Hoy era viernes y no tenía nada que hacer, me desperté para ir a mi aburrida escuela. Me bañe y me alisté, tome mis cosas y baje las escaleras, era temprano así que solo tome un jugo y una manzana y salí de la casa; me iría a la escuela caminando.
Mientras caminaba iba escuchando música en mis audífonos, en ese momento solo era yo, veía a todo con un ambiente deprimente.
Cuando llegue, me dirigí a mi salón y me senté en mi silla. Seguí escuchando la canción que estaba escuchando, no estaba prestando atención a nada, alguien tocó mi hombro y me sobresalté, era Clara.
-¿Estás bien?- preguntó sentándose en el asiento de enfrente.
-Si, claro- murmuré.
-No, no lo estas, te conozco mucho dime ¿qué te pasa? Sabes que yo te puedo ayudar, me puedes decir lo que quieras.- dijo dulcemente.
-Solo estoy un poco deprimida- dije mirando hacia otro lado, las lágrimas querían salir.
-No llores mi niña- dijo abrazándome.
Estuvimos un rato así, mientras me decía palabras de consuelo.
-No estoy preparada para decirte, pero te aseguro que te lo diré- murmuré.
-Esta bien, nos vemos luego- dijo parándose para ir a su lugar ya que entró el profesor.
Me saque los audífonos y saque mi libreta para anotar lo que dictaba. Cuando terminó la clase, me quede ahí para esperar que viniera el otro profesor.
-Estuviste un poco distraída- dijo alguien a mis espaldas. Era Mario, ni siquiera me acordaba que estaba atrás de mi. Mire a mi lado y ahí estaba el asiento vacío de Alicia, justo cuanto la necesitaba.
-¿Tú me amarías a pesar de todo?- le pregunte sin voltearme.
-Claro que si, nunca lo dudes- dijo volteándome y plantando un beso en mi boca.
Me dejé llevar por sus labios, me sentía protegida pero una voz dentro de mi decía: Venganza, venganza.
Me separé lentamente de él y lo abrace fuertemente.
-¿Pero porque preguntas?¿Estás bien?- dijo notando una lágrima en mi mejilla
-Estoy bien, solo quería saber- dije conteniendo mis lagrimas.