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En el mundo exterior, alguien había encontrado el cuerpo inconsciente de Ichigo. Su padre para ser exactos. Había ido al hospital para conseguir algunos utensilios que comenzaba a necesitar. Tan pronto como entró en la casa y vio la maleta en la entrada con las cosas tiradas, pasó al interior buscando a su hijo. Cuando lo vio en el salón, se acercó rápidamente para levantarlo en sus brazos. Podía claramente ver las marcas de las lágrimas, sus hinchados ojos y labios, su rostro entero parecía estar contorsionado de dolor incluso estando inconsciente.

Cargó a su hijo hasta la clínica en la otra parte de la casa, dejándolo recostado sobre una de las camas y decidió dar un vistazo al cuerpo de su hijo. Le quitó el uniforme escolar. No le gustó nada lo que vio.

Ichigo estaba claramente demasiado delgado. Sus piernas estaban hinchadas, especialmente alrededor de las rodillas e Isshin podía ver las marcas de uñas por su piel. Se había rascado a sí mismo hasta que había sangrado en varios lugares: sus piernas, su cuello, sus brazos y su pecho. También había varios morados oscuros por su cuerpo, pero solo en lugares que podían ser fácilmente cubiertos con la ropa. Estaba empezando a pensar que quizás su hijo se había herido a sí mismo con algo más que con sus uñas y no quería ponerse a pensar de qué modo Ichigo se había infligido esos hematomas, si se los hizo él mismo.

Isshin no pudo evitar si no mirar horrorizado cuando quitó las pegajosas vendas de sus manos y vio que habían sido atravesadas. Trató de actuar profesional y empezó por limpiar las heridas, la preocupación pegada a su rostro mientras lo hacía.

Su preocupación solo fue en aumento cuando la nariz de su hijo empezó a sangrar sin ningún motivo.

¿Qué demonios está pasando? —se preguntó desesperadamente, tratando de averiguar algún modo de ayudar a Ichigo. Pensó en llevarlo al hospital, pero si el problema tenía que ver con el mundo espiritual... no podría obtener la ayuda necesaria. Todo lo que podía hacer por ahora era tratar de parar el misterioso sangrado y desinfectar el eczema.

Estaba acabando con la zona de su pecho cuando de repente Ichigo empezó a convulsionar, sus brazos y piernas doblándose y estirándose como si estuviera tratando de soltarse de algo. Entrando en pánico notó como de repente había dejado de respirar mientras aún se movía. Rápidamente agarró la máscara de oxígeno y la colocó alrededor del rostro de su hijo. Trató de restringir sus movimientos para prevenir que se hiciera más daño, pero las convulsiones no se detenían y era difícil sujetarlo él solo. Se estaba moviendo demasiado e Isshin ató sus extremidades con lo primero que pudo encontrar: vendas adhesivas. Rápidamente preparó algunas cosas más, entre ellas el cardiógrafo. Sentía que de un momento a otro tendría que hacer una llamada de emergencia a Ryuken si no lograba estabilizarlo pronto. Regresó a atender los eczemas, pero no tuvo mucho tiempo de avanzar pues un pitido monótono que duro dos segundos lo hizo mirar hacia el monitor; casi se le había parado el corazón por completo. Isshin palideció.

Se acercó hasta las cabinas y desinfectó rápidamente una jeringuilla, decidiendo que lo mejor iba a ser dejarlo fuera de sí con las drogas. La inyectó en su brazo, y sus convulsiones se detuvieron unos segundos más tarde. Luego de haber cosido las heridas de sus manos y haber tratado las zonas donde su piel había sangrado, lo dejó descansar.

Después de varias horas vigilándolo y esperando que despertara pronto de las drogas que le había inyectado, llevó a su hijo con sumo cuidado hasta su habitación, viendo que seguramente preferiría descansar y despertarse en su habitación.

Isshin suspiró y regresó a la clínica, recogiendo todo el desastre que se había formado en la sala. Se dio prisa esperando que su hijo no hiciera nada estúpido cuando se despertara, y si se despertaba, esperaba que estuviera entumecido por la fuerte medicación. 

Monster InsideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora