Capítulo 4: Huyendo de los Huargos.

160 9 0
                                    

Nos quedamos con las espadas mientras el resto decidieron enterar el tesoro para cuando volvieran a desenterrarlo, aparte de las espadas Gandalf encontró un puñal que le dio a Bilbo. Fuera de la cueva me pareció oír algo que me puso en alerta.

-Gandalf he visto algo acercarse, será mejor que nos andemos.

-¡No, os separéis, daos prisa, armaos!

-¡Bilbo no te quedes atrás! Le chillo.

De la nada apareció Radagast que montado en un trineo por el cual tiran unos conejos, parece muy alterado.

-¡Radagast!

-El que faltaba.

-Radagast el pardo, ¿Qué diantres haces aquí?

-Te buscaba, está pasando algo muy terrible.

-¿Si?

-Dadme un segundo, creo que se me ha ido.

-Mira que se lo tengo dicho, que tendrías que apuntar las cosas, utilicemos mi método, respira hondo y cálmate.

-Sé que lo tengo en la punta de la lengua- Radagast abrió la boca y le saco la lengua a Gandalf, de la boca saco un insecto palo -no lo podía decir por culpa de él. Los tres nos alejamos del grupo para hablar.

-¿Y bien? ¿Qué ocurre?

-El bosque verde está enfermo, algo siniestro se cierne sobre él, ya no crese nada.

-Cuéntame algo que yo ya no sepa, desde hace meses han pasado cosas raras allí. Lo sé porque antes de empezar esta aventura hacia mis trapicheos por ahí un tiempo.

-El aire se siente podrido, las telarañas son lo peor.

-¿Han crecido más? La última vez que estuve no había muchas.

-¿Ithil de que telarañas estáis hablando?

-Arañas Gandalf, son enormes, descendiente de un Ungoliant, como me llamo Radagast, he seguido su rastro vienen de Dol Guldur. Gandalf parece desconcertado al oír ese nombre.

-¿Dol Guldur? Esa vieja fortaleza está abandonada.

-No, no lo está.

Dol Guldur fue uno de los lugares que me advirtieron en mi pasado que si fuera allí acabaría como el resto de mi raza y dejaría de ser la última Elfa Marcada que existe.

-Un poder oscuro se oculta allí, nada más pisarla note un poder que nunca había sentido, es la sombra de un horror ancestral que puede invocar a los espíritus de los muertos, lo vi Gandalf de esa oscuridad ha vuelto un nigromante.

-¿Radagast? ¿Qué te pasa?

-Perdón ¿Por dónde iba?

-Un poco de viejo Toby, te relajara un poco. Le paso su pipa de tabaco, Radagast le dio una gran calada que hasta se quedó visco.

-¡Guau! Te vas a colocar.

-Échalo, haber dime, un nigromante ¿Estás seguro? De sus ropajes Radagast saco una daga envuelta en cuero.

-Eso no pertenece al mundo de los vivos. Yo al verla desenvuelta empiezo a sentir una pesadez en el pecho como si alguien me lo comprimiera.

En ese momento el silencio del bosque se rompió por un aullido que retumbaba por todos lados y cogí aire para recuperarme.

-¿Eso era un lobo?- pregunto Bilbo asustado -¿Hay lobos por aquí?

-Eso no es un lobo.

-¡Poneos a cubierto! Chillo mientras le disparo una flecha a un Huargo. Aparecieron unos cuantos más, los enanos lucharon contra el resto.

-Si hay Huargos por aquí significa que habrán orco cerca.

-¿Orcos?

-¿Se puede saber quién sabe sobre la misión aparte de nosotros? Le pregunta Gandalf a Thorin

-A nadie.

-¿A quién? ¡Dímelo!

-¡Te juro que a nadie! Por el amor de Durin ¿Qué ocurre?

-Os están persiguiendo.

-Tenemos que irnos.

-No podemos no tenemos pony

-No hay tiempo para eso mejor que huyamos de aquí ya, venga a mover esas piernas que se os han dado.

-Yo los distraeré.

-Son Huargos de Gundabad, te alcanzaran.

-Y estos conejos de Rhosgobel, que lo intenten si me cogen.

Radagast con sus conejos logro despistarlos mientras nosotros huimos a los prados rocosos, yo fui detrás para poder protegerlos pero daba igual por donde fuéramos, Radagast solo hacía que los Huargos y los orcos dieran vueltas.

-¿A dónde nos llevas? Pregunta Thorin enfadado pero Gandalf le ignora y corre.

-Thorin da igual corre.

-Mientras nos ocultábamos detrás de una roca oí a uno de nuestros perseguidores acercarse a nosotros. Le hago un gesto a Thorin para que no haga una locura que pusiera en peligro a la compañía pero no me hicieron caso y Kili con permiso de Thorin salió y disparo una flecha al Huargo lo que hizo que el orco intentara tocar su cuerno pero yo rápidamente se lo impido primero disparándole en la mano y luego en la garganta aunque fue inútil los demás lo oyeron no tardaron en ir a por nosotros. El orco aun teniendo la flecha atravesada en el cuello se levantó y empezó atacarnos, los enanos se defendieron y con sus armas lo mataron.

-Compañeros corred, deprisa. Corremos por toda la llanura pero igual que antes estaban por todos lados.

-¡Por aquí!

Todo parecía llegar a su fin estábamos rodeados, yo y Kili ya no teníamos flechas que disparar, desenvaine mi espada para poder protegerme de las flechas que algunos nos disparaban.

-¿Dónde está Gandalf?

-Se ha largado otra vez.

-No, seguro que ha encontrado una salida. Confió mucho en él.

-No te engañes nos ha abandonado. Me dice Thorin.

En un santiamén, nuestros perseguidores nos dieron alcance, yo me levanto la manga para despertar a mi dragón pero cuando estuve a punto de despertarlo.

-¡Por aquí, insensato! Chillo Gandalf detrás de una roca.

-Vamos. Lo sabía.

Corremos todos hasta donde estaba Gandalf que era un agujero por el cual entramos de un salto. Dentro del agujero oigo un cuerno pero no es un cuerno de orco, al reconocerlo miro a Gandalf mientras se hace el loco. Estando dentro del agujero uno de los orcos muerto entra con una flecha clavada.

-Esa flecha no es nuestra, es una flecha elfica.

-Por aquí hay un camino, no sé dónde va pero seguro que es mejor que de donde hemos venido.

-Pues que espera vamos.

Mi Propio Hobbit Donde viven las historias. Descúbrelo ahora