Conexión de aficiones

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Observo detenidamente a la pequeña figura con traje de coliflor que está frente a mí y me pregunto ¿por qué su madre la hace sufrir tanto a tan corta edad? Ver que tiene dificultad para caminar y quejarse da incomodidad y verguenza ajena, será por eso que ni ella misma viajó a ver su presentación. Seguro la pequeña caerá en medio del escenario, hay una gran posibilidad de que suceda; los espectadores reirán, ella llorará, saldrá corriendo, si tiene suerte no volviendo a caer en el proceso, y se encerrará en su habitación de por vida resignándose a no ver la luz del sol jamás. Exageración podría ser mi segundo nombre pero esta vez está más que justificado, la vuelvo a mirar y la pobre no hace más que quejarse.

Hace tres semanas la señora Fletcher, la madre de Jade, aviso que su hija menor vendría a una presentación a causa de su escuela de ballet a Nueva Jersey. Jade estaba tan feliz no dejaba de parlotear sobre lo mucho que extraña a su hermanita pequeña, ya era una mes sin verla y que las videollamadas casi no servían para comunicarse con ella, su madre apenas y sabía utilizar un celular. El problema había surgido cuando Jade se enteró de que la madre se había caído de una forma bastante extraña en una de sus clases de zumba a la que asiste los viernes, logrando esguinzarse el tobillo derecho. El doctor le había recomendado un mes mínimo de descanso para poder volver a moverse sin ninguna dificultad, o al menos para que el dolor desapareciera en su totalidad. La cuestión era que no podría traer a la pequeña a causa de ese inconveniente, algo absurdo porque cuando yo sufrí una luxación de tobillo, a los catorce, había ido enyesada y con muletas a la escuela. No estaba en mis planes perderme la temporada de exámenes.

Pero como Jade es Jade, y ella quería ver a su hermana a toda costa, llamó casi a todas horas a su hermano mayor Christopher, rogándole para que él se presentara como el adulto responsable que velaría por su hermana en lo que duraba todo el viaje. No sé cómo logró que sucediera eso con lo malhumorado que es su hermano, pero había ingresado a mi habitación alegando que a la maravilla Fletcher nadie le decía que no por variedad de razones, que era la mejor y que tendría a su preciada hermanita en menos de una semana. Por lo cual nos encontramos acá, sólo que no hay demonios en tutú revoloteando a nuestro alrededor, esto es más una especie de ensalada de fruta o ensalada cesar, esa efímera idea ha provocado que me vuelva el apetito.

—Ya tengo hambre.

—Listo —anuncia Jade retirando las manos de las hombreras de su hermanita menor, Lily. Parece satisfecha con su trabajo de vestuario pero el mohín de la niña muestra todo lo opuesto —. Chicos, describan lo que sienten al ver esta maravilla con una sola palabra.

—Compasión.

—¡Bonnie! —me regaña golpeando mi brazo, desconforme.

—¿Qué? Clamas que exprese lo que siento en palabras y lo hago, sino la próxima pídeme que oculte mi sinceridad tras compasión.

—Yo quería ser la fresa —todos miramos a Lily que por fin habla para llamar nuestra atención. Me dan ganas de arrancarle ese horrendo disfraz, hasta parece que se le cayeron las ya de por si escasas hojas.

La obra que interpretarán será El Cascanueces, pero eso ocurrirá mañana. La niña había tenido la mala suerte de disponer de una profesora tan extravagante que por poco los había obligado a realizar una presentación horrenda un día antes, todos vestidos de vegetales y frutas por lo cual ahora dos gemelos vestidos de habichuela saltan como resortes de un lado a otro.

—Yo de niña —me pongo de cuclillas a su lado para charlar a la misma altura. Haré mi buena acción del día —, era tan ingenua que quería ser Ariel, tú me comprendes ¿no? una sirenita en la obra escolar de tercer grado. Participaron muchos pero al final prefirieron a Deina, una pelirroja natural porque al parecer la cartulina naranja no les bastaba. Yo tuve que ser un tritón detrás de todos mis compañeros, así que el año siguiente trabajé muy duro para demostrarles que capaz de realizar ese papel.

La Filosofía de Bonnie GoslingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora