Pertenezco a esas lagrimas desesperadas, aquel llanto incesable que era imposible de consolar —sostuvo la cabeza de la damisela con ambas manos, se levantó  levemente y logro besar su frente— Soy simplemente el guardián de tu mundo...Un mundo del que nadie es digno de poseer.

La doncella quedó sorprendida, aquella "presencia" no era más que todos sus anhelos suplicando tener una oportunidad de experimentar verdaderamente la libertad y la vida.

—Sabes que la peor muerte es la del alma ¿verdad? —preguntó la doncella.

—Sí, lo sabemos —respondió Ademmi mientras la tomaba de las manos. Utilizo nuevamente esa mirada atrayente, pero esta vez su ojos demostraba a un espíritu vigoroso— Hoy moriremos ante los ojos de los hombres, mas no ante los ojos de la libertad.

—Cumpliremos el destino de las rosas, nos marchitaremos y renaceremos en otro lugar sin barreras, para florecer sin temor a mostrar nuestra hermosa esencia —dijo la doncella.

Ambas se levantaron y se unieron en un fuerte abrazo. Podía sentir su esencia, esos deseos de elevar la voz sin restricción alguna.

Anteriormente la doncella temía escuchar voces que gritaban en honor a la libertad, porque aquellas palabras generaban esperanza en su corazón, pero no tenía el valor para cumplir sus anhelos.
Esta vez sería diferente, arriesgaría todo lo que tenía. El único argumento que validaba su firme decisión, era el amor propio. Si bien no tenía conocimiento del mundo, tampoco esperaría a que alguien le presente experiencias que tuvieron oportunidad de ser vividas.

Cruzó las gigantes murallas del palacio, aquel que prometía ser el paraíso. Se alejó de aquella cárcel de ilusiones. Fue la mejor experiencia vivida por aquella doncella, la misma que había reprimido sus sueños.

—¿Por qué lloras? —preguntó Ademmi.

A pesar de tener el rostro lleno de lágrimas, se veía el nacimiento de una sonrisa sincera. La doncella se acercó rápidamente a Ademmi para darle un último abrazo. Respiró profundamente. Sabía que esa era la misión de sus sentimientos. Era una damisela que tuvo la oportunidad de recibir ayuda de sus propios sueños.

—Vivirás en mí, lo sé, pero... ya no podre verte —dijo la doncella mientras recorría con la mirada por última vez el rostro de Ademmi— Ahora sé la razón por la cual me perdía en tus ojos.

—¿Cuál es? —preguntó Ademmi.

—La intensidad que tienen tus ojos representa la fuerza con la que me aferro a la vida.

Ademmi se acercó lentamente al rostro de la doncella y depositó un último beso en su frente. Ambas se separaron lentamente y la doncella liberó un suave suspiro. Las palabras no eran necesarias. Cada una dio media vuelta para tomar distintos caminos: la damisela caminaba entre flores de lavanda y respiraba su delicioso aroma mientras entregaba su alma al nuevo mundo, y Ademmi desaparecía con cada paso, desintegrándose con la brisa de aquel campo y retornando al espíritu del mundo, el mundo de los sueños de aquella valiente doncella.

Buenas noches 😊
Bueno espero que les agradre este segmento. Como mencione en la descripción, son libres de interpretar lo que dessen. Me encantaría saber que sentimientos tienen acerca de este capítulo. 😊
Pd: los videos solo son un acompañamiento, no tienen relacion con la historia.

Gracias, que tengan buenos sueños 😊😊😊❤

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