El felino

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Capítulo 1

El felino

"Los sueños, sólo sueños son, pero que viva la fantasía, si sueño que eres mía y me dejas ser el dueño de tu amante corazón" Gilberto Santa Rosa

Esta tarde, al salir del trabajo, decidí ir a tomar algo y luego quizás bailar un rato. Era fin de mes y, cada vez que cobrábamos las comisiones o regalías por ventas efectuadas, era costumbre salir a un viernes de chicas. Estos días me había esforzado el doble, mi sueldo se encontraba abultado, estaba realmente encantada, prácticamente había acosado a mis clientes, ofreciéndoles todos los productos existentes, ahora recibía mi recompensa.

Trabajaba como Gerente de Ventas desde hacía un par de años en una comercializadora de productos no perecederos, allí había conocido a mis dos incondicionales amigas, Rose y Alice, ambas solteras al igual que yo. Ellas compartían apartamento, sin embargo, yo era una perfecta esclava de mi trabajo y podía darme el lujo de vivir sola. Había comprado un hermoso loft en un barrio bastante decente. Gracias a Dios, hasta el momento no tenía ninguna dificultad económica, nunca me había hecho falta nada, aunque mis padres eran divorciados siempre estuvieron pendientes de mi bienestar hasta que me gradué en la universidad.

Había estudiado Mercadotecnia optando por un máster en estudios de mercado y especializándome en oferta y demanda de productos no perecederos. Ahora trabajaba como gerente de ventas en Business Vulturi Company con un excelente sueldo, el cual me permitía darme mis gustos, comprar ropa bonita y zapatos —que eran mi debilidad—, además de, obviamente, salir a disfrutar con las chicas.

Les sugeriría ir al mismo lugar de la última vez, quizás tuviera suerte y coincidiría con el felino de ojos verdes, ese con el que había bailado en aquel antro hace un mes.

Era un hombre muy guapo, tenía un cabello cobrizo indomable y una boca con labios carnosos que invitaban al pecado. Medía un metro noventa de estatura aproximadamente, recuerdo que le llegaba a su mentón y yo llevaba tacones. Me pareció un tipo muy misterioso, con esa mirada verde intensa, sentía que podía desnudarme, literalmente de un vistazo, tanto que en el momento en que se había quedado observándome fijamente sentí que me doblegaba.

Esa noche habíamos bailado varias veces, yo disfruté de su toque, de su cuerpo duro y formado. Por encima de la camiseta negra ajustada que llevaba, pude palpar la dureza de sus brazos y de su pecho mientras bailábamos, me giró dándole la espalda y sentí el roce de su polla en mi trasero ¡Dios, ese hombre estaba para comérselo! También había enviado varias bebidas a nuestra mesa esa noche, pero en un momento lo perdí de vista y supuse que se había marchado.

Volví de mis recuerdos cuando escuché la puerta abrirse, estaba en el baño retocando mi maquillaje y chequeando mi vestimenta, hoy me había decidido por una camisa negra de cuello alto, una corta falda blanca y unas sandalias altas de muchas tiritas entrecruzadas que llegaban más arriba de mis tobillos, que me encantaban y, además, hacían ver mis piernas mas estilizadas.

Sueño de una SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora