Abigail notó que el humor de Cole había cambiado totalmente, apenas un momento antes se lo veía relajado y ahora estaba más sombrío que nunca. Incluso estaba sentado tan distante como era posible en el estrecho coche y su mandíbula lucía tensa como si se estuviera controlando a duras penas.
-Ese hombre, ¿es con quien peleaste?
-Sí- respondió escuetamente.
- Aún hay asuntos pendientes entre ustedes, ¿verdad?
-No de mi parte- dijo él.
-Sólo deja de pensar en ello, Cole, no dejes que te arruine el día. Por favor- pidió y él intentó relajar el ceño.
-Abigail, si llegas a ver a ese hombre alguna vez y estás sola, aléjate de él, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-Hablo en serio.
-Lo sé. Me alejaré de él y tú haz lo mismo.
-Lo haré, siempre y cuando él no se nos acerque – dijo Cole y aquella respuesta dejó inquieta la chica. Pero era él quien se sentía más inquieto. Hasta el encuentro con Jeffrey no había sido consciente de lo que traía aparejado querer a alguien. Amar significaba temer que algo le sucediera a la persona amada. Hasta el momento, no había tenido nada que perder, había sido un lobo solitario peleando por sobrevivir, lo único en riesgo era su propio pellejo, y aunque se había defendido con uñas y dientes para salir adelante, no era lo mismo que desear proteger a otro. De pronto, el bienestar de ella era más importante que el suyo, ahora tenía a alguien que era más importante que él mismo.
Querer a alguien daba fuerzas, pero también se volvía una debilidad. Al ver aparecer a Jeffrey sólo había pensado en poner a Abigail a salvo, lejos de la mirada de aquel hombre, lejos de su asquerosa presencia.
Aún no lograba tranquilizarse, pero no quería arruinarle la velada a Abigail.
-Lo siento, de verdad deseaba que fuera un día especial...- dijo a regañadientes.
-Lo fue, gracias Cole – respondió y extendió su mano para alcanzar la de él y apretarla brevemente como para reafirmar sus palabras.
-Será mejor que te lleve a tu casa. Prometo que la próxima salida será mucho mejor- dijo él y se sorprendió por la reacción de ella.
-A casa no, debemos ir a la mansión primero.
-Es tarde.
-No puedo regresar vestida así – dijo ella tímidamente y entonces Cole fue consciente de cuán mal había actuado hasta el momento.
Si hubiera sido otra mujer, por ejemplo su ex prometida, no podría haber salido con ella sin el consentimiento de sus padres, pero no se había preocupado por eso con Abigail.
Y el hecho de que le comprara ropa, podría ser malinterpretado y dañar la reputación de cualquier jovencita, también lo había olvidado con ella. Abigail era tan honesta y directa, que simplemente no había pensando en las convenciones cuando se trataba de las relaciones entre un hombre y una mujer decente, y sin dudas Aby era digna de todas esas consideraciones. Ella no había protestado ni mencionado nada, pero imaginaba que se había visto obligada a mentirle a su madre o al menos a ocultarle cosas. Tenía mucho que corregir de ahora en adelante.
-De acuerdo, iremos a mi casa primero – asintió él apesadumbrado.
-De paso puedo contarle a Antoniette sobre la obra, me dijo que al regresar debía contárselo sin saltarme ningún detalle. – dijo ella volviendo a su entusiasmo habitual y Cole agradeció que fuera así.
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La redención
RomansaCole Bayley se crió como un marginal, luchando por sobrevivir con los escasos recursos que contaba: su instinto de supervivencia, sus puños y su inteligencia. Con los años logró dejar atrás su desafortunada infancia en las calles del Londres de fin...