Capítulo 15

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Me besó, para luego separarse y clavar sus ojos en mí. Su nariz tocaba la mía y sus labios aun se encontraban entreabiertos. Se acercó un poco más y rozó sus labios con los míos una vez más, sin terminar de besarme. Era todo tan extraño. Se sentía bien. Se sentía correcto. Lo había negado por tanto tiempo que ya hasta parecía una estupidez seguir negándolo. Ya no había sentido en ocultar algo tan bello como esto que sentía. Miré fijo a Sherlock intentando saber lo que pensaba, lo que sentía en ese momento. Sus ojos no se habían movido de los míos en todo ese tiempo, ese azul turquesa que tanto me atrapaba se había vuelto oscuro, sus pupilas dilatadas y me estaba poniendo incómodo. Si podía estar mas incómodo.

-John?

-Qué pasa Sherlock?

-Qué sientes en este momento?

-Sigo sintiéndome incómodo, y sigo teniendo algo de sueño.

-Quieres besarme?

-Si. Bastante.

-Ya veo. Y por qué no lo haces? – dejé de respirar por un momento. Observé a Sherlock, que me devolvía la mirada expectante.

-No lo se. Tu quieres besarme?

-Si, pero yo ya lo hice, es tu turno.

-Qué? No hay tal cosa como turnos en esto Sherlock, si quieres hacerlo lo haces y si no...

No pude continuar la frase porque Sherlock estaba besándome. Otra vez. Dios. Odiaba ser interrumpido, pero si era de esta manera no me molestaba en absoluto. Levantó su mano y acaricio mi mejilla hasta que sus dedos tocaron mi cabello. Podía sentir los ligeros callos de su mano en mi piel. Demonios que tenía una mano enorme. Se acomodó mejor sin dejar de besarme, y su mano viajó lentamente a mi nuca, donde se dispuso a jugar con mi pelo.

Las sensaciones que estaba teniendo en ese momento eran abrumadoras, y mi cerebro se encontraba en un estado de trance. La simple acción de pensar se había vuelto mas difícil que entender La Teoría de las Cuerdas, y no podía hacer mas que concentrarme en esos labios que estaban besándome de manera experta. Demonios, Sherlock se había vuelto un experto. Había pasado meses con ese estúpido muchacho. Estúpido. Estúpido. Estúpido. Su primer beso seguro había sido con el. Su primera vez incluso. Lo odiaba por eso. Sentía esa molestia en el pecho que atine a ocultar besándolo mas fuerte, mas rápido, mas exigente. Sentí su cuerpo acomodarse sobre mi, mientras yo colocaba mis manos sobre sus mejillas, impidiendo que se separe. Aunque sabia que no lo haría.

Incluso en la mañana Sherlock tenia ese embriagante aroma a perfume. Y tabaco? El muy bastardo estaba fumando de nuevo. De donde había sacado los cigarros? Eres un idiota John, tiene dinero, puede comprarlos. No podía dejar de besarlo. No podía dejar mis manos quietas que vagaban por su espalda como si me perteneciera. Lo hacia? No, claro que no. Los músculos de sus omóplatos se tensaron cuando los rocé despacio, haciéndome sonreír. Haciendo a Sherlock sonreír y alejarse de mi, para mirarme fijo. Desde este punto de vista, era como un ángel que había bajado del cielo. No, mejor dicho, era como un demonio que ascendió del infierno. Era condenadamente sensual, y lo sabia. 

Su boca se curvo en una sonrisa de lado, y la poca conciencia que me quedaba fue alejándose de mi cerebro dejándome con la parte mas cavernaria de mi ser. Ahora entendía cuando la gente hablaba del instinto natural. Mi instinto natural me animaba a morder su labio y tirar de el. Borrar esa sonrisa arrogante que tenia tan seguido en esos días. Continuó observándome, sin pudor, y un torrente de emociones me atacó en ese momento.

Estaba besando a Sherlock. Estaba disfrutando como nunca de un momento intimo con el maldito Sherlock Holmes. Demonios.

-Que pasará a partir de ahora? -atiné a articular estas palabras con la respiración agitada e intentando no subirme sobre el. 

-Tenia planeada una mañana de sexo con una pausa para ducharnos. O quizás hacerlo sin pausar nada. -Contesto sonriendo el muy descarado, sin quitarse de encima y haciéndome sonrojar como jamas en mi vida. Yo. Un hombre adulto. Sonrojándome. Carajo, como odiaba a Sherlock Holmes.

-Sabes que no me refiero a eso.

-Puede continuar como queramos John. Incluso puede no continuar en absoluto si eso quieres, pero mis planes de esta mañana se llevaran a cabo de una forma y otra. Llevo esperando demasiado -y dicho esto comenzó a besarme otra vez, mientras su mano se acercaba peligrosamente al borde de mi camiseta, rozando levemente sus dedos con mi piel. No sabia cuanto mas podría aguantar sin tener mas de él. No sabia en que momento me había hundido tanto en el momento, pero no quería salir a flote. Quería quedarme en ese momento por siempre. Quería sentir todo de Sherlock. Cada emoción, cada sentimiento, cada sonido, cada toque. Quería ser el único que viera este lado de él.

-Quiero que esto continúe siendo el único -dije separándome lo suficiente como para hablar, pero no tanto como para dejar de sentir sus labios.

Sherlock me miró serio y luego sonrió con sinceridad en sus ojos.

-Siempre fuiste el único John, eso jamas cambiará.

Entrelazó sus dedos con los míos y colocó mis manos a los costados de mi cabeza, sin dejarme mover los brazos, para continuar besándome con más exigencia que antes. Casi no podía seguirlo. Poco a poco nos dejamos ver el uno al otro. Los verdaderos nosotros. Sin barreras, sin bloqueos. Pude admirar cada musculo, cada lunar de la piel de Sherlock, cada vena que atravesaba su cuerpo. Dios, era adictivo. Esto no podía ser sano. Pero lo era. Estaba bien. Estábamos bien. Jamas me había sentido tan vulnerable, tan expuesto, y sin embargo no me importaba. 

Sabia que podía salir lastimado, sabia lo impredecible que era Sherlock. Demonios el hombre había fingido su muerte. Pero nada de eso importaba ahora. Lo único que importaba era el aliento acelerado de Sherlock en mi cuello y su espalda tensa, los labios entre abiertos y los ojos cerrados. Su rostro era digno de fotografiar. Una gota de sudor resbalaba por su sien, y los rulos rebeldes sobre su cabeza se balanceaban sin control. Apretó ligeramente el agarré de mis manos. Abrió sus ojos de repente, atrapándome mientras lo miraba. Sonrió y luego se acerco a mi, rozando mis labios pero sin llegar a besarme, estaba intentando provocarme, y lo estaba consiguiendo. Una corriente eléctrica recorrió mi columna y curve mi espalda, chocando mi pecho con el suyo y aprovechando para besarlo. 

Algún día me cansaría de esos labios? No. Jamas. Su boca se traslado a mi oreja, donde mordió mi lóbulo y luego lo besó.

-Me haces bien John. Me haces bien.



Ruined by Sherlock HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora