¿Cuándo comencé a sentirme así con él?, ¿cuándo fue que me dejé llevar por esas peligrosas olas a las que mi juicio llamaba «peligrosas»?, ¿por qué me dejé hundir en ese furioso y desconocido océano?
Aun sabiendo que no sabía nadar, aun si mis demonios internos me gritaban «detente». No les hice caso, salté..., y me estrellé con las filosas rocas que le custodian el sueño.
Kageyama solía ser irritante para mí, el simple hecho de tener que verle me ponía de un pésimo humor, entonces..., ¿cuándo dejé de usar el "rey" como un insulto? No evité sonreír, porque en esas cuatros paredes nadie estaba viéndome, nadie intentaba comprender los estúpidos motivos tras mi salida del club. Tadashi dice que huí, pero, ¿de qué? Tal vez, solo tal vez, huí de sus ojos. Aunque no me gusta reconocerlo, ni siquiera en mi mente.
Saber que Tobio ganó es..., patético.
Él me llama cobarde cuando nos topamos por los pasillos, Hinata le reprocha por ser tan grosero y Yamaguchi intenta (porque sé que le ha costado) no inmiscuirse en los problemas ajenos; de él y yo. Le agradezco internamente que no haga preguntas, asimismo me alivia no tener que acompañarle -obligado- al club.
Y, hay días en los que me quedó pensando en él, en qué me llevó a enamorarme de ese problemático adicto al volley. Nunca me dio razones para hacerlo, para qué mentir, su trato no era nada especial y, aun así, ¿por qué?
—Tsukki, vamos..., debes salir de casa —el sonido de la puerta me hizo alarmar, no obstante reí por lo bajo al segundo. Sumirse en pensamientos innecesarios era algo que no me enorgullecía precisamente.
Tadashi habló otra vez—, ¡vamos, Tsukki, se hará tarde! —había dicho Yamaguchi, sosteniéndose en la puerta de mi habitación. Me escondí bajo las sábanas, sin ser capaz de emitir palabra alguna.
Él botó un lastimero gemido de resignación, musitando alguna tontería sobre mi patético comportamiento. Chasqueé cada vez más molesto y me levanté de la cama, sin ánimos de vestirme o desayunar.
—Ya voy, ya voy —respondí con desgano. Yamaguchi rió y sus pasos comenzaron a alejarse de la superficie plana. Me hundí entre las almohadas un efímero, casi inexistente, instante y entonces me dispuse a prepararme para otro día más de molesta rutina.
Salir de casa, caminar lento, escuchar pistas realmente vergonzosas y emitir algún sonido de interés a mi mejor amigo. O lo más cercano a uno. A veces nos encontrábamos con Hinata, detestaba esa malparida coincidencia.
Hoy no fue la excepción, el enano naranja corría con bicicleta al lado y su estúpida sonrisa de «esforzarse es todo». Cuántas ganas tenía de romperle la maldita cara.
—¡Yamaguchi, Amargashima! —gritó con júbilo la energía con patas. Tadashi se detuvo, seguramente sonriente.
—¡Hinata, Kageyama...!
Y mi mundo (o mi estómago, no lo sé) dio un gran giro de porqué-me-odias-Dios. Quise mantenerme rígido, desinteresado y despegado pero volteé en cámara lenta; observando los lacios mechones de mi delirio mental. Kageyama torció sus labios en una mueca notable, reí porque en verdad no quería llorar y les pasé de largo.
—¡Ese amargado...! —Shouyou quizá me gritó con intención de parar el apresurado trote que me invadió de repente, sin embargo el corazón -o el maldito cerebro- anhelaba un descanso de él. De sus acciones, de su misma esencia.
Soportar su existencia bastaba para mí, conformistamente me preparaba para encontrarlo por casualidad pero, ese pero es totalmente justificado, no evitaba que doliera como mil lesiones a la vez.

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TsukiKage // oneshot.
FanfictionOS de Tsukishima y Kageyama, porque el mundo me obligó. ** los personajes no me pertenecen, son creación exclusiva de Furudate. ** las imágenes tampoco son de mi autoría. Créditos a sus -hermosos- creadores.