Capítulo 5. Final.
Ya no quiero seguir soñando.
"Cuando nuestros sueños se han cumplido, es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación" .
Me encontraba con la cabeza apoyada en su hombro, aun sentía nuestras respiraciones agitadas después de esta increíble sesión de sexo. El estar sin la posibilidad de mover mis manos para poder tocarlo y sentirme indefensa, me había enloquecido, logrando un orgasmo asombroso. Solo había esposado mis muñecas, para mí era la primera vez y aunque pudiera ser algo no tan fuera de lo común, en ese momento me di cuenta que estaba tocando el cielo. Parecía algo inaudito pero no pondría en duda de que esos jueguecitos serían muy divertidos.
—Bella.
—Ummm.
—¿Estás bien?
—Mejor que bien —susurré a su oído.
—Me alegra saberlo, gírate un poco para quitarte esto —dijo tocando el artículo metálico con el que me tenía inmóvil.
Me sacó las esposas y revisó mis muñecas, acariciándolas y haciendo suaves masajes.
—Estas pequeñas marcas desaparecerán en cualquier momento, solo es el roce, no te hiciste daño.
—Mi piel es muy blanca y tiende a enrojecer fácilmente. No te preocupes, Edward.—Le resté importancia.
—Tengo que preocuparme, de ahora en adelante tendré que cuidar de ti para no romperte, pareces delicada—dijo sonriente mientras se movía de manera sugerente, aún estaba encajado dentro de mí.
—Yo soy muy fuerte. —Levanté mis brazos y le enseñé mis bíceps femeninos pero definidos—. Toca aquí —le dije llevando una de sus manos para que tocara mi musculo.
—Mejor me porto bien entonces, tienes brazos que aparentan pegar duro.
—Pego muy duro, de hecho no querrás probar uno de mis golpes.
—Dejemos los golpes a un lado, mejor bésame —llevó mis manos a su cuello y me enroscó dentro de sus brazos.
Besaba divino, su lengua húmeda se enroscaba con la mía, chupaba y daba leves mordiscos a mis labios. Era el jodido paraíso. Después de que nuestras respiraciones y pulsaciones se ralentizaran, me separé de Edward, tomando una gran bocanada de aire, llenando mis pulmones de su aroma.
Su ímpetu, irreverencia y dominación me ponían, solo me había bastado volver a verle, olerle y sentirle, para perderme en sus orbes verde esmeralda. No me hacía falta nada más, podría vivir el resto de mi vida en su regazo, atada a él.
Media hora después estábamos estacionando en el sótano del edificio donde vivía Edward, estaba ubicado en una de las zonas más exclusivas de New York, ¡Joder! Si no es porque lo había visto en televisión, le preguntaría a que se dedicaba.
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Sueño de una Sumisa
FanfictionAmo/sumisa ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo, porque esa...