Pequeñas gotas de agua empañaban el cristal de aquel pequeño taxi impidiendo ver la que sería mi nueva casa, un viejo caserón enorme cuyo antiguo dueño había dejado abandonada tras desaparecer sin explicación. Las deudas de la casa se acumularon y al no ser pagadas la casa fue a formar parte del banco. Mi padre compró esa casa hace tres meses, y hoy, tras varias horas de viaje, llegamos por fin a este extraño sitio a las afueras de Madrid. Mi madre murió hace dos años en un accidente de coche y nuestra antigua casa nos recordaba demasiado a ella, decidimos mudarnos cuando vimos en internet el anuncio de esta casa vacía.
Pisé el asfalto con curiosidad y avancé dos pasos hacia la que sería mi casa. Deje que el viento meciera suavemente mi pelo oscuro. Entonces sentí la mano de mi padre en el hombro y vi en sus ojos azules un matiz de tristeza.
Entramos dentro de la casa me fije en la decoración un poco anticuada pero acogedora. Deje mi maleta en el centro del salón en el que me encontraba y avance hasta la enorme escalera de caracol que conducía hasta la segunda planta. Me sorprendió lo grande que era la casa en realidad comparada con las fotos que vi por internet. La casa era de principios del siglo XIX pero había sido reformada recientemente, tenía dos pisos y un jardín enorme que se extendía hasta acabar en una pequeña charca artificial. El viejo caserón estaba a 30 kilómetros de Madrid y estaba aislada a excepción de algunas casas cercanas y un par de pequeñas tiendas que habia un poco más lejos
Miré detenidamente la escalera y me senté en el segundo escalón contemplando la sala en la que me encontraba; el suelo era de madera y las paredes blancas hacían contraste con el suelo oscuro.
-Noa...
Oí a mi padre decir mi nombre y le mire, se llamaba Jorge tenia cuarenta años y su pelo que alguna vez fue castaño ahora estaba cubierto de canas, sus pequeños ojos azules me miraban fijamente y aunque era bastante alto, yo casi era igual que él.
- ayúdame con las maletas.
Yo asentí y me levante del escalón para dirigirme hacia la puerta principal cuando sentí que alguien me estaba mirando, me di la vuelta y me pareció ver una sombra a través de la puerta que daba al jardín, pero no le di importancia y seguí andando hasta llegar al coche, cogí otra maleta y entré en la casa.
Cuando terminamos de descargar el equipaje, subí al segundo piso y recorrí las tres habitaciones y entré en una que me llamo especialmente la atención.
Al igual que el suelo del salón este también era de madera, la paredes eran azules y al fondo había una cama enorme que estaba al lado de una terraza que daba a la parte de atrás de la casa y, de repente sin saber porqué aquella habitación me trajo muchas imágenes que me recordaron cuanto estaba echando de menos Salamanca, mi antigua ciudad, sus casas, sus calles, su gente... me di cuenta de que una lágrima de añoranza había resbalado por mi mejilla hasta estrellarse contra el suelo. Necesitaba respirar, salí al balcón y me apoyé contra la barandilla. La casa tenía un enorme jardín lleno de flores, árboles y plantas que lo llenaban de sombra. En medio del jardín había un camino de baldosas que conducían hasta una fuente seca. Me quedé hipnotizada mirando este paisaje perdiendo la noción del tiempo y no desperté hasta que sentí a mi padre detrás mío.
- Cariño, vamos a cenar.
Asentí y le seguí hacia el comedor.
*******
Me desperté por la mañana en mi nuevo cuarto iluminado por los rayos que se filtraban a través de las persianas.
Abrí los ojos y me incorporé sobre la cama, Hoy vendrían los camiones de mudanza con los muebles. Mi padre me ofreció reformar mi cuarto, pero lo rechacé, me encantaban las paredes color azul cielo, el paisaje que se contemplaba desde el balcón y el enorme espejo redondo que estaba al lado de la puerta. Caminé hacia él y contemplé mi reflejo. Era alta y delgada, sobre mis hombros caían finos mechones de mi largo pelo negro, tenía la cara ovalada en la que destacaban mis enormes ojos verdes. Me puse de perfil y observé mi espalda, tenía los omoplatos muy marcados y mi espalda hacía una curva muy extraña, lo odiaba.
Abrí el armario y elegí unos pantalones largos vaqueros y una camiseta azul. Era junio y aun así hacia algo de frió asi que cogí una chaqueta gris y me la anude a la cintura. Antes de bajar me acerqué a la ventana y me asome al exterior. Aparte de las pequeñas casitas que había algo más abajo, al lado de nuestro caserón se hallaban un par de casas algo más nueva que la nuestra. Me quede un momento quieta, no contemplando el paisaje, sino pérdida en algún lugar de mi cabeza. Entonces volví a la tierra y me di cuenta de que en la casa más cercana había alguien observándome; era un chico, parecía alto y delgado, con el pelo largo. Me sobrecogí ante la mirada atenta del muchacho que, cuando notó que le había descubierto desapareció de la ventana. Me encogí de hombros y baje las escaleras. Me dirigí hacia la cocina para desayunar y me encontré a mi padre de pié, mirando hacia algún horizonte inexistente.
-Papa, ¿estás bien?
-Eh... si, perdona, estaba pensando en la mudanza.
-¿Seguro?
-Si, estoy bien.
Dijo con una sonrisa forzada; pero yo sabia que había algo más que le preocupaba.
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Las palabras del silencio
Mystery / ThrillerAquella casa tenía algo extraño, y Noa lo sabía, sin embargo, habìa muchas preguntas sin respuesta: ¿Por qué la misma pesadilla se repite una y otra vez? ¿Quién es el chico de la casa de al lado? y la más importante: ¿Qué secretos oculta la casa?