Smoothie (ADAPTADA) Muke

Cuatro - Poodle

Ese día Luke se fue con una sensación extraña a su casa y no era por el dolor de la mordida del perro, sino algo más profundo. Decidió dejar esos pensamientos de lado para concentrarse en contestar los mensajes que acababan de llegarles, uno era de Anne, su cita fallida y otro de Michael, el chico que adoraba a los perros.

Se sintió un poco nervioso al abrir el de Anne, sabía que la chica estaría enojada por haberla dejado plantada y más aún por no haberle enviado un mensaje de disculpas. Aunque no era algo que le importaba demasiado, ya que, a pesar de su enamoramiento, ella nunca había sentido algo sincero por él.

"Las perdiste todas conmigo, Hemmings. Sabía que no debía aceptar tu cita, sin embargo, lo hice porque pensé que sería divertido jugar contigo un rato. Qué iluso, adiós cariño xx." tragó fuertemente al leer el mensaje, decidió que era mejor no responder porque si no estallaría, Anne era la persona más perra que había conocido en la vida y aun así no entendía cómo podía estar enamorado de ella.

Necesitaba distraerse de alguna forma; leer, dormir o simplemente tocar una canción en su vieja guitarra, aunque todavía le quedaba abrir el mensaje del adorable Michael.

"Espero que tu dedo haya mejorado, Luke. Becky te saluda, le encantó poder jugar con los cordones de tu zapatilla o haber lamido tu rostro, lol. ¿Te parece que tomemos un batido? Claro, esta vez sin que me lo derrames encima, xoxo." Eso lo hizo sonreír un poco, de inmediato le contestó, esa salida le serviría para relajarse.

La tienda en la que Luke solía comprar sus batidos, era también la favorita de Michael, por lo que se les haría fácil encontrarse allí. Decidió darse una ducha, cambiarse de ropa y cerciorarse de que el parche que rodeaba su dedo estuviera correctamente puesto, aún no entendía como un perro tan pequeño pudo hacerle una herida tan profunda.

A los minutos se encontraba caminando hacia la tienda, eran eso de la siete de la tarde y el clima estaba agradable, de esta forma, no se le haría tan tedioso caminar algunas cuadras para llegar a su destino.

A diferencia de otras veces, la tienda estaba desocupada y podía divisar a Michael sentado en una de las mesas de la esquina, con su atención centrada en el ventanal, observando a las pocas personas que transitaban por el lugar. Cuando Luke llegó a su lado, él aún no lo notaba, así que optó por darle un pequeño susto, que no resultó como esperaba.

Michael saltó de la mesa para poner sus puños en alto, listo para golpearlo. Al darse cuenta que se trataba de Luke, los bajó inmediatamente mientras que el chico intentaba parecer inocente, el oji-verde suspiró y comenzó a reírse como loco. El vendedor los miraba extraño, por lo que Luke hizo que el chico tomara asiento, realmente parecía un desquiciado y, seguramente, si sus carcajadas no paraban los terminarían echando de la tienda.

-Pensé que era un ladrón -dijo después de calmarse, en sus ojos continuaba ese brillo debido a la constante risa que casi lo hizo llorar.

-¿Acaso tengo cara de ladrón? -preguntó Luke frunciendo el ceño.

-No, no podrías serlo. Se supone que los ladrones no le tienen miedo a los perros -pronunció el teñido con una sonrisa.

-Muy gracioso -contraatacó el rubio. -¿Qué vas a pedir? -preguntó.

-Uhm..., sólo un chocolate caliente -dijo aferrándose a sus brazos.

-Pensé que querías un batido -respondió él mirándolo extraño.

-Está comenzando a hacer frío -en efecto, el clima había cambiado estrepitosamente a un color gris.

Luke asintió e hizo los pedidos, insistió en darle su chaqueta al chico y a pesar de que este no quería, terminó cediendo. La siguiente media hora se había basado en manchas de batido por parte de Luke, quien al querer mancharle la cara a Michael acabó manchándose él, provocando más carcajadas en el chico.