Basura.

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Milk.

Volvimos a la vida como era de esperarse. Al llegar nos recibieron con una alegría infinita, especialmente a Trunks. Jamás había visto a Bulma tan feliz cuando lo vio, y aun que Vegeta se hizo el fuerte le note a leguas que estaba igual de feliz. Muy alejado curvando una sonrisa como de esperarse. Pero mis objetivos ya estaban completados. Goku no moriría y se quedaría con su esposa, sin recalcar que vengue la muerte del hombre que amaba. Admirando como Trunks abrazaba a su madre con gran amor. Saludando a nuestros amigos desde lejos. Enterándonos que Gohan fue el que derroto a Cell y no Goku. El orgullo invadió mi pecho al enterarme de eso. Tomando a Gohan en mis brazos diciéndole lo orgullosa que estaba de el. Luego de eso me mantuve alejada al igual que Vegeta. No quería que mi yo del pasado se topara conmigo y viera en la mujer que me había convertido. No era la misma y de eso estaba completamente segura. Alejándome de la reunión para volar hacia el tejado donde seguramente el príncipe estaría recostado mirando las estrellas. Al notar que me acercaba no se levanto. Despreocupado y muy lejano, con sus ojos aun puestos en el hermoso cielo estrellado.

Sentándome a su lado como en muchas ocasiones hacíamos cuando el era mi maestro y yo su pupila. Mejores amigos y hermanos.

—Gracias por vengar al mocoso — me dijo dejándome totalmente en blanco.

— De nada... —solo le conteste tratando de sonar indiferente para no incomodarlo.

No dijimos nada, entre nosotros las palabras no hacían falta. De hecho solo se decían palabras que valieran la pena. Vegeta no gastaba su tiempo en babosadas sin sentido, una cosa que heredo su hijo era eso. Quedándonos los dos en silencio, solo mirando el cielo. Completamente incomprendidos.

Trunks.

Me acosté mirando la hora. Sabia que Milk estaría en el tejado. Siempre hacia eso en las montañas Paoz. Seguramente no estaría sola. Espero que papa no comience a tratarla como un animal. Cuando escuche la puerta de la habitación en la oscuridad y sentí su ki, me levante rápido para tomarla de las manos con suavidad. Solo escuchaba su respiración entrecortada, por Kami como amaba y deseaba a esa mujer. Y debajo de los suspiros y sus manos que subían por mi abdomen hasta mi pecho dijo mi nombre, sin poder contenerme el besarla. La amaba, como no hacerlo. Cuando mientras el mundo solo era caos, ella solo era una llama muy extinta y hermosa que alumbraba algo de mi soledad. Sin importarme la diferencia que nos separaba  que ya no era un impedimento. Prendiendo la luz para verla, pero no era necesario. Ya sabía lo bella que era. Con ese cabello negro largo y ese rostro blanco.

No la solte y no quería, tanto era la tortura de tenerla cerca y no poder besarla. Verla dormir cuando se emborrachaba diciendo una y otra vez que todo era culpa de su esposo. Lo mucho que sufría. Y su beso se profundizo haciéndome jadiar, siempre me controlaba, me hacia lo que le daba la gana. Tenia que ponerme algo fuerte, debilitarla, controlarla. Gruñendo mordiendo un poco sus labios. Controlando mi ki, bajando por su cuello, desgarrando su ropa con desespero. Entrando en ella sin dulzura o palabras amorosas. Sin dejar de besarla ni ella a mi.

— Aun no me creo nada de esto —decía aferrada, moviéndome muy cerca de mi cara.

— Hay cosas que no tiene lógica — le dije sonriendo un poco, sintiendo cada parte de ella en mi miembro — Solo se que eres mi mujer — añadí con voz ronca.

Milk río por lo bajo.

— Ya hablas como tu padre — menciono recordando cuando mi padre le hablaba a mi madre. Con esa imponencia y autoridad, como si estuviera marcada solo para el.

— Soy su hijo y un sayayin — le mencione con ganas de morderla, con deseos de no ser suave si no tosco.

Trate de controlarme pero no podía y creo que ella estaba acostumbrada. Su fuerza me envolvía y era fácil tenerla. Era difícil lastimarla, mordiendo uno de sus pechos, escuchando como llegaba a su orgasmo diciendo mi nombre. Explotando como era de esperarse tomando su cabello con suavidad. Bajando mis manos por su suave espalda. Succionando sus labios, bajando a su mentón. Llenándome de ese olor que hasta a mi padre enloquecía. Inusual y raro pero a la vez exquisito.

—Tenemos que volver a casa — susurro aun sin dejar de abrazarme.

— Si, y sacar la basura — dije en tono grave tomándola por el mentón para mirarla a los ojos. El niño ya estaba muerto hace mucho tiempo y ella lo sabia.

HOLA MIS AMORES SE QUE ESTABA DESAPARECIDA PERO AQUI ESTOY HEHEHE DEJARE LAS HISTORIAS TAL VEZ SIN ACTUALIZAR PERO JAMAS LAS DEJARE SIN TERMINAR BUENO YA ESTO SE ESTA ACABANDO ESPERO QUE LES ESTE GUSTANDO. UN BESHO BIEN GRANDE NOS LEEMOS PRONTO LOS AMO. 

El ultimo guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora