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A mi lado sonó mi celular, no tenia ganas de hablar con nadie, así que lo dejé sonar. Mis pensamientos volvieron a ser interrumpidos por mi teléfono, por tercera vez consecutiva.

—Deberías responder—opinó Scott en la cama junto a mí—. Me esta volviendo loco.

Tomé el teléfono sin ganas de hablar con nadie.

—Muéranse—exclamé apenas conteste el teléfono y lo cerré, mi humor era malísimo, ni siquiera revisé quien era, no me interesaba saber.

Scott solamente me miró, no le había contado aún, no le había contado a nadie.

—¿Esto es por Gemma?—preguntó—, te dije que va a estar bien, la encontraremos.

Y esa fue fue la gota que colmo el vaso. Mis ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas que antes no había dejado salir. Un sollozo salió desde el fondo de mi garganta mientras sentía como una parte de ni se rompía.

Scott se acercó a mí y me abrazó, con fuerza. Y solamente lloré, la esperanza que tenía Scott de encontrar a Gemma. Era cruel de mi parte dejarlo ilusionarse con que la encontraríamos cuando sabía perfectamente que no sería así.

—Scott—hable levantando mi cabeza y mirándolo, sus ojos reflejaban una emoción entre tristeza y esperanza.

Antes de que pudiese decirle el sonido de mi teléfono se hizo presente, antes de que yo pudiese tomarlo y lanzarlo contra la pared más cercana que viese haciéndolo añicos, Scott lo tomó y contesto poniéndolo en altavoz.

—¿Isaac?—una voz habló, estaba llorando y se notaba asustada. Miré el teléfono en las manos de Scott para leer el nombre de quién sea que llamase.

Mis ojos se abrieron de par en par y una sensación de alivio me inundó. En la pantalla, en letras blancas se leía claramente un nombre que me transmitía tranquilidad cada vez que lo decía:

Ginny

Strangers (Teen Wolf) |Isaac Lahey|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora