Capítulo cinco.

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Me dirijo a casa inmersa en mis pensamientos. En la tranquilidad que este chico me ha infundido, y al mismo tiempo cómo conseguía ponerme nerviosa con sus ganas de quitarme la razón. También es cierto que yo he juzgado demasiado pronto. Supongo que ese es mi escudo, si no soy agradable, no tendré amigos, y, por tanto, nadie llegara a conocer a mi yo vacío. Eso sin hablar del hecho de que ahora no tengo sentimientos, y se asustarían si lo descubrieran, ¿no?

Voy pensando todo esto mientras camino por la acera entre millones de personas que ni me miran a los ojos. Nadie se fija en mí, y me gusta. Siempre queremos ser especiales, queremos destacar pero no nos gusta que nos digan que somos diferentes. Bueno, yo soy diferente en que no quiero destacar, como ya he dicho, solo quiero desaparecer. De pronto, el ruido de un motor me saca de mis ensoñaciones.

Me giro y observo la misma moto grande y negra de antes.

-Hola de nuevo preciosa. -me dice el chico parando junto a mí. Los conductores le pitan molestos pero lo adelantan y a él tampoco parecen importarle los insultos que le propinan.

- ¿Me estás siguiendo?-pregunto entre sorprendida y divertida, este chico consigue que olvide todo lo que siempre me pregunto.

-Algo así -dice burlón. - ¿Quieres que te lleve?

-No.- respondo casi sin pensar. Me parece una respuesta tan clara. Aunque a él no se lo parece.

-Vaya. -dice y escucho una risa, se sube un poco la visera y le veo la sonrisa. Lleva un piercing negro en el lado derecho del labio inferior, y hace que parezca más grueso. - ¿Y por qué no?

-No te conozco. - pero, ¿por qué demonios hoy se creen todos amigos míos?

-Hola, soy Kyle. Ya me conoces. -dice ensanchando su sonrisa.

Ese gesto hace que sin querer eleve las comisuras de mis labios. Me doy cuenta e inmediatamente vuelvo a mi semblante serio.

- ¿Cómo te llamas tú, señorita seria?

-Mm... Creo recordar que ya me habías bautizado como "Preciosa". -me gusta este juego, no voy a estropearlo diciéndole mi nombre.

-Bah, pero le falta personalidad. ¿La preciosa peligrosa?

Me echo a reír como no lo he hecho en mucho tiempo. No puedo creer que haya dicho eso.

Él me mira sorprendido y sonríe más. Se arremanga un poco la chaqueta y entreveo el final de un tatuaje. 

-Deberías escribir poesía o canciones -le digo aún entre risas-. Tendrías mucho éxito entre los pequeños. -sigo riendo.

-Vaya, vaya, la chica seria no lo es tanto...-dice sonriendo traviesamente. Parece casi absurdo que tras tanto tiempo manteniendo mi semblante serio, sin poder siquiera sonreír, mi primera risa haya salido con algo tan estúpido.

-Es que... -involuntariamente me muerdo el labio. No me gusta que derriben mi muralla, una muralla que casi había olvidado tener al encontrarme frente a él.

-Déjame enseñarte todo aquello que te hará feliz, -dice acercando un poco el rostro al mío, aunque sigue llevando el casco y soy incapaz de verle la cara- puedo hacer que nunca borres esa sonrisa de tu rostro, o que al menos no lo hagas mientras estés conmigo... -no sé qué propone, pero lo dice con un encanto, con un magnetismo, que la idea me seduce. Olvidar todo lo que me reconcome por dentro, olvidar que no soy nada por dentro, olvidar haber de fingir que todo va bien, olvidarlo todo, y solo vivir sin preocupaciones... Dios, suena tan bien. Aún así me humedezco los labios secos y escondiendo mi descuidada sonrisa contesto.

-No voy a subir a esa moto – digo finalmente, con una seguridad que en realidad no siento y me marcho dejándolo atrás.

-El reto ha comenzado, preciosa -dice a mis espaldas.

Escucho el motor de nuevo y no puedo evitar sonreír al pensar en un "peligrosa" final.

Es la rima más infantil y estúpida que he escuchado en mucho tiempo.

En una tarde he conocido a dos personas súper distintas entre ellas. Aunque al motorista ni siquiera le he visto la cara. Pero, me parece tan extraña su reacción... Quiero decir, llevo toda la tarde cruzándome con gente que ni siquiera me miraba, sintiéndome completamente transparente, incluso Will no se había fijado en mí hasta que casi hemos chocado, y sin embargo este chico, me ha visto en seguida, ha parado y me ha dicho que dejara de tratar de esconderme, que no lo conseguía... Y no puedo hacer más que preguntarme: ¿por qué? ¿cómo es que él si me ha visto? Y, ¿recordais lo que he dicho antes de que no quiero sentirme especial? Él ha hecho que quiera sentirlo, me gusta que me haya hecho sentir así, casi... deseada. Diría que hacía mucho tiempo que no me sentía así, pero seguramente mentiría, puesto que ahora soy Beth, y cómo Beth, nunca me había sentido así. 

Y Dios su sonrisa era tan arrogante y ¿sexy?

Bueno, no sé, tampoco importa, no creo que los vuelva a ver. Decido finalmente, no quiero comerme la cabeza también con esto.

Vuelvo a casa cargada de bolsas. Cuando entro en el apartamento mi tía todavía no ha llegado. Me dirijo a mi habitación y empiezo a colocar las cosas en el armario.

Cuando saco el vestido para colocarlo en la percha me quedo maravillada con el tacto suave de su tela. Lo miro y casi sonrío. Es una pena saber que no tendré la ocasión adecuada para llevarlo. Lo meto en el armario y cierro las puertas de este.

Cojo un libro y me tumbo sobre la cama.

Me canso solo de pensar que dentro de unos días no tendré tiempo para hacer nada de esto. He estado sin hacer nada durante mucho tiempo y empezaba a acostumbrarme a ello. A ver series o pelis, a leer o dibujar, incluso había empezado con la guitarra. Y cantaba, canciones tranquilas y tristes y cuando no había nadie para escucharme.

La gente no entiende cuan maravillosas son estas actividades hasta que no sienten la necesidad de escapar de este mundo. Yo la siento.

Mi tía llega y por primera vez en mucho tiempo ceno con ella. Y me cuenta lo nerviosa que se encuentra por lo de mañana. Y mientras lo hace, mueve las manos, sonríe, pone cara de preocupación, frunce el ceño... hace miles de caras acorde con lo que está contando, y me doy cuenta de que yo no soy nada expresiva.

Y mientras me acuesto, me pregunto si todo lo que soy ahora, es porque he trabajado en serlo, me he esforzado en ello; o si, por el contrario, antes me esforzaba en ser de esa forma. A veces, siento como si hubiera vuelto a nacer. Porque antes era quien era por cómo y con quien había crecido. Ahora trato de no recordar nada de eso, intento que nunca haya existido, y, por tanto, nada me ha formado ¿no?

Me quedo dormida con estos pensamientos. 

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