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Volví a revisar las calle a la noche siguiente. Gemma tiene que estar por aquí en algún lado. Me enfoqué en los aromas. Y entonces lo reconocí. Su perfume con olor a vainilla. Lo reconocería en cualquier lugar.

—¿Ginny?—pregunté siguiendo el olor, su dulce aroma a vainilla me había guiado al bosque. Algo pasó junto a mi oído, a centímetros de golpearme.

Me tomó unos segundos reconocer que era una bala y cuando la segunda salió disparada hacia mí, apenas pude esquivarla.

Mis pies reaccionaron por si solos mientras corría hacia mi atacante. Olía vainilla, a Gemma. No lo golpeé, su aroma me dejó aturdido.

—¿Ginny?—la llamé. Un fuerte dolor me atacó en el área del estómago, quién fuese que estuviera frente a mí acababa de apuñalarme con algo parecido a una daga. Algo que sin duda era de plata.

Grité de dolor mientras me doblaba sobre mi estómago y el desconocido escapaba moviendo su arma ágilmente, cambiándola.

Me acerqué corriendo mientras escuchaba un clic de parte del arma de mi atacante y entonces un fuerte golpe chocó en mi cara. Una manopla de hierro.

Retrocedí esquivando otro golpe e intentando inmovilizar al atacante, no podía ver su rostro, llevaba una capucha de un color rosado pálido.

Tomé la capucha con una mano mientras con la otra bloqueaba un ataque del desconocido y la jalé.

Mi atacante se volteó dándome la espalda y tirando algo hacia mis píes, un humo comenzó a brotar de la pequeña cosa que había lanzado y lo reconocí en cuanto lo olí, acónito.

Caí de rodillas rendido mientras mi atacante corría por el bosque en dirección contraria, su cabello era corto, casi le llegaba hasta los hombros y entonces noté dos cosas cruciales en mi búsqueda de Ginny. Mi atacante era una mujer. Y se había llevado a Gemma.

Strangers (Teen Wolf) |Isaac Lahey|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora