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Me desperté sobresaltado en mitad de la noche: alguien tocaba la puerta insistentemente; será mi subconsciente pensé, tal vez mi cuerpo enviando señales a mi cerebro para que trasladase la orden de seguir respirando; volví a reconciliarme con la cama lentamente, dejando apoyado primero mi cuerpo y después cerrando mis ojos, los cerré, como si del bateo de las alas de una dulce y pequeña mariposa se tratara. Pobre de mí lo que no sabía era lo que me esperaría después...

Querido lector, ahora tan solo le pido, que abra su imaginación, que no se limite a la realidad, que deje su cabeza abierta a todo lo que creía impensable, y que finalmente, viva conmigo el viaje a Utopía, el lugar más hermoso en el cual nunca querrá estar.

Uthopia. Diarios de aquel que nunca volvióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora