Ya se había convertido en rutina, todas las noches me despertaba despues de la misma pesadilla de siempre. Todas las noches me asomaba a la ventana para que el aire se llevara los restos del mal sueño; todas las noches encontraba a Max en la ventana mirando a algun punto que yo no alcanzaba a ver, tratando, supongo, de conciliar el sueño que al parecer se le hacía tan escurridizo como a mí y todas las noches me sonreía a modo de saludo; le devolvía la sonrisa y aceptabamos nuestra silenciosa compañia hasta que alguno de los dos decidía volver a probar suerte con el sueño. Eso se repitió durante un par de semanas, entonces a Max se le ocurió que rescatar unos viejos walki-talkies del desván sería buena idea.
- Toma. - Dijo una mañana antes de que me perdiera en el bosque como solía acostumbrar.- Me acordé de que aún tenía estos cacharros por ahí y aunque ya ni me acuerdo de como funcionan, podrían servirnos, ya sabes.... por la noche.
Dijo sonriendo alegremente.
- Gracias, pero lo mas probable es que no se me ocurra nada que contarte a esas horas, no soy demasiado habladora.
Respondí sonriendo a modo de disculpa.
- Oh, no importa. Es que te veía tan sola que pensé que si al menos tuvieras la oportunidad de contactar con alguien siempre que lo necesitaras, te sentirias algo mejor. Es mas que nada.
Se encogió de hombros. Antes de que pudiera decir nada, Max entró de nuevo a casa respindiendo al grito de su nombre (probablemente de su madre) y agitó la mano despidiendose de mi.
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Había permanecido largo rato contemplando el walki-talkie que me había dado Max, reflexionando sobre todo lo que significaba.
"No estoy sola" pensé y sonreí, vaya, hacía mucho que no me sentía así.
La luz de la luna se colaba por la ventana de mi habitación y hacía un curioso juego de sombras con los muebles, parecían pequeños monstruos al acecho. Era divertido pensar eso. Sabía que los verdaderos monstruos estaban en mi cabeza y por esa noche ya no se presentarían mas. "Una pesadilla por día es suficiente" me dije ignorando a los monstruitos de la habitación mientras cogía el walki y me asomaba a la ventana.
Ahí estaba, claro. Esta vez tenía la mirada fija hacia donde yo me encontraba, esperandome supongo. Su mano derecha sostenía el pequeño aparito negro con demasiada fuerza a mi parecer.
Apreté el botoncito rojo y susurré un perezoso gracias al mismo tiempo que veía un asomo de sonrisa en el rostro de Max.
No hubo respuesta.
No hizo falta.

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Las palabras del silencio
Mistério / SuspenseAquella casa tenía algo extraño, y Noa lo sabía, sin embargo, habìa muchas preguntas sin respuesta: ¿Por qué la misma pesadilla se repite una y otra vez? ¿Quién es el chico de la casa de al lado? y la más importante: ¿Qué secretos oculta la casa?