El control absoluto

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- Jasmín, yo...- comenzó Aladdín.

Él también había vuelto a controlar su cuerpo y se apresuró a acercarse a su amada, colocando ambas manos en las suyas.

-Explícamelo, por favor...

- Yo, he intentado decírtelo. Yo sólo...

Antes de que el chico pudiera terminar, él y Jasmín sintieron que la magia de Jafar se imponía sobre ellos otra vez, forzándolos a convertirse en títeres.
En un instante, el rostro de Jasmín se convirtió en un ceño fruncido y Aladdín en una mueca vergonzosa.
Sin previo aviso, Jasmín le dio una bofetada a Aladdín y regresó al lado de Jafar. Éste colocó un brazo sobre su hombro mientras la acurrucaba contra él , apoyando su cabeza en su hombro.

- ¡Así que Alí resulta ser simplemente Aladdín!- exclamó Jafar cantando de nuevo. -Sólo un engaño...- Bajó la mejilla al rostro de Jasmín, quien a su vez posó una mano en su otra mejilla y le dio en la mejilla que le estaba presentando un beso, forzada por la maldita magia.

Una vez ella terminó de besarlo, Jafar usó más de sus poderes para hacer levitar a Aladdín y ser llevado ante él y Jasmín.

- Oh, no seas mal perdedor, ¡no te guardo rencor!- Puso el rostro de Aladdín boca abajo y luego le dio una bofetada en el rostro, mostrando una vil sonrisa dentada. -Es hora de mandarte a empaquetar a un viaje de ida.

Jafar mandó a Aladín a una torre cercana, donde lo coló por una ventana abierta

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Jafar mandó a Aladín a una torre cercana, donde lo coló por una ventana abierta. El Genio Rojo flotó detrás de él, asegurándose de que aterrizó en ella.

La Alfombra Mágica trató de volar hasta la torre, pero el hechicero se dio cuenta y fue detenida cuando Rajah, el tigre de Jasmín ahora controlado también por él, se abalanzó sobre ella y la hizo pedazos con sus garras.

-¡El lugar escogido es el fin de la tierra!- Cantó el malvado Sultán.

El Genio Rojo retrocedió un paso de la torre, se paró derecho, y saludó, burlándose del final que le esperaba a su antiguo amo.

Jafar hizo un amago con su bastón como si éste se tratara de un palo de golf, y seguidamente la torre se alejó como un cohete.

El Genio Rojo mantuvo los ojos en ella mientras volaba, más duro que una piedra. Había cambiado por completo, sin dejar rastro alguno del que fue antes.

- ¡Hasta la vista, expríncipe Alí!- gritó Jafar

- ¡No te pierdas por el camino!- lo acompañó su loro Iago en la burla.

Cuando la torre quedó fuera de la vista, dirigida hacia el olvido, el Genio Rojo dejó de saludar y se volvió para mirar a su Maestro, el cual estaba en pleno disfrute.

-¡Yihyyy! -gritó contento Jafar eufórico, seguido por una larga cadena de cacareos malvados. Al fin y al cabo, había tenido un éxito sin igual.

Luego volvió su bastón hacia el cielo, pensando en otro hechizo oscuro para hacer de Ágrabah una ciudad más apropiada para ser gobernada por él. Disparó grandes rayos negros y rojos en el cielo, convirtiéndolo de azul en una sombra profunda de rojo. También llenó el cielo de muchas nubes oscuras, causando una tormenta de rayos en toda la ciudad.

Luego cambió las vestimentas del exSultán y Jasmín.

Primero lanzó rayos rojos y negros al anciano, el cual se sobresaltó al principio, pero luego dio la bienvenida a los rayos sumiso. Éstos rápidamente se convirtieron en ropa y se formaron alrededor de su cuerpo. Jafar le había otorgado un traje de bufón rojo y amarillo, dejando al exSultán saber lo que Jafar había planeado para él durante su reinado. Jafar también le dio cuerdas a sus brazos, cabeza y piernas, las cuales se unieron a un mango de marioneta que flotaría permanentemente sobre él. El mango de la marioneta se ajustaba a los pies de Iago.

El antiguo sultán se había convertido literalmente en una marioneta, hecha sólo para Iago.

El exSultán alzó la mirada hacia el mango con entusiasmo, ya que ahora sabía lo ignorantemente mal que había tratado a Iago, y ésta era la oportunidad perfecta para que él recibiera el castigo que se merecía. Acogió con satisfacción la condena.

Después le tocó a Jasmín. 

Sus ropas cambiaron rápidamente a su alrededor. El traje de color lila que había elegido especialmente para el día de la elección de su marido, había desaparecido, siendo rápidamente reemplazado por un top rojo y unos pantalones holgados del mismo color, esbozados con oro. A sus pies se le daban zapatos dorados con punta en los extremos.
Su pelo fue atado en una cola de caballo alta y en su cuello se le dio un collar de oro, con una "J".
Como toque final, sus muñecas estaban atrapadas en una cadena de oro.

Jasmín se examinó a sí misma. La ropa la encajaba perfectamente, y de hecho hacía que su cuerpo pareciera delicioso para su nuevo amo. Ella sonrió alegremente hacia Jafar, agradecida por este increíble traje nuevo.

-¡A la sala del trono!- Anunció Jafar, más que satisfecho con sus primeros nuevos cambios.- Siento que también necesita algo de redecoración.

El Genio Rojo obedeció instantáneamente, siguiendo de cerca a su amo mientras se dirigía a la sala del trono. El exSultán, controlado por Iago, seguía torpemente a Jafar desde el balcón hacia la sala del trono, al igual que su hija. Rajah iba detrás de todos, con las garras arrastrando varios hilos.

El final feliz de JafarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora