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Advertencias: Este fic tiene contenido sangriento (gore), y mucho mucho angst. No es recomendado para los lectores sensibles, pero si decides seguir leyendo, no me hago responsable más allá desde este punto. 

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Ichigo se despertó y sus ojos inmediatamente vieron el cielo congestionado de nubes. Tan pronto como vio las oscuras nubes, sus ojos se abrieron de par en par, su cuerpo se tensó, y se levantó de golpe del suelo solo para notar que no estaba en su cama, sino dentro de su alma. Otra vez.

Era el último lugar donde desearía estar y sus ojos se abrieron en demasía del miedo mientras se concentraba en una maligna blanca figura que lentamente acechaba más cerca, arrastrando la espada blanca por el cemento, haciendo un sonido chirriante que retumbaba con un eco incesante.

No queriendo lidiar con su alter ego, retrocedió, desesperadamente tratando de encontrar algún tipo de ruta de escape. La otra figura aún se estaba acercando y se empezó a carcajear en una voz chillona que Ichigo había empezado a odiar y temer.

Pensando sobre una salida se dio cuenta de que nunca había salido de allí por cuenta propia. Siempre lo enviaban ellos, o lo sacaban a la fuerza. Su corazón pareció detenerse cuando una mano blanca agarró su cuello y empujó su cuerpo entero contra el cristal de la ventana del edificio invertido.

Ichigo gruñó cuando su mandíbula chocó contra la fría superficie, su ojo izquierdo empezó a aguarse cuando fue forzado contra el suelo. Trató de liberarse, retorcerse y voltearse, sus brazos y sus piernas moviéndose frenéticamente en un intento de alejarse. Ichigo chilló, suplicó al hollow que no volviera a herirlo, que lo dejara descansar al menos una noche, dejarlo libre del dolor. Sin embargo el albino ignoró sus suplicas y lo levantó cogido por el cuello solo para volver a estamparlo contra el suelo varias veces.

Perdió la cuenta, no queriendo recordar, incapaz de recordar. Cualquier intento de usar sus brazos para sentarse solo resultaba en un pie aplastando su nariz. Paulatinamente el mundo frente a sus ojos empezó a oscurecerse con cada segundo que pasaba, sangre goteando de su nariz hacia el cristal, manchándolo de rojo.

Trató de imaginarse que estaba en otra parte – imaginar algún lugar que no fuera aquel. Imaginando que no estaba allí hasta que una mano bastante real lo agarró duramente del cabello. Ichigo cerró lo ojos, tratando desesperadamente de pensar en otra cosa, cualquier cosa. Pero la cabeza de su hollow se acercó a su oreja, respirando por su cuello y susurró:

—Estás aquí, Ichigo... y siempre lo vas a estar. Yo siempre estaré aquí para asegurarme de que esto no te gusta hasta que seas tan patético que suplicarás para que te devore vivo, hasta que yo sea tu única salvación.

Ichigo escuchó vagamente lo que su contraparte le dijo, pero con la sangre palpitando en sus oídos y los repetidos golpes en su cabeza antes, hacían difícil que pudiera formar una respuesta racional.

—Uhng... —fue todo lo que consiguió formular. El hollow sonrió al principio, entonces empezó a reírse con locura.

—¿Por qué no hago tu sufrimiento un poco más interesante? —desenfundando su blanca zanpakuto, la clavó justo a través de la palma del contrario.

Ichigo gritó, su voz llena de miedo y dolor, su respiración acelerándose en cortos jadeos. Chilló, sus ojos aguándose mientras la espada era rotada, abriendo un agujero en su palma. Su otra mano fue atravesada también y rápidamente Ichigo se encogió, sus manos temblando frente a sus ojos.

—Awww, ¿eso te duele, Ichi? —la voz sonaba preocupada, y blancas manos agarraron las otra sangrantes, como si estuviera viéndolas más de cerca antes de apretarlas—. ¡¿Así mejor?! —la voz se elevó, para asegurarse de que podía ser escuchado por encima de los gritos agonizantes de Ichigo.

Soltando las rojas manos, el hollow levantó la mirada, la lluvia cayendo sobre su rostro haciéndole parpadear.

—Tch, lluvia... —volviendo a ver a la sangrante figura negra que era su rey, chasqueó la lengua, disgustado. ¿Cómo podía alguien tan débil haberlo derrotado? El solo pensamiento lo cabreaba aún más que la lluvia y pateó el cuerpo en el suelo, fuerte. Ichigo aterrizó varios metros más allá, tosiendo la sangre de una lengua mordida y se encogió de dolor, sus manos temblando más allá de su control. El hollow saltó y se paró frente a él, agarrando una de sus manos y apretándola de nuevo.

—¡¿Cómo pude ser derrotado por alguien tan débil como tú?! —el veneno destilaba de sus palabras, dejando caer su mano contra el suelo, pisándola como lo haría alguien con un cigarrillo.

El hollow se agachó, su pie aún sobre su mano, y tiró de Ichigo por su cabello para forzarlo a mirarle.

—Dime majestad; ¿por qué eres tan patético? ¿Tan débil? ¿Por qué eres tan malditamente inútil? —escupió en la cara de Ichigo y antes de que el muchacho pudiera responder, lo cual sabía que no debía hacer, un puño se estrelló contra su ya rota nariz y su ojo. Rápidamente se hinchó e Ichigo ya no podía abrirlo. La sangre corría fuera de su boca en un grueso hilo por su barbilla hasta gotear sobre el suelo mientras perdía la consciencia.

—Patético... —susurró el hollow y con una mueca el chico que sujetaba en su mano fue lanzado hacia el borde del rascacielos, pero Ichigo había desaparecido de aquel mundo antes de que pudiera escuchar el sonido de los huesos rompiéndose contra el cemento.

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