En mi huida había escuchado al hombre gritar una vez más mi nombre pero ni por curiosidad me gire a verlo. Seguí andando lo más lejos posible; tenía miedo. Era más fácil para mí lidiar en ese momento con los muertos que con las personas vivas, en especial, si éstas tenían algo contra mí.
Me asustaba de que se tratara de alguien de mi preparatoria que motivado por los últimos sucesos de mi vida escolar hubiera querido vengarse por lo que hice. No estaba orgullosa de lo que había hecho ni de lo que mi madre había tenido que soportar por mi culpa pero no estaba dispuesta a morir cuando ella se había sacrificado por mí. En otro momento, quizás, no me hubiera importado morir; había sido un pensamiento recurrente los últimos meses antes de que iniciara este apocalipsis. Meneé la cabeza para apartar esos pensamientos improductivos de mi mente, golpee mis mejillas con mis manos y traté de mantenerme serena. Tenía que salir de las calles y encontrar un lugar seguro para pasar la noche o lo que restaba de ella.
Debía ser más de media noche; estaba cansada y tenía la boca seca. El tiempo que había estado encerrada en el baúl, mi pelea con el zombie y el escape había hecho que me dolieran las articulaciones del cuerpo por el esfuerzo empleado, tampoco me ayudaba mucho la frialdad del ambiente. Afortunadamente, ese día me había puesto un suéter de cuello alto azul rey, unos jeans de color negro y botas lo que me ayudo a conservar el calor. Me froté las manos mientras andaba y decidí parar detrás de un viejo auto destartalado que se encontraba enfrente de una casa que lucía abandonada. Una vez que comprobé que no corría peligro, me senté en la acera detrás de él para descansar un poco. No podía confiarme, estaba oscuro y podía haber más de esas cosas cerca. Estaba a penas relajando mis músculos cuando escuche los pasos de varias personas corriendo hacia mi dirección, esto me hizo ponerme alerta nuevamente y colocar una mano en mi cinto. Me asomé de refilón y vi a una familia de cuatro personas huyendo de tres zombies que los perseguían.
Entraron al porche de la casa contigua de donde yo me encontraba y golpearon a la puerta con desesperación.
—Estúpidos van atraer más de esas cosas— pensé.
— ¡Déjenos entrar! ¡Se lo suplicamos!— gritó una chica aporreando sus palmas contra la puerta.
El hombre, que supuse era el padre, abanicó un bat frente a los zombies que lo rodeaban. Logró derribar a uno cuando los otros dos amenazaron con morderlo, iba alejarme de ahí cuando oí un bebé llorar en los brazos de la mujer. Su hijo más pequeño se aferraba a su brazo con miedo mientras la madre intentaba hacer callar al bebé.
Asomé el cuerpo al ver que su alboroto estaba haciendo salir a los otros zombies de sus escondites.
—Demonios—maldije y me aproximé a ellos para ayudar al padre. De un giro de la espada descabece a los zombies restantes y al que estaba derribado en el piso le enterré mi filo en el cerebro para acabarlo completamente.
El hombre me vio sorprendido y al mismo tiempo con alivio.
— Gra...—lo corté
— ¡No me agradezca aún!— grité— ¡Siganme!
Los guíe hasta la casa que suponía abandonada, abrí la destartalada reja del jardín para entrar y caminamos por el sendero de ladrillos que había hasta la entrada. Intenté abrir la puerta y me di cuenta que estaba abierta, abrí despacio y con la katana en alto. El inmueble estaba vacío; nos apresuramos a entrar y cerré la puerta.
Estaba a oscuras y olía demasiado a polvo pero eso no importaba si nos servía para ocultarnos. La familia empezó a explorar el lugar y yo me asomé de manera discreta por la ventana para ver los zombies que se habían congregado en la casa de al lado. Unos diez podridos caminaban a tientas buscando el origen del alboroto. Suspire aliviada de que la casa efectivamente estuviera abandonada y que gracias algún milagro la puerta estuviera abierta.
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V
General FictionV es una joven con un pasado conflictivo, llevaba una vida normal con su madre hasta que un ataque biológico afectó su ciudad. Quedando completamente sola, tendrá que sortear diferentes pruebas para salir de la ciudad y encontrar al hombre de la...