Capítulo 3

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Ese día trabajé hasta tarde y mientras esperaba al ascensor Harry se paró junto a mí -Parece que somos los últimos en salir- dijo. -No sabía que seguías aquí, pensé que ya se habían ido todos- dije secamente.

-Quería revisar mis correos y mi tío me permitió usar su oficina, creo que perdí noción del tiempo. Sonreí y fijé mi vista en los números sobre las puertas del ascensor como si con eso pudiera apresurar su llegada, ese hombre no sólo era imponente sino que despedía una varonil fragancia que me hacía fantasear con saborear su piel ¿Qué me estaba pasando? Ni siquiera lo conocía, además era sobrino del jefe, no debía traicionar la confianza de Mr. Cox. Por un momento imaginé a Chris parado a mi lado diciéndome "Si tú no lo quieres, yo sí" como solía hacer cada vez que me acobardaba para abordar a un hombre. Cuando finalmente entramos en el elevador sentí frío y mientras me ponía la chaqueta sonó mi celular. En mi desesperado intento por contestar y tener así una excusa para no charlar con Harry terminé con un brazo atorado en una manga mientras intentaba torpemente mantener colgado mi bolso en el otro. Sujeté el celular apresándolo entre mi cara y el hombro en un precario acto de equilibrio. Era Chris quien llamaba para contarme lo bien que iba todo y lo preocupado que estaba por dejarme sola. Harry me ayudó a terminar de colocar mi chaqueta e incluso sostuvo mi bolso pacientemente mientras metía mi brazo en la otra manga. -Gracias- dije tras terminar la llamada sintiéndome un poco avergonzada. -De nada- dijo sonriendo -Parecía una llamada importante. No era mi intención conversar con él y mucho menos revelar algo de mi vida personal pero antes de que me diera cuenta ya habíamos llegado al estacionamiento y yo seguía contándole sobre mi amistad con Chris. -Debes extrañarlo, me encantaría conocerlo- dijo Harry acomodando el cuello de mi chaqueta para que me protegiera del fuerte viento que soplaba. -Sí, quizás algún día vayamos a cenar a tu restaurante- di un paso atrás, nerviosa -Me encargaré de los permisos y luego me comunico contigo. -Te acompaño ¿dónde está tu coche? -No, gracias, está aquí a unos pasos, adiós- me di media vuelta y caminé hasta mi auto que estaba a más de unos pasos, más bien a dos hileras de coches de distancia. Cuando al fin llegué a mi vehículo volteé discretamente y ahí estaba Harry justo donde lo dejé levantando su mano en señal de despedida.

Un regalo para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora