Capítulo 7

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Miré al reloj que estaba colgando en la pared y suspiré. Se suponía que Bruno tenía que pasar a buscarme y llevarme a la escuela, ya que hoy era el día que tenía que regresar después de mi breve receso; pero ya se estaba tardando bastante y a pesar de que ir a la escuela y estar con mis compañeros era un suplicio, como que llegar tarde no me gustaba. Odiaba a la gente impuntual. Odiaba a Bruno, bueno, no, no lo odiaba, solo que en ese momento parecía que sí.

Se escuchó la bocina de un auto y salí afuera, pegando un portazo impulsado por mi pie sano. Caminé, dentro de lo que pude, con ademan molesto para que Bruno se enterara de que estaba de malhumor. Entré al auto y lo miré con cara de culo.

-Eh... ¿Buenos días, Juli?

-Cállate.

Se quedó mirándome y vi que apretaba los puños y que tomaba aire. Como dándose valor a sí, a ver con que salía ahora. Bruno era una caja de sorpresas, más que nada porque no sabías con que personaje te iba a saltar...El Bruno tímido, o el desvergonzado, el gracioso o el perrito faldero. Habría que ver como se encontraba esa mañana.

-No.

-¿Qué?-Pregunté confundida ¿No qué?

-No me voy a callar. No-oh.

Lo mire levantando las cejas y estoy segura que mi cara reflejaba un "¿Ah, no? ¿No te vas a callar?" incrédulo. Este Bruno no lo conocía. "El rebelde" fue agregado a mi lista metal de Brunos.

-Siempre hago lo que quéres, Juli. No me podes decir que no..."Bruno, háceme un sanguche" "Bruno, anda a comprarme esto, compra el otro. Vení para acá, anda para allá" Yo también soy una persona viste, y sé que te dije que te iba a ayudar, que ahora era como tu secretario y toda la bola, pero la gente tiene un límite.

-Uh, baja un cambio. Está bien, no te calles. Hace la tuya tranquilo. Si quéres no te pido nada. Los pibes están cada día más minitas.

-O es que vos estas cada día mas chabón.

Me tensé. Ah, sí, me tensé como si me hubieran pegado un latigazo. Justo en la llaga Brunito, en el medio de la herida.

-Sos un tarado.

-Eh, no, no. Yo no soy ningún tarado. Vos decís que yo estoy minita, yo digo que vos estas chabón. Sí, estas chabón. Con ese aire de "Te me acercas y terminas lleno de moretones y cicatrices"

-Yo nunca diría tantas boludeces por segundo, ese poder es tuyo. Yo no digo lo que voy a hacer, yo lo hago.- Bruno había arrancado el auto hacía rato, cuando habíamos empezado a discutir.

-Chabón.

-Cállate si no quéres que te pegue.

-¿Ves? Una chica no diría esas cosas, diría "Cállate o te pego con mi bolso, estúpido" Con voz chillona.

-Pará.

-Pero no, vos vas y hablas así...Como hablas vos, bien al estilo Julieta, como haciéndote la...-Abrí la puerta del auto mientras estaba andando, lo que ocasionó que Bruno frenara de golpe - ¿¡Pero que estás haciendo!? Julieta, entra al auto. Julieta, no me ignores ¡Julieta!- Seguí caminando por dos razones, una, estaba muy enojada y dos, no quería que me viera. Sí, estaba llorando, lo que pasa es que cuando algo me molesta mucho, lloro. Lloro o le pego a alguien, y la segunda ya había pasado muchas veces. Demasiadas para una chicha como yo. Una chica que tenía que ser más refinada, mas apta, más honorable para mi familia, menos deshonra. Menos yo, más minita supongo. Bueno, Bruno tenía razón. Era más pibe que otra cosa yo.

-Juli.-Me agarró el brazo y me dio vuelta. Miró mi cara y se quedó callado. Callado y confundido- ¿Qué pasa que lloras?

-¿Quéres saber qué pasa? ¡Pasa que sos un tarado! Un tarado que encima de ser tarado tiene razón. Sí, Bruno, soy medio chabón ¿Ténes algún problema? ¿Te jode? Me chupa un huevo. Vos me chupas un huevo, mi vieja y mi viejo me chupan un huevo, la plata me chupa un huevo, y no ser suficientemente femenina para nadie me chupa un huevo, también. Cagate, me voy caminando. Pelotudo.- Sorbí mis mocos con enojo y me puse a caminar. Muy lejos del auto con la pierna tuerta como la tenía no había llegado. Así que seguí avanzando para alejarme del tarado. A nadie le gustaba que le dijeran las cosas como eran. La verdad era una cachetada a la cara con palabras, la verdad era la cosa que más le dolía a uno aunque uno ya la conociera, ya supiera de ella. A nadie le gustaba que le remarcaran las cosas que era o no era, los defectos, las cosas malas. Menos yo, porque las tenía bien clarito.

"Julieta, ténes que ser más femenina" "Julieta, qué son esos harapos que ténes puestos. Pareces un chico" "Julieta, estas gordita, ténes que hacer dieta." "Ay, Julieta, que decepción terminaste siendo"

Sí, era una decepción para todos excepto para Paco y Mabel. Ellos me veían bien como era. Decían que era autentica, original, que no era necesario ser femenina, que yo estaba perfecta. Y eso me gustaba, me gustaba que me mimaran con halagos, cosa que nunca había pasado antes, la gente que me rodeaba no solía decirme cosas lindas. No me juntaba con la gente adecuada y lo sabía, pero qué iba a hacer yo. Había nacido donde había nacido, me había parido quien me había parido, y me habían tratado como me habían tratado. Por eso sentí al vivero como una pintura tranquila, con trazos suaves. Paco y Mabel eran la calma después de la tormenta, la tormenta que tenía diferentes nombres. La tormenta se llamaba, mamá, papá, inseguridad, soledad, tristeza, Julieta, sí, yo también era una tormenta, una para mi misma y para el resto.

Me gustaba sentirme querida como cualquiera en el mundo. No eran necesarios los abrazos, los besos, las caricias, yo con un par de palabras honestas y lindas, con un "Estas bien como sos" me conformaba, me sentía mejor.

Supongo que tampoco era lo que el resto esperaba. El mundo me miraba y decía "Es re fría, no le gusta mucho la gente. Es re ortiva, mala onda. Trata mal a todos" Pero yo era como el resto, me gustaba sentir que era importante para alguien, me gustaba tener un poquito de atención, no quería ser invisible, ser olvidada, ignorada. Era como el resto de los adolescentes con los que compartía clases cada semana, a los que tanto odiaba. Eso me convertía en alguien que se odiaba a sí mismo, por lo visto.

Sentí que alguien me rodeaba, me levantaba. Bruno. Quedé mirándolo desde arriba con lágrimas en el rostro. Esta vez de tristeza. Sí, yo también tenía permitido sentirme triste ¿No? ¿O estaba mal?

Apretó más mi cintura con sus brazos, me fue bajando de a poquito hasta que estos rodeaban los míos.

-Perdón. No pensé que iba a joderte tanto. A veces soy muy bobo y despistado. Y a veces me olvido que vos ténes sentimientos también. Soy medio hipócrita, me quejo de lo que yo le hago al resto. Es que a veces pareciera que las cosas no te importan, pero si lo hacen. A todos nos afectan. Vos sos todos, Juli. Perdón, soy un mal amigo.-Tenía las mejillas rojas, cuándo no, por la vergüenza y la culpabilidad. Me reí bajito.

-¿Quién te dijo que eras mi amigo? ¿Yo? Estoy segura que no.

-Yo digo que soy tu amigo, bah, lo siento así. Creo que me caes un poco, un poquito bien, aunque a veces te zarpas en forra.

-Bueno, está bien.

-¿Soy tu amigo?- Me apretó más como contento y lo empujé recordando que todavía estábamos abrazados. Puaj, no me gustaban los abrazos. Bueno...Los de Bruno no eran tan malos...No tanto.

-No, que te perdono. No podes ser mi amigo, porque soy muy genial para tener amigos como vos.

-¿Cómo yo? ¿Cómo sería eso?- Nos pusimos a caminar hacia el auto.

-Así, con esa onda de tímido-chamuyero. No me van las cosas ambiguas. Los grises no me atraen, ni si quiera como amistad.

-¿Tímido-chamuyero? Eh, lo de tímido lo capto... pero lo de chamuyero, estás diciendo cualquier cosa.

-Ah, cállate, que me pongo de malhumor. Me gusto verte rogar por mi perdón. "Juli, no me odies" "Sos maravillosa" "Te necesito como al aire para respirar" "Sos el protón de mi electrones"-Cambié de tema porque no tenía ganas de discutir sobre su jueguito.

-Uh, se te subieron los humos a la cabeza ¡Bomberos!-Entramos al auto- Yo nunca rogué, ni dije nada de eso. Solo admití que estaba equivocado, eso es mucho más de lo que algunos pueden decir. Como cierta persona que conozco.

-Yo acepto mis errores.-Lo miré mientras corría mi pelo hacía atrás, haciéndome la diva.

-¿Ah, sí? ¿Cómo cuál?

-Haberte conocido a vos.- Mentí ¿Mentí? Sí, mentí. Consideraba a Bruno como un amigo, hace mucho que no tenía uno. Era triste pero era verdad. Era mi amigo. Bruno el insoportable, era mi amigo.

-Yo no. No me arrepiento de haberte conocido.- Se sonrojó y me sonrió.

-Lo sé, soy muy fabulosa.

-Sí- Y sentí que esta vez no mintió. Bueno, no era fabulosa, pero viniendo de él esas palabras sonaban tan verídicas como si hubiera dicho "Me llamo Bruno" Sonreí, no sé por qué, solo sé que la sonrisa me salió de adentro, del alma dirán algunos.

Fastidiosamente tímidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora