La guerra hace menos daño con agua

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Estaba desayunando unas galletas que encontré al final de la cocina junto a paquetes llenos de cereal, cuando Harry apareció. 

— Parece que te divertiste anoche Harold. — dije con una sonrisa malvada. 

— ¿Qué?—  dijo confundido. Se sentó en la cabecera de la mesa y apretó sus dedos en las sienes. 

— ¿Te duele la cabeza Haroldo? 

— ¿Qué me hiciste? 

— Yo nada — respondí levantando las manos inocentemente— tú solo te emborrachaste anoche en la fiesta, que supuestamente iba a ser divertida. 

— Dime que no cometí ninguna tontería. 

— Solo una, estuviste apunto de pasar la noche con una chica. 

Me miró con esos profundos ojos verdes esmeralda y me dedicó una sorísa torcida. 

— ¿Estas celosa? 

— ¿Estas bromeando?  

— Estoy oliendo celos en el aire— se tapó la nariz. 

— Deben ser lo tuyos, no creo que Perrie este de acuerdo. 

— Yo no estoy casado con Perrie si me lo preguntas, me casé con la bipolar que cambia el color su cabello cada vez que le agarra un ataque. 

— ¿Cómo sabes que me tiño el cabello varias veces? 

— Porque, cuando viniste a Las Vegas lo tenías marrón y al otro día lo tenías rojo. 

— Ah. 

— Eso, y no escondes bien las fotos de tu adolescencia. 

Le pegué un codazo. 

— No revises mis cosas. 

— Nuestras cosas — corrigió marcando la palabra "nuestras", y señalando su sortija—  estamos casados, ¿Lo olvidaste? 

— Ojalá pudiera olvidarlo, parece una horrible pesadilla, pero por desgracia es tan real como que te olvidaste como preparar el desayuno. 

— Creo que apenas llevamos menos de una semana juntos y ya me conoces de toda la vida. 

— ¿Mandando indirectas, Styles?, ¿se podría decir que soy tu vida? 

— Ya quisieras, pero no.¿Ahora me darías algunas galletas? 

— Se nota que tú no me conoces a mí. Las galletas son mi vida, entre otras cosas. No sé cual sea la tuya. 

— La música, es bastante simple. Me gustaría ser músico. 

Oh por dios. No me digas que rulitos y yo tenemos el mismo sueño. Me atraganté con la galleta y Harry empezó a darme golpecitos en la espalda. 

— Estoy bien — dije sacudiendo la cabeza—  ¿en serio te gusta la música? me refiero si es lo que en verdad quieres. 

— Más que nada en el mundo. 

— ¿Más que Perrie? 

—Muchísimo más que a Perrie. A veces me preguntaba porque seguía con ella, ni siquiera la quiero. Ella y yo somos tan diferentes. 

— Los opuestos se atraen. 

— Pero no si son tan opuestos. Es como el agua y el fuego, son justamente lo contrarío, y se quieren, pero si se tocan, uno se pierde y otro se destruye. 

Esta bien, tal vez juzgue mal a Harry pensando que sería alguien que no sabría algo aunque se lo tatuen en la frente y lo vea cada vez que se fija en su espejo bordado de oro y conninctustaciones de diamantes mientras presume su yate y habla de su casa en Madrid, pero no, hay veces que parece agradable. 

Parejas disparejas- Jarry (Parte I terminada, II en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora