Capítulo 21 - Demostración de amor: Una entrega en cuerpo y alma.

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Todo estaba tranquilo, el grupo de Inuyasha se encontraba descansando cerca del pequeño río que pasaba por un costado del pueblo. De lo que había sido la cálida fogata no quedaba más que las pequeñas cenizas que humeaban bajo la reluciente luz de la luna.

El chico mitad perro se encontraba, como la mayoría de las veces, descansando sobre una de las ramas que tenía un gran árbol. Mantenía los ojos cerrados, pero a pesar de eso, se mantenía atento a los sonidos y presencias que lograba identificar a su alrededor. Un ruido lo suficientemente brusco llamó su atención, aquel ruido volvió a escucharse en las cercanías de donde se encontraban descansando sus amigos. Bajó con cuidado de la rama, no quería espantar a quien se escondía entre los arbustos que daban al bosque, se acercó lentamente conteniendo la respiración unos segundos, al estar casi al costado notó como una pequeña cola sobresalía, su malhumor apareció.

— ¿Qué crees que estás haciendo, enano? —dijo Inuyasha en un todo molesto mientras agarraba la pequeña cola y levantaba a quien se escondía, no podía creer que Shippo le jugara semejante broma mientras todos dormían.

— ¿A quién le dices enano? ¡Perro maldito! —gritó una femenina voz con enojo. Inuyasha al no reconocer la voz decidió mirarle la cara— ¡Ya suéltame! —la escuchó gritar nuevamente, el híbrido por instinto soltó la cola y observó a la niña confundido.

— Pero si tú no eres Shippo —dijo el híbrido sin comprender nada, él estaba seguro de que había sido el zorrito a quien había encontrado entre los arbustos.

— ¡Claro que no! ¿Quién demonios te crees que eres? —dijo molesta mientras sacudía su ropa, no podía creer el trato que le había dado aquel perro, pero no era momento de preocuparse de aquello.

El resto del grupo se despertó debido a los fuertes gritos de parte de la niña, a causa del sueño todos lucían confundidos por lo que estaban viendo. Los demás se acercaron para ver qué era lo que sucedía a tan altas horas de la noche, pero cuando se detuvieron junto a Inuyasha no cabían del asombro.

— ¿Qué sucede aquí? —pregunto una somnolienta Sango— ¿Shippo? —volvió a cuestionar pasando el dorso de su mano por sus ojos, como si fuera una ilusión.

— Yo estoy acá —respondió el zorrito mientras un largo bostezo salía de su boca.

— ¡Que no me llamo Shippo! —gritó furiosa por el hecho de que la confundieran con aquel— mi nombre es KOE —añadió cruzando ambos brazos y frunciendo el ceño en evidente molestia.

— Eres idéntica a Shippo, solo que eres una niña —dijo Sango arrodillándose para quedar a la altura de la pequeña.

— Es cierto —dijo Miroku con asombro, quizás pertenecían a la misma especie, era lo más obvio, solo que era extraño verlo.

Shippo se acercó a paso lento hasta quedar junto a Koe, la inspeccionó de arriba abajo como si estuviera en busca de algo o como si intentara recordar algo, pero lo más probable era que el sueño lo tenía confundido. Logró identificar pequeños rasguños en el cuerpo de la chica, además de la suciedad que tenía la ropa en ciertos lugares.

— ¿Qué miras tanto? —preguntó Koe con molestia mientras en su rostro aparecía un leve rubor.

— N-Nada —dijo Shippo rápidamente— solo te me hiciste conocida —añadió avergonzado por haberla estado observando demás, bajo su mirada para evitar el contacto visual con la niña.

— ¿Estás perdida? —preguntó Sango mirando a la pequeña, aún se encontraba arrodillada en el suelo frente a ella.

— Bueno...yo no diría que perdida —dijo Koe mientras su mirada se entristecía y sus puños se apretaban ligeramente por la rabia— h-hace unos minutos atrás...yo...l-logré escapar gracias a mis padres —susurró con dolor— ellos...ellos a-acaban de ser...asesinados —añadió con voz temblorosa.

Inuyasha: Un secreto y un nuevo amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora